Cuadra exhibe un cartel al revés, en el Congreso
Cuadra exhibe un cartel al revés, en el Congreso - abc
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Los silencios cómplices de Sabino Cuadra ante las sistemáticas torturas de ETA

El diputado de Amaiur no condenó a la banda por encerrar en un saco durante días al empresario Berazadi, o por sacar los ojos con un destornillador a tres gallegos, antes de asesinarlos

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Se presenta en el Congreso de los Diputados como defensor de los Derechos Humanos, pero el pasado de Sabino Cuadra es una sucesión de silencios cómplices ante las torturas practicadas por ETA durante medio siglo. Calumnia a la Guardia Civil -209 agentes del Instituto Armado asesinados por la banda-. Injuria al Cuerpo Nacional de Policía -149 de sus miembros murieron a manos del terrorismo promovido por la doctrina sabiniana-. Pero justificó y justifica a ETA.

A raíz de que en 1973 un grupo de etarras secuestrara en el sur de Francia a los jóvenes gallegos José Humberto Fonz Escobedo, Jorge Juan García Carneiro y Fernando Quiroga Veina, los torturara hasta el extremo de sacarles los ojos con un destornillador y después los rematara a sangre fría, Sabino Cuadra mantuvo silencio cómplice.

El caso se archivó en varias ocasiones, sin apenas investigación, y el diputado de Amaiur no protestó. El Ejecutivo vasco prometió impulsar la creación de una comisión de investigación en la Cámara de Vitoria, pero no cumplió. Y Sabino Cuadra nunca se quejó.

Calló su señoría

En 1976 ETA, la banda que justifica Sabino Cuadra, secuestró, también en el sur de Francia, a los jóvenes policías Jesús María González y José Luis Martínez. Un año después, sus cadáveres fueron encontrados en una playa de Anglet, con síntomas de tortura -les habían amputado los dedos de las manos- y con sendos disparos en la nuca. También calló su señoría.

Al empresario Ángel Berazadi ETA lo tuvo durante varios días metido en un saco, antes de asesinarle con un tiro en la nuca. ¿Protestó Sabino Cuadra aunque fuera años después? ¿Tan siquiera un mínimo reproche con el transcurso de los años? No lo recogen las hemerotecas. El mismo silencio que mantuvo a raíz de que la organización terrorista secuestrara al empresario Ángel Berazadi, al que mantuvo durante días y de manera permanente en el interior de un saco. Tanta tortura para después abandobnarlo en una cuneta, con un tiro de gracia. Tampoco habló Sabino Cuadra. Después vinieron las torturas al capitán de Farmacia Martín Barrios, al ingeniero de Lemóniz José María Ryan, a José Antonio Ortega Lara, Miguel Ángel Blanco. Y con ello la sucesión de silencios cómplices de su señoría Cuadra.

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