US Open

Carreño, contra Zverev y un amigo

El español lucha hoy por un puesto en la final del US Open contra el alemán, a quien dirige desde el banco David Ferrer

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En este punto del torneo, Pablo Carreño no puede reprimir una media sonrisa antes de admitir que, claro, que le gustaría ser el campeón de este US Open 2020 . Asume que los rivales son durísimos y entrega el peso de la presión a quien hoy es su rival, Alexander Zverev (Eurosport, 22.00 horas). El asturiano quiere hacer valer su madurez y mejoría contra el alemán -23 años, tenis, talento, fuerza y la obligación de hacer algo grande, señalado desde hace tiempo como el mejor de los jóvenes-, y, también, contra un amigo en banco enemigo: David Ferrer .

El alicantino, menos de dos años después de retirarse de las pistas, colabora con el alemán desde hace unos meses. Y conoce de maravilla al español. « Desde que era un niño, porque venía a entrenarse conmigo a Valencia », admite Ferrer, contento por su pupilo y también por quien considera un amigo. «Me alegro mucho de que esté en semifinales, de la buena gente siempre te alegra que les vaya bien. Es raro, mi primera experiencia como entrenador y me toca hablar con Zverev sobre qué tiene que hacer para jugar contra un compañero y un amigo», dijo el extenista en Eurosport.

Conoce bien de cerca el camino que ha llevado el asturiano desde aquella promesa júnior con números de grande -siete torneos «Futures» consecutivos, 7 del mundo- hasta ser décima raqueta en 2017, el año de su eclosión , ya en el circuito profesional.

También ha estado cerca de sus momentos complicados, como esa hernia discal que a punto estuvo de truncar su carrera casi antes de empezarla. O esos altibajos después de tocar su techo en Roland Garros -cuartos- y las semifinales de Indian Wells y el US Open 2017: un 2018 con lesiones y parones obligados que frenaron su evolución en la pista y en el convencimiento, y también aciago su 2019, con más dolores, pausas, primeras rondas, alejado de los puestos y las rondas de prestigio y un momento de furia a raíz de una decisión arbitral en el Abierto de Australia -perdió contra Kei Nishikori tras desaprovechar tres bolas de partido y dos sets-: lanzamiento del raquetero al suelo, insultos al juez de silla y una cura de humildad que resumió en: «los que me conocen saben que no soy así». Es el tenista educado y tranquilo que sufrió al abandonar el núcleo familiar en Gijón, con su padre arquitecto, su madre cardióloga y sus hermanas, por quienes cogió la raqueta por primera vez, y se lanzó solo a la aventura del tenis en Barcelona. Es el jugador que, limado por Javier Duarte en sus inicios, se impuso ser mejor en la Academia Juan Carlos Ferrero, con Ferrer como compañero de entrenamientos y viajes en la Davis -donde ya es un fijo de consistencia y garantías-, con Samuel López como guía, y Walter Navarro como esculpidor de un cuerpo más formado , adaptado a las exigencias de este tenis de bombardeo.

«Se alegrará por mí»

Hijo de este tenis, Zverev, a quien se mide hoy en otras semifinales, como las que protagonizaron en su único antecedente, en Miami 2018, y en las que acabó venciendo el alemán por 7-6 (4) y 6-2. Pero este Carreño no es aquel. En 2020 es el asturiano el que se pregunta «¿por qué no?» va a dar la sorpresa. Con una combinación de cordura y la calma, apuntalada con más agresividad , la que a veces faltaba para volver dar el estirón hacia las alturas. Consciente Ferrer: «Zverev dará un paso adelante para poder tener sus opciones». También Carreño: «David me conoce mucho, sí, pero el que juega es Zverev. Intentaré evitar que haga lo que David le pide, incomodar su juego, hacerle sufrir. David querrá que gane él, claro, pero si gano yo, creo que se alegrará también por mí».

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