El Gobierno fía a Bruselas las ayudas para el sector aéreo

A falta de medidas de apoyo nacionales, España se lo juega todo a la respuesta que dé Bruselas a la crisis del turismo en general y del sector aéreo en particular. El Ejecutivo no ha ofrecido incentivos concretos a estas actividades porque considera que esta medida debe estructurarse bajo la regulación comunitaria. Todo ello, pese a que países como Francia, Alemania e Italia están inyectando miles de millones en sus aerolíneas.

Tanto la ministra de Turismo, Reyes Maroto, como el de Transportes, José Luis Ábalos, han asegurado en las últimas semanas que estudian incentivos concretos para las aerolíneas, pero estos no terminan de producirse. Ni siquiera los avales a los que han accedido Iberia y Vueling, que respaldan créditos de más de mil millones, forman parte de un programa concreto, sino del paquete de 100.000 millones en garantías que puso en marcha el Gobierno en marzo.

Distintas aerolíneas están presionando al Ejecutivo para que reconsidere su posición. Sobre todo, porque empresas como Lufthansa, Air France, Alitalia y Norwegian están recibiendo miles de millones en ayudas públicas. «Muchas empresas van a competir dopadas cuando se levanten las restricciones a los vuelos internacionales», explican fuentes del sector. Ayer mismo se conoció que KLM, que recibió ayudas de los Países Bajos, retomará ocho rutas europeas. La Comisión Europea ha suavizado las reglas de las ayudas públicas , pero también está estudiando fórmulas para garantizar que estos incentivos no distorsionan el mercado común.

En materia de turismo, la Comisión presentará hoy un plan para el sector, que supone el 11% del PIB comunitario y que aumenta en el caso nacional hasta superar el 12%. Las esperanzas están puestas en que el sector turístico sea el receptor de entorno al 20% del presupuesto comunitario con el que se pretende reconstruir la economía europea tras el paso de la pandemia. Pero sobre la mesa está también la posibilidad de impulsar el mercado común de cara a la temporada de verano , ya que se da por descontado que las fronteras al exterior no se abrirán antes de esa fecha. Esto implicaría impulsar la «marca Europa» y poner en marcha un protocolo de medidas de seguridad que sea homogéneo en todos los países de la Unión.

Para España, la posibilidad de que los turistas comunitarios puedan venir este verano es el último clavo ardiendo para intentar mitigar el brutal golpe del Covid-19. Frente a los 84 millones de turistas extranjeros que llegaron a nuestro país el verano pasado, el cierre de fronteras empuja ahora al sector a un abismo que será imposible de compensar solo con visitantes nacionales y que los visitantes europeos sí podrían aliviar en parte.

Otro de los grandes debates que Europa tiene sobre la mesa es el de los billetes de avión que fueron anulados por las aerolíneas , o bien lo serán próximamente. Actualmente la legislación obliga a reembolsar el dinero de los pasajes a los clientes que así lo soliciten, lo que podría suponer la puntilla para muchas aerolíneas, que viven uno de los momentos más complicados de su historia.

En el seno de la Comisión aún no hay unanimidad al respecto, pero fuentes comunitarias aseguran que el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton , vería con buenos ojos la posibilidad de encontrar un equilibrio entre los derechos de los consumidores y la supervivencia de una industria clave para la supervivencia del turismo una vez haya pasado la pandemia. Una de las opciones que se baraja es la de ofrecer un margen más amplio a las compañías aéreas para proceder al reembolso monetario, que podría ligarse por ejemplo al comienzo de la actividad. Mientras tanto, los consumidores deberían conformarse con un bono.