ENERGÍA Y SMART CITIES

Andalucía debe ser el laboratorio tecnológico contra el cambio climático

El auge de las renovables está unido al desarrollo de redes inteligentes y smart cities, como ya ha demostrado Málaga y, en el futuro, lo hará la Isla de la Cartuja

Francisco Romero Gamarra, Marisa Ramos, Antonio Gómez Expósito, Pilar Serrano, Francisco Arteaga, Martín Blanco y Rafael Sánchez Durán VANESSA GÓMEZ

LUIS MONTOTO

Las próximas tres décadas estarán marcadas por la descarbonización de la economía , un paradigma basado en la expansión masiva de las e nergías renovables para cumplir con las metas de reducción de emisiones de CO2 trazados en la cumbre de París. Este crecimiento de la oferta con parques fotovoltaicos y eólicos requiere también una revolución en la demanda . Málaga ha sido un banco de pruebas para ensayar este nuevo modelo y, en el futuro, también podría serlo la Isla de la Cartuja.

«Con el proceso de implantación de parques de generación renovable, por sí solo, no se conseguirán neutralizar los efectos de la acción del hombre sobre el planeta; es necesaria una electrificación intensiva de la economía y avanzar, en paralelo, en el desarrollo de las denominadas Smart Grids», afirma Francisco Arteaga, director general de Endesa en Andalucía y Extremadura. Las Smart Grids son «redes de distribución eléctrica que gracias a la tecnología digital miden el consumo de energía y permiten hacer un uso más racional del parque de generación».

Digitalización

Uno de los pilares de la transición energética es digitalizar la red de distribución utilizando todas las tecnologías disponibles, como Big Data e Internet de las Cosas (IoT), creando así un sistema eléctrico conectado. Y a partir de ahí surge el concepto más amplio y sofisticado de las Smart Cities, «un entorno urbano en el que también se incorporan nuevos elementos como la generación renovable distribuida ; y donde los servicios públicos como la iluminación o la movilidad están monitorizados con nuevas tecnologías, que procesan toda la información para que su funcionamiento sea el más óptimo e involucrar también al ciudadano en todo el proceso». El conocimiento permanente de las necesidades de la demanda evita que exista una sobrecapacidad de activos de generación.

¿Qué posibilidades de desarrollo tiene esta revolución energética en Andalucía? «El proyecto de Smart City que ha liderado Endesa en Málaga ya ha sido una de las bases de la gran proyección de esta ciudad como enclave tecnológico de referencia en España», remarca Arteaga, que considera que Sevilla tiene también potencial para desarrollar una experiencia semejante.

«En el Parque Científico y Tecnológico Cartuja hemos lanzado proyectos en el ámbito de las Smart Grids , que si se unen a otras iniciativas muy potentes de la Junta de Andalucía y de la dirección del propio parque podrían generar un gran proyecto que capitalizaría la experiencia de Málaga y multiplicaría sus efectos».

Imagen de la Isla de la Cartuja

La Isla de la Cartuja es un entorno en el que se mueven 30.000 personas todos los días y alberga más de 400 empresas. «Tenemos capacidad para convertirnos en un laboratorio y movilizar proyectos innovadores que se puedan extrapolar posteriormente a otros espacios», apunta Martín Blanco García, director de este parque científico y tecnológico.

También es una oportunidad para las propias compañías del entorno. «En la Cartuja hay 21 empresas dedicadas a la energía y el medio ambiente que suman un negocio de 220 millones de euros y tienen más de 55 proyectos en I+D+i; se pueden generar consorcios con estas empresas y fomentar su colaboración con grandes compañías del sector», incide.

La importancia del ecosistema

El desarrollo de un proyecto ambicioso de Smart City requiere un ecosistema del que forman parte las empresas, la administración pública y la Universidad , y debe trasladarse también a municipios pequeños y medianos. «Es fundamental que el ciudadano entienda bien en qué consiste la transición energética y que se sienta partícipe de esta transformación, ya que el uso racional de la energía depende directamente del consumidor , que estará en el centro del sistema gracias a la información y el control que le aportan las nuevas tecnologías», remarca Pilar Serrano, viceconsejera de Empleo, Empresa y Comercio de la Junta de Andalucía.

El Gobierno andaluz ya puso en marcha hace una década el Centro de Evaluación y Seguimiento Energético de Andalucía (CESA) , «un instrumento único en nuestro país, gestionado por la Agencia Andaluza de la Energía, que permite seguir en tiempo real el suministro de electricidad para mejorar la calidad del servicio;de hecho, ha reducido drásticamente el número de incidencias».

También ha colaborado con Vodafone para la apertura en la Cartuja del Smart Center , destinado a mejorar la productividad de las administraciones locales con tecnología, además de los centros Fiware de Telefónica en Sevilla y Málaga, para crear tecnología con potencial para el desarrollo de ciudades inteligentes.

Para la Junta es un eje estratégico, como demuestra que «en 2016 se trazara una hoja de ruta para impulsar este proceso , con un libro blanco para marcar el cronograma con los objetivos, existe una línea de ayudas a municipios para la inversión en el desarrollo de infraestructuras smart, y se está creando el portal Andalucía Smart para compartir información y experiencias, entre otras muchas iniciativas».

Liderazgo de Andalucía

Francisco Romero Gamarra, director del Programa de Transformación Digital de Ciudades en IBM, sostiene que Andalucía tiene una oportunidad especial ya que «por su situación geográfica y sus condiciones climáticas, debe poner en solfa todas las tecnologías para ver cuál es la incidencia en la lucha contra el cambio climático;debe ser líder y convertir sus resultados en un escaparate para el resto de la Unión Europea».

IBM comenzó esta actividad en España en 2011 , cuando estos proyectos estaban muy centrados en grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Málaga. Este directivo señala que «Andalucía rompió esta visión y capitaneó el concepto de que las tecnologías Smart deben implantarse también en municipios de 10.000 habitantes; con lo cual ha abierto un campo para evolucionar la tecnología y que ésta pueda aplicarse a cualquier realidad municipal».

Tecnologías de almacenamiento

El pleno desarrollo de este modelo energético implica resolver retos tecnológicos que aún no tienen una solución. «El almacenamiento de energía proveniente de las renovables es básico para cumplir los objetivos de descarbonización de la economía, pero aún no existen los sistemas que permitan guardar la energía excedentaria que se genera en verano en un parque solar para utilizarla en invierno», apunta A ntonio Gómez Expósito, catedrático de Ingeniería y fundador de la empresa Ingelectus . Actualmente la energía fotovoltaica es plenamente rentable sin subvenciones, pero en el origen requirió de ayudas públicas. «Con los sistemas de almacenamiento ocurre igual, también se requiere inversión pública ambiciosa para acelerar su desarrollo », remarca.

Un momento del encuentro sobre energía y smart cities VANESSA GÓMEZ

Gómez Expósito define el nuevo paradigma energético como un cambio marcado por tres dimensiones (descarbonización, digitalización y distribución) , en el que hay aspectos en los que se ha avanzado notablemente, «como la gestionabilidad de las energías renovables, con herramientas de control cada vez más sofisticadas que colaboran en la regulación de la tensión y la frecuencia de la red de distribución». Y hay dispositivos que están llamados a experimentar un nuevo salto hacia delante , como los contadores digitales , que en el futuro «deberían ser un hub de información con todos los consumos de un hogar».

Infraestructuras

Este tecnólogo ve una posibilidad de desarrollo industrial para Andalucía en la transición energética . «La nueva red de distribución no solo se construye con tecnologías de la información, también se necesitan infraestructuras físicas como centros de transformación y cableado, para lo que se requiere investigación y desarrollo de nuevos materiales».

Y en este sentido, Francisco Arteaga plantea que «debe existir una red de distribución eléctrica moderna, que se desarrolle anticipándose a la demanda, y para ello la regulación no puede generar incertidumbres para inversiones que se rentabilizan a lo largo de varias décadas».

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