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Halterofilia

Lidia Valentín quiere ser historia

En los Juegos de Pekín acabó quinta y en Londres fue cuarta al quedarse a cuatro kilogramos del bronce: 265 kilos (120 en arrancada más 145 en dos tiempos).

Lidia Valentin, en pleno esfuerzo.
Lidia Valentin, en pleno esfuerzo. - Efe

Tiene medallas europeas y medallas mundiales, pero le falta la olímpica. Lidia Valentín (Camponayara, León, 1985) tiene experiencia, años acumulados en el deporte de alto de rendimiento, y los Juegos de Río son para ella la oportunidad de poner el broche a su carrera como haltera. En los Juegos de Pekín acabó quinta y en Londres fue cuarta al quedarse a cuatro kilogramos del bronce: 265 kilos (120 en arrancada más 145 en dos tiempos). Su progresión en este deporte le sitúa en la pugna por las medallas, un hecho sin precedentes en la historia de la halterofilia española. «No es un sueño. Es una opción real», asegura. «Tengo que realizar una buena preparación y llegar en mi mejor momento a Río para hacer mi mejor competición. Entonces los resultados vendrán solos». Por lo pronto tiene intención de cerrar su preparación con el Preolímpico que se disputará en Heidelberg (Alemania) «para coger sensaciones en la alta competición». Y es que Valentín anda justa de competiciones en el último año. Un lesión en la zona dorsal le ha tenido parada durante seis meses, lo que le impidió disputar la última cita continental en Noruega, así como el Mundial en Houston (Estados Unidos). «La lesión está olvidada», dice.

Valentín se juega la preparación de cuatro años en una hora y media, que es lo que dura la competición. Y dentro de esa hora y media, se lo juega en segundos. No estará lejos de las medallas si consigue 124 kilogramos en arrancada y 150 en dos tiempos. «Estará la campeona olímpica, la kazaja Svetlana Podobedova, alguna rusa y la china Zhou Lul que lo van a poner bastante complicado. Pero yo me voy a centrar exclusivamente en mi competición y en hacer mi mejor participación olímpica. Confío en mi duro trabajo diario». Ese que viene haciendo desde que con 15 años llegó a la Residencia Joaquín Blume de Madrid. En este tiempo ha logrado ser doble campeona de Europa (2014 y 2015) y sobre todo ha conseguido cambiar la percepción de la halterofilia entre las mujeres. «Muchas niñas que comienzan encuentran en mi un referente, lo que hace sentirme afortunada», admite.

En Río volverá a seguir el mismo ritual. Dos horas antes de competir pasará por el pesaje. No llegará a 75 kilos. Cuando pase por la báscula comerá, normalmente arroz y pollo, luego se relajará con música y visualizará la competición. «Es importantísimo no activarse antes de tiempo. Si estás muy activado antes de la competición, adiós».

Y es que en contra de la sensación general, la fuerza y la técnica no definen a una campeona. «Lo físico se entrena. Pero la clave está en la mente. En un segundo te juegas todo», dice.

Antes de salir a competir, su entrenador Matías Fernández le masajeará los hombros. Se aplicará magnesio en las manos y subirá a la tarima con su atuendo habitual: pendientes de perlas, un cinturón de Hello Kitty y muñequeras. «Hay tres cosas fundamentales en este deporte: el estado físico, la técnica y el estado mental, si alguno de los tres falla, vas a fallar seguro».

No quiere ni pensarlo. Porque como dice la frase impresa en una fotografía suya que adorna su habitación, ella no quiere ser un capítulo: «Quiero ser historia».

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