Noviembre de 1975: Se rompe una norma

Un viaje inesperado, relámpago y para muchos desconcertante, del entonces Jefe del Estado interino, Don Juan Carlos, al Sahara, supuso un hito en la prensa nacional: el diario Pueblo rompió el descanso dominical

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En 1975, los lunes «no salían» periódicos diarios. Por aquello de guardar el descanso dominical, únicamente se situaban en los quioscos las «Hojas del Lunes», editadas por la Asociación de la Prensa de cada provincia española.

Noviembre de 1975. Además de estar dedicado como todos los meses de noviembre de los años precedentes y siguientes a los difuntos, registró el hecho luctuoso, preocupante para muchos españoles y fuertemente esperado para otros: la muerte del General Franco.

La fecha tenía tradición necrológica, pues casi cuatro lustros antes (1936) ese mismo día dejaban de existir José Antonio Primo de Rivera, fusilado en Alicante, y el anarquista Buenaventura Durruti, herido mortalmente en el frente madrileño de la Ciudad Universitaria. En el mes anterior, octubre, murió, por causas naturales, el ciclópeo historiador Arnold J.

Toynbee, que calificó a su contemporáneo, Francisco Franco, de «un ejemplo de destreza». En ese mismo mes fue liberado el Alcázar de Toledo, las llamadas tropas nacionales tomaron Irún y San Sebastián, Franco fue elegido Jefe del Gobierno del Estado Español, el Gobierno de la República se trasladó a Valencia y en Burgos se creó la Academia de Alféreces Provisionales. En diciembre se produjo la matanza de Paracuellos y la muerte de Miguel de Unamuno.

El año 1975 también fue prolijo en acontecimientos políticos con la desaparición física en acciden te automovilístico de Fernando Herrero Tejedor y del entonces oponente al Régimen gobernante, Dionisio Ridruejo. En septiembre fueron ejecutados cinco terroristas miembros del Grapo y de ETA, y el día 30 de ese mes, el entonces Príncipe de España, Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, asumió la Jefatura del Estado con carácter interino. En esos días toda España seguía con enorme atención los partes médicos sobre la salud del Jefe del Estado y, los más atentos mostraban su alta preocupación por las noticias que llegaban del Sahara, con movimientos del Polisario y de Marruecos que, finalmente, desembocaron en la independencia de aquel territorio africano.

El día 2 de noviembre, domingo, el Jefe de Estado Interino decidió visitar a las tropas españolas destacadas en el Sahara. Fue un viaje inesperado, relámpago y, para muchos, desconcertante. A las diez de la noche del día anterior, sábado, el entonces ministro de Relaciones Sindicales, Alejandro Fernández Sordo, en su papel de primer responsable del Diario Pueblo, me habló de este viaje, desconocido para la mayoría, y en pocas horas se montó un dispositivo para viajar con Don Juan Carlos en el avión que le llevaba a tierras africanas. De acuerdo con el ministro, decidimos hacer una edición, saltándonos la norma inveterada del descanso dominical, y por la tarde, a la salida de los cines madrileños, se pusieron al alcance del público unos miles de ejemplares que, insisto, rompían la normativa vigente, como pronto se ocuparon de denunciar algunos colegas francamente enojados por tamaño desafío.

El martes todos los periódicos recogieron el hecho y, el propio Diario Pueblo, en su edición nacional que se fechaba los lunes, apareció con la información repetida y las noticias de esa fecha.

Fue una bonita experiencia y el esfuerzo y la discreción de una redacción bien entrenada y muy ágil, que tuvieron la satisfacción de marcar un significativo, aunque molesto, hito histórico.

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