Albert Rivera y Pablo Iglesias durante el debate de la UC3M JAIME GARCÍA

Rivera e Iglesias ante la hora de la verdad

Los líderes emergentes afrontan su primera gran campaña, con el reto de no defraudar unas enorme expectativas.

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Juntos han dado un vuelco al tablero político español hasta ponerlo patas arriba. Según las parrillas de salida que ha ido dibujando el CIS barómetro tras barómetro, Podemos llega más desprendido de esa fuerza inicial del pasado enero, mientras que Ciudadanos, tras meses a rebufo, llega los comicios en su mejor momento. Los dos partidos emergentes se juegan en estas elecciones parte de su futuro, en un combate con la vista puesta en los indecisos y con sucesivos llamamientos a una nueva época.

Tras casi diez años en política a Albert Rivera le llega su gran momento. Hace un año era un desconocido para la inmensa mayoría de los españoles. Hoy es el político mejor valorado y ya no es una quimera imaginarlo de presidente del Gobierno.

Un ascenso vertiginoso que se ha producido a costa de una agenda mareante y una vida entre el avión, el AVE.

En su primer encuentro personal en un programa de televisión, en el que ya quedó de manifiesto que los dos líderes emergentes guardan una relación personal muy correcta, fue Iglesias el que dejó patente lo duro que estaba siendo este año. Ese cansancio que Rivera supo explotar entonces no es patrimonio exclusivo del líder de Podemos. En alguno de sus últimos actos a Rivera se la ha visto algo más dubitativo de lo que él acostumbra.

¿Está cansado? En su equipo dicen que no. «Hay días mejores que otros, pero está como un toro», aseguran. En su frenética agenda de campaña, 20 provincias en quince días, más la precampaña que ya le ha llevado por muchas provincias, todo está estructurado para dejarle sus espacios para el descanso. Nunca duerme menos de 7 horas al día. Y trata de viajar con su ropa de deporte para intentar hacer algo de ejercicio si tiene algún hueco.

Dicen en su equipo de campaña que estas dos semanas no se les va a a hacer larga, que apuestan por seguir creciendo durante la campaña «como siempre hemos hecho».

Pablo Iglesias arranca la campaña tranquilo y asegura que ni siquiera está nervioso. Es el momento para el que nació Podemos, y en el partido confían en «la remontada» y en «lo bien que les sientan la campañas». «Me gusta el contacto con la gente, que nos toquen», indica el candidato. Y es por ello que han diseñado una campaña de baños de masas, pero también de pequeños actos de mucha cercanía.

Con un calendario apretado con hasta dos actos por día de punta a punta del país —sirva de ejemplo este sábado, en el que el partido amanecerá en Málaga y cerrará jornada en Caataluña—, Iglesias aprovecha los trayectos en el «autobús del cambio» para trabajar, repasar el programa y hablar de estrategia con su número dos, Íñigo Errejón, y su jefa de Gabinete, Irene Montero. La agenda de campaña solo se relaja cuando hay debate: en el partido se los toman muy en serio, e Iglesias dedica toda la jornada a prepararlos. El equipo de Podemos está convencido que precisamente los últimos debates electorales son la causa del repunte en las encuestas y es por ello que el partido los ve como un examen crucial en el que medir fuerzas con los contendientes.

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