Las protestas hunden Hong Kong más que la epidemia del SARS de 2003

La capital financiera de Asia entra en recesión tras cinco meses de revuelta pidiendo democracia

Parapetados tras sus paraguas al modo de la «tortuga romana», los manifestantes ondean una bandera negra de Hong Kong PABLO M. DÍEZ
Pablo M. Díez

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Hasta hace solo cinco meses, Hong Kong era una de las ciudades más seguras, cívicas y deslumbrantes del mundo. Con sus rascacielos brillando sobre la bahía y la cuarta Bolsa del planeta tras Nueva York, Londres y Tokio, cada año celebraba un sinfín de congresos y exposiciones y en 2018 atrajo una cifra récord de 65 millones de turistas. De ellos, 51 millones procedían de China continental y acudían a sus famosas zonas comerciales, como Causeway Bay o Tsim Sha Tsui, para gastarse una fortuna en sus tiendas de lujo.

Pero todo eso cambió en junio, cuando estallaron unas protestas multitudinarias contra la ley de extradición a China porque los hongkoneses temían que mermaría sus libertades, mayores que en el resto del país. Dichas manifestaciones, que empezaron de forma pacífica, han derivado en la más violenta revuelta que ha sacudido a esta antigua colonia británica desde su devolución a Pekín en 1997. Aunque la jefa del Gobierno local, Carrie Lam, retiró el proyecto de ley en septiembre, ya era tarde. Tras un «verano caliente» en el que la violencia y el vandalismo se han desatado hasta extremos inimaginables en esta ciudad antes tan pacífica, los manifestantes reclaman pleno sufragio universal, una investigación independiente de la fuerza policial y una amnistía para los más de 3.000 detenidos.

Además de la estabilidad y la convivencia, que han vuelto a saltar por los aires en el repunte de esta semana, la gran perjudicada de estas protestas es la economía. Tal y como se temía, Hong Kong cayó en recesión durante el tercer trimestre, cuando su Producto Interior Bruto se contrajo un 3,2% con respecto al anterior. Como en el segundo trimestre también se redujo un 0,5%, la economía hongkonesa ha entrado oficialmente en recesión técnica al encadenar dos periodos negativos. Con respecto al tercer trimestre del año pasado, la disminución fue del 2,9%, lo que suponen los peores datos desde la crisis de 2008.

La larga duración de las protestas, que lidera la «guerrilla urbana» formada por jóvenes y adolescentes que se enfrentan a la Policía y queman la ciudad, está pasando factura al turismo. El número de viajeros de China continental y otros países ha caído hasta un 45% por miedo a los graves disturbios protagonizados por los manifestantes radicales, que causan cuantiosos destrozos en las estaciones de metro y en bancos y comercios afines al régimen de Pekín. Para colmo de males, los choques con la Policía y bandos rivales ya han dejado los primeros muertos.

Pese a la situación, por la antigua colonia británica sigue entrando el 70% de la inversión extranjera en China

Junto a la batalla campal que se desató el 1 de octubre con motivo del Día Nacional de China, que además celebraba su 70º aniversario, esta ola de violencia ha echado para atrás a los turistas. Según los cálculos de varios expertos citados por el periódico «South China Morning Post», la ciudad perdió la mitad de visitantes y unos 2.800 millones de dólares de Hong Kong (320 millones de euros) durante las vacaciones por esa «Semana Dorada», que otros años se abarrotaba de turistas procedentes del continente.

Esta caída del número de turistas ha provocado ya el cierre de unos 200 comercios y restaurantes. Uno de ellos es el mercado japonés con puestos de sushi en el popular muelle del ferry «Star» en Wan Chai, que ha aprovechado la falta de clientela para hacer unas supuestas reformas. «La gente de Hong Kong se ha perdido completamente», se queja una camarera en un restaurante de Causeway Bay, por supuesto vacío.

Y lo peor puede estar aún por llegar porque las protestas no tienen visos de acabar. El viernes, el economista jefe del Gobierno, Andrew Au, revisó a la baja las previsiones de este año. En lugar de crecer entre el 0 y el 1%, como se auguraba en agosto, la economía de Hong Kong se contraerá un 1,3%.

Como el dinero es enemigo de la inestabilidad, se han paralizado los congresos y negocios en Hong Kong. Desde que las protestas empezaron en junio, el valor de su índice Hang Seng ha perdido 41.000 millones de dólares (36.700 millones de euros), ahuyentando a numerosas inversiones que han optado por plazas más seguras.

Todos estos factores indican que el impacto de las protestas es mayor que el del SARS (síndrome respiratorio agudo grave), la epidemia que se propagó por todo el mundo en 2003 y solo en esta ciudad se cobró 299 vidas. En medio del pánico global que generó, en los cuatro meses que duró hundió la economía de Hong Kong, pero no tanto como esta revuelta. Si entonces la Bolsa cayó un 5,2% y sus operaciones un 2,4%, hasta el 30 de octubre lo han hecho un 6,6 y un 18%, respectivamente. Aunque las salidas al parqué han disminuido un 49%, frente al 13% de 2003, se espera que la próxima cotización del gigante chino de comercio electrónico Alibaba, prevista para dentro de dos semanas, mitigue parte del daño.

En agosto, las ventas al por menor también sufrieron un desplome récord del 25%, muy por encima de la caída máxima del 11% registrada en mayo de 2003, arrastradas por la ausencia de turistas chinos. A pesar del pequeño tamaño de su mercado, se calcula que Hong Kong copa el 5% de las ventas globales de las marcas de lujo, ya que los visitantes de China continental aprovechan el viaje para protagonizar el 70% de las compras porque los precios son más baratos en este puerto franco.

De momento, solo se salva del naufragio el sector inmobiliario porque Hong Kong tiene el suelo más caro del mundo. Su caída, del 5,5%, es menor a la del 9% que sufrió durante el SARS.

Inversión extranjera

También parece resistir su importante papel como puerta de entrada a China. Hasta agosto, el 70% de la inversión extranjera en este país se hizo a través de Hong Kong. En total, fueron 62.900 millones de dólares (57.100 millones de euros) según el Ministerio de Comercio chino. El año pasado, la cifra alcanzó los 90.000 millones de dólares (81.720 millones de euros), de los 138.000 millones de dólares (125.300 millones de euros) de capital foráneo que llegó a China. Buena parte de ese dinero es de los empresarios chinos, que lo sacan vía a Hong Kong para beneficiarse de sus menores impuestos y, en muchas ocasiones, «lavarlo». De los 143.000 millones de dólares (129.800 millones de euros) que China invirtió en el extranjero, 87.000 millones de dólares (78.900 millones de euros) salieron por Hong Kong.

Para paliar la crisis, el Gobierno local ha anunciado inyecciones de hasta 2.400 millones de dólares de Hong Kong (278 millones de euros). En 2003, tras el SARS, el régimen chino se volcó en recuperar la economía de la ciudad abriendo el grifo de los turistas y las inversiones. Pero esta vez será difícil que haga lo mismo por la deriva antichina de las protestas, que han abierto un peligroso abismo con Pekín.

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