José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

Letanías de la primera semana de campaña

Uno de los motivos por los que la sociedad desconecte de estas elecciones bien puede ser la reiteración de mensajes conocidos y huérfanos de sustento

Feijóo bebe agua durante el mitin de Narón, celebrado este jueves EFE
José Luis Jiménez

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Tampoco nos engañemos, en las campañas electorales no se fabrican eslóganes todos los días, ni ideas fuerza , ni argumentarios de nuevo cuño. Todo lo más, se recicla lo que se ha venido diciendo en los últimos meses y se enfatiza, porque los partidos son conscientes de que estos días hay algún ciudadano más pendiente de las noticias por aquello de que hay que ir a votar. Y para esa oído atento, pues más de lo mismo pero aliñado. Salvo que seas el PSOE, que puedes pasar de negarte a la intervención de Alcoa a abrazarla a toda costa en apenas ocho meses. No hay de qué extrañarse, el secretario general de este partido decía que no podría dormir con ministros de Podemos en el Gobierno y ahí lo tienen roncando a pierna suelta en Moncloa. No le pidan coherencia a los socialistas, ni un poco de rigor . No están en eso.

Cumplida la primera semana de campaña, algunos de los mensajes que venimos escuchando explican por qué la sociedad parece desconectar de estas elecciones. Vean como ejemplo esta letanía de «Feijóo no acaba la legislatura porque se va a ir a Madrid» . ¿A qué? No, que es que quiere hacer política nacional. La bola de cristal de los adivinos del futuro de Feijóo lleva años estropeada. Son los mismos que dijeron que haría las maletas tras ganar en 2012, luego que se iría en 2016 y algunos juraron con sangre que había una milimetrada estrategia para que concurriera a las primarias del PP tras la apresurada marcha de Rajoy en 2018. Esos mismos luego tuvieron que inventarse excusas para justificar su malogrado pronóstico. Feijóo lleva ocho años yéndose, pero por el camino ha ganado dos elecciones autonómicas y las encuestas le acercan a las terceras. Y las gana desde Galicia, no a distancia. Pero se agita el espantajo por si cuela, porque en el fondo Feijóo dice mucho Galicia pero se quiere aprovechar de ella para medrar, es el chascarrillo que se quiere inocular, a pesar de todo.

Otra letanía estupenda es la de que Galicia es un foco de corrupción y el capo mayor del reino es Feijóo. Incluso se aprenden de carrerilla nombres de operaciones judiciales para recitarlas como la lista de los reyes godos. No diga Galicia, diga la Sicilia mafiosa . Compostela es en realidad Palermo. Si en vez de menos eslóganes se leyeran más los periódicos (no los que escriben los propios, sino los otros), se vería que esa aparente fachada de corrupción ha caído por su propio e inexistente peso. La «Orquesta» archivada por escuchas ilegales y falta de indicios, las chapuzas de Pilar de Lara camino del desguace ( una tras otra, oigan ), la «Zeta» atascada porque la instructora no sabe bien qué hacer con ella ante la ausencia de contenido... Pero da igual. Feijóo corrupto, muy corrupto y mucho corrupto.

Ahora toca Pemex . A la izquierda todavía le molesta que apareciera un inversor para rescatar Barreras cuando se hundía y que dejó carga de trabajo para Navantia. Un exdirectivo de la empresa mexicana ha sido extraditado para responder por una causa por corrupción. Y como salía en la foto de la compra de Barreras, resulta que Feijóo debe dar explicaciones. Es tan ridículo como exigirle a Abel Caballero que explique si sabía que los directivos de Caixanova a los que defendía pancarta en mano por las calles de Vigo se estaban enriqueciendo con prejubilaciones ilegales, y por las que los condenó la Audiencia Nacional. Es el peligro de las fotos.

La última —porque tampoco es cuestión de aburrirles— es que Feijóo va de la mano de la ultraderecha , porque en el fondo están ahí ahí, como aquella infeliz frase de Pachi Vázquez (reconvertido en epidemiólogo de guardia) en el Parlamento. Sí, esa misma ultraderecha que lo tacha de nacionalista o de izquierdista peligroso, que exhorta a pararle los pies y que lo llama Jordi Feijóo. En efecto, los extremistas que no pasan del 2% en las encuestas y que, salvo milagro, van a llevarse un revolcón en estas autonómicas. Ahora incluso han contratado a un call-center para llamar por teléfono a la ciudadanía e informarla de lo «progre» que es Feijóo. Espantajos polivalentes que se necesitan agitar para asustar al votante de centro-izquierda —que a pesar de todo lo dicho anteriormente prefiere Feijóo a Gonzalo Caballero y su sonrisa de vendedor de crecepelos— o al de derecha.

Esto no ha hecho más que empezar...

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