TRIBUNA: CIUDAD ABIERTA

Madrid y el Puente de la Concordia

Marcos Sánchez Foncueva, CEO de la Junta de Compensación de Valdebebas, explica que el nombre de la infraestructura que unirá Valdebebas con la T4 de Barajas es un homenaje a la voluntad de unión de la transición democrática

Martínez-Almeida y Ayuso visitaron recientemente las obras del Puente de la Concordia EFE

El Puente que unirá Valdebebas con la Terminal 4 del Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez Madrid Barajas recibirá el nombre de Puente de la Concordia . Así lo ha comunicado a la ciudad de Madrid su alcalde, José Luis Martínez-Almeida , en su visita con la hoy candidata a la presidencia de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, a las obras de ejecución de esta singular construcción, ideada y proyectada por el brillante ingeniero español Francisco Millanes Mato.

Madrid es muchas cosas y por casi todas sorprende a propios y extraños. Y entre ellas es, créanlo, ciudad de puentes. En el año 1561 Felipe II ordena trasladar su corte a la Villa de Madrid. La que será capital del reino comienza a crecer con gran rapidez. Madrid necesita mejorar sus comunicaciones para dar servicio a una creciente demanda. Y es que la movilidad, como casi todo, no es tan moderno problema. Se precisaban accesos ágiles a la villa y el rey quería dotarla de nuevas entradas y salidas, engalanándola, además, con el mayor número de elementos que siguieran dignificando la nueva sede de su corte. Nadie mejor que su arquitecto de cabecera, Juan de Herrera, para proyectar ese nuevo acceso que salvaría el río Manzanares . Eligió para ello la ubicación en la que ya se había proyectado otro puente por orden del rey Alfonso XI de Castilla, allá por el año 1345. Comienza su ejecución en 1582, al tiempo en que se iban finalizando los trabajos en su magna obra del Monasterio de El Escorial y mientras seguía retomando los planos, oficios y quehaceres dispuestos por quien fuera su maestro, Juan Bautista de Toledo, para levantar el que después sería el “Versalles de Felipe V”, el Palacio Real de Aranjuez.

Ese Puente de Segovia , conocido como el primer puente de Madrid, finaliza su ejecución en 1584 y, desde entonces, sigue regalando y sirviendo a los vecinos de la ciudad de Madrid, a pesar de haber sido atacado, bombardeado y vuelto a levantar. Pero siendo el primero no es, ni mucho menos, el único. Ahí están los puentes barrocos de Toledo y de la Culebra, el puente de San Fernando, el histórico puente de Los Franceses, el Viaducto de Bailén o los más modernos puentes de la CEA o de Ventas, entre otros muchos cuya relación crece y se enriquece si contamos los que salpican la geografía de la Comunidad de Madrid.

En aquella visita del alcalde y de Díaz Ayuso a la nueva conexión de Valdebebas , se daba inicio a una compleja operativa, sin parangón en España, de traslado del tablero del puente para instalarlo en su ubicación definitiva, entre los dos estribos que servirán de soporte a una estructura que ha roto los moldes de la arquitectura e ingeniería en este tipo de equipamientos. Se trasladarán en esa operativa dos millones quinientos mil kilos de acero, el equivalente al peso de trece aviones Boeing 747, mediante un sistema de carretones que tendrán que ir sorteando diferentes obstáculos, algunos realmente difíciles de superar, para colocar el tablero en su lugar y comenzar la fase final de la ejecución. No bombardearé al lector con datos o aspectos técnicos de la operativa o del proyecto y su ejecución. Baste decir que todos ellos apuntan a la caracterización de este puente como una obra singularísima, que recoge la evolución y los avances de la ingeniería y de la arquitectura de las últimas décadas, habidos en el diseño y ejecución de este tipo de estructuras. A ello se añade su virtualidad como conector principal de la ciudad de Madrid con uno de los aeropuertos internacionales con más tráfico y más importantes del mundo, verdadera puerta de España y de Europa hacia América y África.

Hay otro carácter importante de esta estructura que conviene hoy destacar y es que, a diferencia de todos los puentes de los que hacía antes brevísima relación, este es producto de la iniciativa privada, encarnada en la Junta de Compensación de Valdebebas que, como Entidad Urbanística Colaboradora con las administraciones urbanísticas tutelares del urbanismo y la ordenación del territorio, es símbolo de cómo puede funcionar y cómo debe seguir perfeccionándose la colaboración público-privada en el urbanismo futuro.

Es en este escenario donde José Luis Martínez-Almeida comunicó a la ciudad el nombre de Puente de la Concordia para el nuevo enlace. Señalaba el regidor que simboliza este puente la concordia que facilitó uno de los procesos más brillantes de aquella Historia, universalmente alabado y estudiado, nuestra transición democrática. En Valdebebas acogemos esa decisión como un acierto, otro, del alcalde en la elección de un término tan profundo, extenso y español como lo es, sin duda, el de concordia.

Veinte años hace que el filósofo, senador por designación real y académico de la Real Academia Española, Julián Marías, nos ilustraba desde estas mismas páginas acerca del término concordia. Comenzaba señalando que aquellos que identifican a España con un país de rupturas, más propenso a la discordia que al consenso, se equivocaban, bien de forma intencionada o por una total ligereza y desconocimiento de nuestra Historia y la de Europa. Coincido, cómo no, con el diagnóstico del maestro. La concordia ha caracterizado a España desde el comienzo de su Historia, desde la voluntad férrea, común y trabajada, de los primeros reinos cristianos en la magna empresa de la recuperación de los territorios del Visigothorum Hispanum Regnum, la llamada Reconquista, hasta la unidad española alcanzada progresivamente durante toda la Edad Media y rubricada en el siglo XV, cuando una nación ya reunida por la pura voluntad de converger de aquellos primeros reyes, se embarca en la empresa genuinamente española de América. A partir de ahí la concordia ha sido carácter distintivo de España y de los españoles, si bien con períodos intermedios en que tal unidad es rota de manera atrozmente dolorosa. Períodos estos que, con todo y sin embargo, han sido más cortos y menos violentos que los vividos en las naciones más antiguas de Europa.

Esa voluntad de convergencia, de ahondar en los procesos que informan la unidad, de buscar la armonía, el consenso y el acuerdo, salvando diferencias, con aquella firme y declarada voluntad de permanecer unidos es, como señalaba Isabel Díaz Ayuso, un concepto muy español que tendrá traducción en el proceso de nuestra transición democrática como el mejor ejemplo de concordia, nombre con el que unos minutos antes bautizaba el Alcalde de Madrid la nueva conexión que estamos hoy ultimando en Valdebebas y de la que nos sentimos tremendamente orgullosos. Y es que hoy, veinte años después del inicio de este proyecto urbano, seguimos haciendo realidad nuestra consigna primera: Valdebebas, una nueva forma de hacer ciudad.

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