Fútbol

Ser club deportivo o ser S.A.: cuando la ventaja se vuelve desventaja

Real Madrid y Barcelona planean de la mano dar entrada al capital privado en sus clubes. Una revolución que deben aprobar antes sus actuales propietarios, los socios, y que ya alimenta una triple discusión: jurídica, económica y sentimental

Fernando Pérez-Espinosa

En los últimos años estamos contemplando un proceso acelerado de transformación de los clubes deportivos, y, de manera específica, de los clubes de fútbol, en el ámbito europeo. Con carácter general, un club deportivo es una asociación privada integrada por personas físicas o jurídicas que tienen por objeto la promoción de una o varias modalidades deportivas.

En el caso de la regulación legal en España, se produjo un cambio muy importante a través de la Ley del Deporte de octubre de 1990, que, entre otras cosas, trató de dar una respuesta a la grave crisis económica, derivada de una mala gestión, en la que se encontraban los clubes que participaban en las competiciones profesionales. Con la peculiaridad que al tratarse de una mera asociación deportiva, los dirigentes no eran responsables del endeudamiento del club por esa mala gestión. Frente a esa situación, la fórmula incorporada por la nueva Ley del Deporte fue el establecimiento de un modelo de responsabilidad jurídica y económica, mediante la conversión obligatoria de los clubes profesionales en Sociedades Anónimas Deportivas . Lo que supone que, en términos generales , pasaron a regirse conforme a la normativa aplicables a las sociedades anónimas en la legislación mercantil general, con las peculiaridades previstas en la Ley del Deporte. Por lo tanto, los miembros del consejo de administración de esa sociedad anónima deportiva incurren en responsabilidad de los resultados negativos que pueden derivarse de su mala gestión.

No obstante, por motivos probablemente de influencia política, la Ley del Deporte estableció en la literalidad de la norma, « una excepción en la transformación en Sociedades Anónimas Deportivas para aquellos clubes que estando participando ya en competiciones deportivas profesionales, hayan demostrado una buena gestión con el régimen asociativo, manteniendo un patrimonio neto positivo durante los cuatro últimos ejercicios…». Cuatro clubes de fútbol se acogieron a dicha excepción: FC Barcelona, Club Atlético Osasuna, Athletic Club y Real Madrid .

Esa excepción les ha permitido mantener unas exigencias de control económico más favorables, y de manera específica, la aplicación de un gravamen específico sobre sus ingresos , que hasta 2016 era inferior, al aplicable a las sociedades anónimas deportivas.

Esta anómala situación ha dado lugar a la intervención de la Comisión Europea, de 4 de julio de 2016, relativa a la ayuda estatal, por considerar injustificado ese tratamiento especial. Y de manera concreta, ya ha dado lugar a un pronunciamiento del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, referido al FC Barcelona, de 4 de marzo de 2021, que considera que ese régimen de ayudas podía favorecer a los clubes que funcionaban como entidad sin ánimo de lucro frente aquellos que funcionaban como sociedad anónima deportiva. Por lo que desestima el recurso presentado por el club frente a la decisión de la Comisión.

Este hecho, en nuestra opinión, puede abrir la puerta a un cambio en la configuración de esos clubes que mantienen ese tratamiento especial. Incluso, debería justificar un cambio normativo, que elimine esa excepción, en el Proyecto de la nueva Ley del Deporte que está tramitando el Gobierno.

Pero existe un nuevo motivo que probablemente empuje a la transformación de esos clubes, sobre todo Barcelona y Real Madrid , a su cionversión en sociedades anónimas deportivas; la fuerte presencia de inversores que han pasado a controlar el capital de determinados clubes de la élite deportiva, incluso, la imagen de alguno de ellos con presencia de la marca de empresas multinacionales, y la cotización de las acciones de esos clubes en la Bolsa de Valores, como cualquier sociedad cotizada.

Ese camino de transformación, en mi opinión, viene a ignorar que el capital más valioso de un club, al margen de su dimensión, es su afición, los hinchas. Sin la presencia de los aficionados, socios o no, el club pierde su verdadera imagen de marca, y se convierte en otra cosa. Por eso, algunos clubes europeos han establecido límites a la participación en el capital social de la entidad, a fin de que sean los socios los que representen el voto mayoritario en las grandes decisiones. Los deportistas, con ser claves en los éxitos de un club, son de presencia pasajera, la realidad es que la historia del club la construyen sus socios, que, incluso, heredan de padres a hijos su carné.Estaremos atentos a esa previsible evolución de los clubes de fútbol.

Fernando Pérez-Espinosa. Abogado. Especialista en derecho deportivo

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