El armador lanza la botella contra el casco en la ceremonia de botadura
El armador lanza la botella contra el casco en la ceremonia de botadura - JUAN FLORES

La botadura del «Bahía de Algeciras» resucita el Astillero de Sevilla

Es el barco 297 que se construye en la atarazana en sus 63 años de historia

SEVILLA Actualizado: Guardar
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«Este barco es solo el primero. Para empezar no está mal». Urbano Alonso, dueño de Astilleros del Guadalquivir, la empresa que retomó la actividad naval de la atarazana sevillana hace justo un año, se muestra optimista poco antes de la botadura del «Bahía de Algeciras», un pequeño buque auxiliar, encargo del armador gaditano Gabarras y Servicios. Dos grandes grúas de «Lozano» maniobran junto al muelle del puerto hispalense para depositar el buque en el agua. Una engancha por un pico de proa y la otra por la popa para girar el casco y, muy despacio, ponerlo a flote. Antes de soltarlo un encargado del armador inspecciona los tanques para comprobar si hay fugas. Todo Ok.

Son 100 toneladas de acero y 25 metros de eslora, un barquito modesto pero todo un símbolo de que el viejo Astillero de Sevilla vuelve a tener pulso tras varios años en la UCI.

Sobre las 13,30 horas, bajo un sol resplandeciente, la gabarra verde y granate besa el Guadalquivir. Ahora permanecerá unos días en el dique seco hasta que llegue el remolcador que la conducirá por el río hasta Algeciras, donde tendrá su vida. Su misión será prestar servicios de avituallamiento y aprovisionamiento a los grandes buques que fondean en la Bahía de Cádiz. Sus tanques transportarán la comida, el agua, el aceite y los pertrechos que necesiten para el cambio de tripulaciones. Gabarras y Servicios trabaja en el golfo gaditano hace 30 años y factura en torno a 2 millones de euros. Este nuevo barco reemplazará a otro de su flota de siete, que se retira para desguace.

El botellazo

A falta de madrina, Juan Marcet, el armador, fue el encargado de lanzar la botella de cava contra el casco, que rebotó en un primer intento y se estrelló con alegría en el segundo. Aplausos. Los trabajadores fotografiaron la escena. En la fase álgida de la construcción, que ha durado cinco meses, había 20 empleados en la factoría, entre ellos, uno que conoció el astillero cuando era de Izar, en su última etapa pública. Entonces, en las gradas cercanas de la atarazana, que ahora ocupa la firma Tecade, se construían barcos de más de 100 metros y miles de toneladas. En concreto, la última botadura anterior a la de ayer fue la de un ro-ro de 142 metros de eslora y 3.800 toneladas. Era diciembre de 2007, por tanto, hacía ocho años que no se veía una ceremonia similar.

Responsables del puerto precisan que el «Bahía de Algeciras» es el barco 297 que se construye en el astillero hispalense en sus 63 años de historia (se inauguró en 1952). De esta serie, 293 buques se construyeron en el «auténtico astillero», el de la etapa pública; otros tres, por el anterior empresario privado —Astilleros de Huelva—, que no se terminaron del todo e incluso alguno salió del puerto a trozos. En esta suma no se incluyen otras 12 pequeñas embarcaciones que la empresa Coymar fabricó junto al viejo astillero en los años 2000.

Primer ejercicio

Astilleros del Guadalquivir acaba de renovar la concesión en el Puerto de Sevilla ante las buenas perspectivas de carga de trabajo. Durante su primer año de andadura ha hecho también tres reparaciones y una cuarta está pendiente para antes de que termine el año. La firma prevé cerrar el ejercicio con una facturación de 1,8 millones. Solo el contrato del «Bahía de Algeciras» supone 300.000 euros, una cantidad que refleja solo la construcción del casco, ya que los trabajos de armamento del interior los realizará el propio armador.

«Hay que asentar el astillero, no es fácil. Aquí no había nada. Para 2016 tenemos apalabrados cuatro barcos más para reparaciones y también hay expectativas de nuevas construcciones. Esperemos que podamos confirmar estos pedidos a principios del año que viene», señala Urbano Alonso. Este empresario gallego lleva en el sector desde los 15 años. Tuvo una empresa auxiliar en Vigo donde trabajaba para los grandes astilleros de la ría, como Barreras o Vulcano. «Aquello bajó y me dio por hacer esta aventura» comenta antes de irse a celebrar las botadura con el armador y su socio, el cantante Tony Rueda.

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