MotoGP

Valentino Rossi, un campeón planetario

El piloto italiano, nueve veces campeón del mundo, se despide del Mundial en Cheste convertido en una leyenda

Los grandes rivales de Valentino Rossi en cinco episodios clave

Valentino Rossi, una leyenda a todo gas

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Se despide una leyenda de las que han cambiado el deporte. No solo es piloto, es ídolo, capaz de mover y unir a miles de personas de todo el planeta en torno al color amarillo que lo ha representado durante toda su trayectoria. 26 años en el Mundial de Motociclismo que hoy terminan, en el Gran Premio de Valencia, llenas sus gradas para despedir a Valentino Rossi .

Lleva, en realidad, un par de años diciendo adiós. Las 42 primaveras quizá no significan tanto como la soltura de nuevos talentos que ya empezaron a perderle el respeto en la pista, mientras seguían con sus pósteres en las paredes de la habitación. El piloto escucha desde hace una década que debería retirarse, pero se ha materializado con números y tiempos en las últimas campañas. Perdida la batalla contra el tiempo tecnológico, su pilotaje no alcanzaba las velocidades que antaño lo habían convertido en lo que hoy es.

Debutó en 1996 y dice adiós en 2021, con un título de 125cc (1997), otro de 250cc (1999) y siete en la máxima categoría, 115 triunfos. Le faltó rematar, en sus palabras, esa décima corona que, bien por moto, bien por los rivales, le impidieron conquistar. Lo tuvo muy cerca en 2015, ese curso en el que todo se volvió rarísimo por esa patada a Marc Márquez , su último archienemigo, en el circuito de Sepang. Ahí se quedó el mejor Valentino, pues no pudo después recuperar la regularidad en los podios, que deja con una marca de 199 en la categoría reina (235 en total), imposible subirse a ninguno este curso por primera vez en toda su carrera.

«Me he divertido mucho», admitía hace unos días en el que es «su» circuito, el de Misano, a menos de 20 kilómetros de su casa. Las gradas, 35.000 aficionados de amarillo, le rindieron honores no solo por los números, sino también, o sobre todo, por las batallas, los adelantamientos, las emociones. Rossi, en eso, es doctor. De hecho, su club de fans confiesa que ganó más adeptos en los últimos años, cuando dejó de ganar títulos. Rossi no es solo un piloto.

Ha cosechado triunfos para el recuerdo. El de mayor relevancia para él, Sudáfrica 2004. Primera victoria vestido de Yamaha después de cometer lo que para algunos fue una de sus locuras: irse de Honda. De azul consiguió sus mejores carreras, también sus mejores rivalidades, también sus mayores enemigos. Sete Gibernau , con el que pasó del cariño al odio, por ejemplo, con aquella frase lapidaria: «Gibernau nunca volverá a ganar una carrera». Más intensa fue su relación con Max Biaggi , campeón italiano como él después de tantos años de sequía para el motociclismo nacional. En su primer año compitiendo en la misma pista, 2001, imágenes más de púgiles que de pilotos: adelantamientos forzados, fuera de pista, peinetas, amenazas de pelea… Con Casey Stoner no llegó a tanto, pero ahí dejó su impronta, con un adelantamiento en el Sacacorchos imposible de olvidar. Agria fue también su relación con Jorge Lorenzo , con ese muro en el garaje que compartían y con la decepción del italiano cuando versó su teoría sobre la ayuda que le prestó a Márquez para dejarlo sin título en 2015. También Márquez, qué duda cabe, fue uno de sus mayores rivales. El 'piccolo bastardo' que idolatraba al italiano se convirtió en el enemigo más feroz. Todavía hoy Rossi prefiere no hablar del tema.

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Anunciado su adiós definitivo en agosto, el italiano no sabe si estará preparado para el minuto después a cruzar bajo la bandera a cuadros. «Mi vida cambiará para siempre», aceptaba estos días en una entrevista en Dazn. Será padre por primera vez, y a partir de ahí, un nuevo mundo que pasa por su idea de pilotar coches y seguir con sus discípulos. Porque también es maestro, de la Academia VR46 , o desde antes incluso, con su rancho, donde invitaba a pilotos amigos y con proyección. Allí seguirá, quizá consolidado también su equipo Team VR46 para la próxima campaña, con su hermano Luca Marini y Marco Bezzecchi. Rossi nunca podrá irse de las motos.

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