Estas instrucciones te ayudarán a que el teletrabajo aterrice en tu casa

Diversos expertos ofrecen un decálogo de recomendaciones para hacer que el trabajo en remoto no sea una pesadilla mientras toda la familia convive en en el mismo hogar

EFE

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Niños que sorprenden con un espontáneo saludo a los participantes en una reunión realizada a través de videoconferencia. Padres, madres e hijos que establecen un horario para compartir por turnos el único ordenador de la casa con el que teletrabajar y realizar las tareas escolares. Roces entre parejas porque uno ha comido pistachos sobre el teclado del único portátil que se turnan mañana y tarde para trabajar y poder cuidar de sus tres hijos. Son situaciones que se están produciendo estos días en muchos hogares españoles, porque algo parecido al teletrabajo ha entrado como un vendaval en nuestros domicilios y en las empresas. Sin embargo, no estábamos preparados, ni para una situación de emergencia de tal envergadura ni para trabajar de forma masiva en remoto. No obstante, no hay más opción. Trabajar en casa no es ahora una herramienta de conciliación sino un recurso para la supervivencia. «Esto es: o cerrar o intentarlo», como advierte la profesora de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (OUC) Mar Sabadell.

Millones de trabajadores están en ello contra viento y marea: en una situación de emergencia; sin experiencia previa; sin protocolos ni simulacros ensayados; sin la formación necesaria; con ordenadores prestados o desempolvados en el último momento por la empresa, si es que tenía, o con los personales como último recurso; con wifi caseros; con escasas herramientas digitales y de comunicación en red; sin la suficiente seguridad tecnológica contra cualquier virus, esta vez informáticos...

Falta de planificación

En ese escenario España se ha convertido en un laboratorio de ensayo del teletrabajo. Y en este caso, hay que entenderlo como «un trabajo de emergencia que servirá para que la actividad se pueda mantener, para evitar contagio. Si queremos cambiar nuestro modelo productivo no es el objetivo que se plantea» en estos momentos, entiende la profesora Sabadell. Y es que ha habido mucha improvisación, indica: «El teletrabajo requiere una reflexión, además no todo el mundo puede trabajar igual porque cada uno tiene sus propias circunstancias (niños, mayores dependientes...), concurrimos en los mismos equipos niños y adultos para hacer deberes y trabajar, nos tenemos que distribuir los tiempos y espacios, los equipos no cuenta con la velocidad suficiente, falta soporte y apoyo, culturalmente no se entiende que estás trabajando en tu domicilio, hay muchas distracciones...».

Hasta ahora solo 1,5 millones de ocupados habían trabajado en remoto desde sus casas

Por todas esas razones, cuando la crisis pase, ni la empresa podrá medir la productividad real de sus teletrabajadores durante este experimento ni sería justo que los empleados valoraran que se han sentido insatisfechos con el trabajo en remoto. «Va a ser difícil extrapolar los resultados. No es una situación normal», asegura Alberto Gavilán, director de Recursos Humanos de Adecco Staffing. «La política del teletrabajo no es compatible con otras actividades domésticas —afirma—, por tanto esto ya rompe el modelo. Además exige un periodo de preparación, de transición, de formación de los empleados, de adaptación de las herramientas. Es un proceso lento y paulatino. Nos hemos saltado todos esos pasos. Lo normal es que no salga muy bien, pero la gente está haciendo un gran ejercicio de responsabilidad para sacar el trabajo adelante y atender a los niños».

El teletrabajo exige decidir y ajustar muchos parámetros, desde qué espacio de la casa se destinará a trabajar, hasta negociar con la empresa cómo se retribuirán los gastos del domicilio por realizar esas tareas, o cómo garantizar el cumplimiento de la normativa de prevención de riesgos laborales (ventilación, iluminación, espacio)... «El experimento de ahora saldrá bien en unos casos y mal en otros, dependerá mucho del grado de autonomía que tienen los trabajadores así como de sus conocimientos tecnológicos, de la forma de adaptarse a las nuevas situaciones… Lo que sí es seguro es que todas las empresas aprenderemos de la experiencia», garantiza Arancha de las Heras, profesora de Derecho del Trabajo y presidenta de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima).

Una asignatura pendiente

Antes de la crisis ya partíamos de una situación de desventaja en la implantación del teletrabajo en las empresas con respecto a nuestros vecinos europeos. Según el Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo, en el último trimestre de 2019, un 7,9% de personas ocupadas ha teletrabajado, es decir, poco más de 1,5 millones trabajadores, una cifra récord en nuestro país. Los últimos datos de Eurostat, referidos a 2018, estiman que el trabajo en remoto es una práctica solo para el 4,3% de los empleados españoles. Un porcentaje muy alejado de los mercados que más apuestan por esta modalidad como Holanda (14%), Finlandia (13,3%) o Luxemburgo (11%), y de otros países más cercanos como Francia (6,6%) y Portugal (6,1%).

Técnicos, profesionales científicos e intelecturales son los que lo tienen más fácil

Para lograr teletrabajar nuestra economía aún tiene asignaturas pendientes. «No es avanzada en conocimiento e información. Hay mucho peso del turismo, de servicios y de la construcción», señala la profesora Mar Sabadell. «En España hay muchas empresas productivas o de servicio cuya forma de realizar la prestación es de atención directa y personal al cliente o a través del uso de grandes máquinas, como ocurre por ejemplo con la construcción de materiales, restauración, transporte …», matiza Arancha de las Heras. De hecho, esta misma semana Randstad daba a conocer que solo el 22,3% de la población ocupada puede teletrabajar en nuestro país.Es decir de los 19,7 millones de personas ocupadas, únicamente 4,4 millones.Son sobre todo técnicos y profesionales científicos e intelectuales, seguidos con notable diferencia de contables, administrativos y otros empleados de oficina, perfiles de dirección y gerencia y técnicos y profesionales de apoyo.

Somos además trabajadores sociales, que necesitamos el contacto e ir al trabajo para socializarnos. Pero hay un lastre que pesa más: una arraigada cultura del presentismo. «Hay mucha reticencia de las empresas que desconfían cuando el trabajador no está presente en su supuesto», señala Alberto Gavilán. «Y no solo en la empresas, también en la sociedad. Se cree que solo se trabaja si estas muchas horas en un despacho y no en tu casa», afirma Mar Sabadell. Para superarlo nos hace falta dar un gran salto, recomienda: «La digitalización permite borrar las fronteras entre tiempo y espacio de trabajo. Pero todavía no hemos hecho este tránsito de superar la cultura presencial».

No obstante, los resultados cuando todo acabe pueden sorprender, como prevé Pedro Moneo, CEO de Opinno y director de la revista technologyreview.es: «Estamos todos sobreviviendo como podemos. Pero después de esta crisis se redefinirán muchas normas de juego y habrá cosas que no serán nunca igual». Quizá una de ellas sea que todos, empresas, trabajadores y administraciones, nos tomemos en serio trabajar en remoto desde casa.

El decálogo para trabajar en casa

Organizar el espacio: Con agenda, libreta, bolígrafo... hasta con la botella de agua junto al ordenador. Reservar un rincón de la casa para trabajar es fundamental. «A ser posible independiente del resto de la familia. Si no fuera posible, intente que el resto de la familia, sobre todo los niños, también adquieran rutinas más tranquilas. Por ejemplo, pintar, manualidades sencillas… Y obséquieles con algún juego en los tiempos de descanso, así, todos despejarán la mente como hacían las conversaciones de los compañeros en los centros de trabajo», recomienda Arancha de las Heras. Ese espacio ayudará a concentrarnos, explica Isabel Aranda, vocal de Psicología del Trabajo del Colegio de la Psicología de Madrid. «Estamos acostumbrados a trabajar en un espacio determinado —dice— con unos referentes espaciales. Hay que establecerlos también en casa de manera que la mente entienda que ahí también se trabaja. Por lo menos sentarse siempre en el mismo sitio. Ahora no estará en modo trabajo porque su casa no es modo trabajo, pero es un aprendizaje que hay que hacer».

Establecer un horario: Según Arancha de las Heras, «no tiene que coincidir con el del centro de trabajo pues en ocasiones las empresas pueden permitir flexibilidad. Hay que intentar respetarlo cada día, especialmente si el trabajo debe coordinarse en tiempo real con un equipo». Para la profesora Mar Sabadell si es imposible hacer un horario, «hay que buscar momentos de concentración aunque sean más breves y evitar las distracciones». No obstante, Isabel Aranda cree que la mejor solución con la familia cerca es «establecer un horario de trabajo compatible con la vida de casa. Tener un tiempo para trabajar y otro para atender a la familia. Cuando se trabaja, poner a los niños en modo tarea con el fin de tener nosotros nuestro tiempo de concentración. Es un error absoluto pensar que podemos estar todo el tiempo concentrados. En el trabajo también hay interrupciones (llamadas, reuniones…)».

Planificar y priorizar: «Defina con su responsable qué espera de cada día de la prestación, cuáles serán tus tareas u objetivos y qué canales debe utilizar para la resolución de incidencias y gestión del trabajo», recomienda De las Heras. «Establezca prioridades muy claras. Y deje todo lo demás para tiempos más relajados. El rendimiento se potencia muchos en breves tiempos. Por ejemplo, márquese un objetivo: antes de una hora tengo que haber hecho esto», aconseja Aranda.

Comunicación responsable: Isabel Aranda destaca la «importancia de la interacción en estos momentos de aislamiento. Tenemos las pantallas y el teléfono y es momento de recurrir a ellos, pero no de manera indiscriminada, sino fijando un tiempo para interactuar con amigos y familia. Y en horario de trabajo establecer un contacto con los compañeros, que actúe como un refuerzo de la cohesión de grupo». Lo que sí recomienda es no estar pendientes de las noticias en unos momentos que están resultando difíciles para todos. «Basta informarse dos veces al día», cree.

Pausa para el café: « Haz ejercicio y pausas a lo largo de la jornada para cambiar de postura. Hay que intentar adoptar una postura adecuada en una silla ergonómica evitando trabajar en el sofá, tumbados… contar con buena luz, evitar reflejos...», advierte De las Heras. En el horario de trabajo es necesario hacer pausas para almorzar, tomar un café o hablar con los compañeros. También recomienda Aranda oír música o hacer ejercicios de concentración.

Quitarse el pijama: «Es necesario mantener una rutina higiénica, de aseo y horarios de comida. Cómo se vea una persona y cómo conserve su estado de ánimo es importante. Cuando una persona le cambia el aspecto físico le cambia la autoestima», recomienda Pedro Moneo. «Eso no implica necesariamente trabajar en traje o con tacones, pero sí mantener unos hábitos para tener la sensación de que empieza el día», dice Arancha de las Heras. «El trabajo requiere meterse en ese rol, eso incluye cambiarse el pijama por ropa cómoda», aconseja la psicóloga Aranda.

Negociar con la familia: «No hay que imponer nuestros horarios al resto de la familia, sino negociarlos», advierte Aranda. «Es necesario que todos sus allegados conozcan cuáles son los momentos en los cuales tiene disponibilidad para evitar interrupciones innecesarias mientras se realiza el trabajo», dice De las Heras.

Conciliar las tareas del hogar: Trabajar en casa no significa hacer a la vez las tareas domésticas. Por eso, el consejo que ofrece de las Heras es «repartir tareas con el resto de la familia. Más que nunca, la casa pasa a ser una responsabilidad compartida. Las tareas del hogar también tienen que estar programadas en el horario y en ellas participar todos».

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