Movimiento internacional/Proyección

‘Biohackers’, los laboratorios abiertos que resetean los códigos de la biotecnología

Al estilo del primer Silicon Valley, la filosofía DIYBio conecta a grupos de talento multidisciplinar para el desarrollo de proyectos disruptivos

Linux, Arduino e incluso Android han bebido de la idea del `biohacking´

Alexia Columba Jerez

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Los ‘biohackers’, pese a ser confundidos con nigromantes o con la última serie de moda, pretenden abrir las puertas de los laboratorios. Unos lugares que son vistos como cajas negras de acceso limitado. Pero esa simple acción de compartir el conocimiento a través de la biología puede ser la mejor estrategia de divulgación científica , a la par que ha servido de hervidero de mentes inquietas que ahora están escalando sus ideas en trabajos que tratan de conjugar la proyección empresarial, con una suerte de patente abierta o Creative Commons en versión bio , y aquéllos que se decantan por la formación para ampliar las respuestas a una misma pregunta.

Con proyectos abiertos a todos y que eliminan la centralidad del conocimiento , tal como establece el movimiento DIYBio , es decir ‘Do it Yourself Biology’ (Hazlo tú mismo). Pero como reconoce Álvaro Jansà , uno de los primeros ‘biohackers’ de España, «falta gente que proyecte la idea empresarialmente y le dé un enfoque que llegue a la sociedad de forma masiva», dado que emprendedor y ‘biohacker’ pueden ser las dos caras de una misma moneda. Las comunidades que reúnen a gente creativa con buenas ideas se han revelado como epicentros de cambio que en este caso promueven la ciencia ciudadana y aplican los principios de bioseguridad y de sostenibilidad. El ‘biohacker’ está en las antípodas del bioterrorista , y el propio FBI ha declarado que no son una amenaza. Promueven acciones responsables y controladas para cumplir una de sus máximas, no hacer daño.

Gonzalo Saiz, ‘biohacker’ y doctorado en biología, apunta «el ‘biohacking’ implica la democratización de los procesos asociados a un laboratorio de biología». Y señala que se basa en la búsqueda de soluciones caseras, innovadoras y creativas, a las limitaciones de la tecnología existente. La idea surgió a mediados de la década de 2000 en Estados Unidos, cuando las técnicas biomoleculares, como la secuenciación, se abarataron y se hicieron más accesibles. Para este científico, el aspecto más importante sobre el ‘biohacking’ es la capacidad de realizar experimentos con material asequible gracias a la fabricación digital, la revolución electrónica de usuario y la simplificación de la programación. Así se puede construir todo desde cero para bajar costes o reciclar equipos de segundo mano para que sean más baratos. Esto es de gran utilidad para los países en vías de desarrollo o pequeños laboratorios que no pueden adquirir equipamiento muy caro. Lo que un ‘maker’ es a la industria digital, el biohacker lo es a la biología.

De lo micro a lo macro

Saiz y otros ocho compañeros de la Complutense estuvieron en el prestigioso concurso del MIT denominado Campeonato Internacional de Máquinas de Ingeniería Genética (iGEM 2018) , que bebe de la idea del ‘biohacker’ y que cuenta con rondas de inversión. La primera plaza fue para un equipo valenciano de la Universidad Politécnica de Valencia llamado Printeria, y que tenía un artilugio del tamaño de una caja de zapatos capaz de imprimir en el ADN de una bacteria. El grupo de la Universidad Complutense de Madrid obtuvo el octavo puesto, y posteriormente dos de los miembros del grupo serían los responsables de abrir el Openlab Madrid , enmarcado en la difusión práctica de la ciencia para la población, mediante experimentos sencillos y talleres para todas las edades.

La idea final del proyecto era que las personas pudieran seguir el movimiento de las moléculas en el entorno en tiempo real, desde su propio dispositivo móvil. Se podría ver la cantidad de moléculas de polen en una zona antes de dar un paseo, una posibilidad idónea para los alérgicos , o en caso de una epidemia por virus , detectar la cantidad de moléculas en el aire por zonas. Para ello la idea era usar aptámeros, que son moléculas de ADN de una sola hebra. Funcionan de forma similar a los anticuerpos, pero tienen dos ventajas principales: son muy baratos y mucho más estables. En suma, un dispositivo de detección de un alérgeno, pero que además podría ser adaptable a otros tipos de organismos biológicos, como define el ‘biohacker’ Rodrigo Hernández , que actualmente trabaja en la empresa Multiverse Computing . «Lo que queríamos era llevar el laboratorio a un microchip, con la idea de un internet de las biocosas . Por entonces, éramos unos raros, pero visto hoy con la perspectiva del coronavirus hubiera tenido un gran interés».

Fran Quero y Rodrigo Hernández en las oficinas de Multiverse Computing

La evolución de un proyecto de biohacking puede ser el de startup y empresa. Hernández, ingeniero de computación cuántica y estudiante de la Universidad de Oxford, y Francisco Quero, investigador de CRI y estudiante de la Universidad de París, están trabajando en bajar el coste a los test de diagnóstico del Covid para los países en vías de desarrollo.

La startup española Multiverse Computing se formó a partir de un grupo de trabajo de una asociación sin ánimo de lucro. La idea del proyecto es llevar la computación cuántica a la ingeniería de proteínas. Según Rodrigo Hernández, ese proceso es muy complejo y la computación clásica no puede hacerlo, pero sí la computación cuántica creando un diagnóstico que nos diría si tenemos o no Covid. «Esto está empezando a acelerarse, las personas que estábamos en un garaje son las que están detrás de este tipo de proyectos» , apostilla Hernández. Otras iniciativas ‘biohacking’ en Estados Unidos han conseguido abaratar los costes de la insulina o la epinefrina, pasando de 300 dólares a solo 30.

Idea divergente

El mismo espíritu colaborativo movió a Núria Conde, investigadora en el Instituto de Biología evolutiva (UPF-CSIC) y miembro del primer grupo de biohackers en España, DIYBio BCN . Y señala que hay otros proyectos impulsados por perfiles multidisciplinares (artistas, arquitectos, mecánicos) que aprenden biología sintética. Pero Conde también matiza que es necesario no confundir la idea de `biohacker´ con la del grinder, en el que las personas se injertan dispositivos cibernéticos para mejorar sus cuerpos.

Ejemplos en la geografía española de biohacking´ son los casos de Hangar.org (también en Barcelona), hay un biohacking Space en Granada (Guadalix de la Sierra), Biook (un proyecto liderado por Ricardo Mutuberria en Bilbao) y Etopía (Zaragoza). Estas y otras comunidades se unen en una asociación de ‘biohackers’ en España, todo ello demuestra un interés por el biohacking que va creciendo. Y a nivel internacional destacan The GaudiLab , Hackteria o LaPaillasse , entre otras.

La idea de un ‘biohacker’ puede generar empresas de éxito como Linux, Arduino u OpenSource. La misma fórmula se aplica a Álvaro Jansà, e studió biología humana en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) , y descubrió la filosofía del ‘hazlo tú mismo», uniéndose a Conde en DIYBio BCN. Ahora trabaja en Fablab Sant Cugat , que es el primer taller de fabricación digital en Europa que se integra en una escuela de negocios como es Esade . Tal como describe Jansà, «el Fablab es una empresa que constituye una red internacional de laboratorios de fabricación, donde tenemos desde empresas que quieren hacer un prototipo hasta formación con los alumnos de Esade o la ciudadanía». Es un centro donde se pueden fabricar cosas, modificar genéticamente levadura o crear un nuevo coche eléctrico .

Taller de Arduino Fablab Sant Cugat

Hay ‘biohackers’ especializados en robótica. Un ejemplo de su trabajo es el robot denominado Opentrons del Hospital Clínic de Barcelona , que permite el procesamiento de muestras para hacer pruebas PCR de forma masiva y diagnosticar al mayor número de personas afectadas por el Covid. Este tipo de robots cuestan millones de euros, pero una versión descargable de código abierto permite un acceso mucho más económico a esta tecnología.

Jansà describe que formando parte de DIYBio BCN idearon un maletín ginecológico, para ir a la casa de una persona que carece de recursos estatales o tiene problemas de movilidad y así ofrecer un primer diagnóstico. Y en lugar de costarte 30.000 euros te costaba 1000 euros. Un kit de bajo coste para hacer un cribado rápido que hubiese servido para atajar otros problemas, como el SIDA o el ébola. Asimismo, este biólogo colaboró con CoronavirusMakers en el desarrollo del primer respirador clase 3 . Para el biólogo es un hito de la comunidad ‘biohacker’ el que un grupo amateur consiguiese que el producto llegase al mercado.

Además Fablab tiene actualmente en marcha dos proyectos, un sistema de acuaponía que consiste en una pecera con dos pisos, uno inferior con una pecera clásica y en el superior hay plantas. La idea es que todos lo que excretan los peces lo toman las plantas para crecer. Si esto se hace a escala se traduce en un gran ahorro de agua, se evita el uso de herbicidas contaminantes y para el agricultor supone dos conductos de ingreso. El otro tiene que ver con la kombucha , que es una mezcla entre una bacteria y una levadura. Tradicionalmente se usa para hacer bebidas, de hecho en California se vende más kombucha que Coca Cola, y ahora están viendo cómo hacer textil con ella.

Ciencia ciudadana

Un ejemplo reciente de conocimiento compartido es el del Medialab-Prado Madrid , donde Ana Andrés ha liderado el proyecto responsable de Injerto Textil Vivo. La idea era trabajar con un textil que fuera respetuoso con la naturaleza usando biomateriales . Así surgieron proyectos como la elaboración de invernaderos con bioplásticos resistentes, pero que se pudiesen degradar funcionando como un fertilizante natural de la tierra. O la generación de lana mezclada con arcilla y extruida con una impresora 3D, dando lugar a un supermaterial, un proyecto nomidado a un premio nacional. Como afirma Jansà, de Fablab, «el ‘biohacking’ va a transformar la biotecnología. Hay que cambiar el chip para entender que es viable hacer productos comerciales que parten de esta filosofía». Una nueva mirada ante viejos problemas.

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