Pedro García Cuartango

El hombre frente al mito

Pedro García Cuartango

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Fue Koke el que dijo que «Cristiano Ronaldo es un atleta y Messi es Dios». Efectivamente, no hay ningún jugador tan decisivo ni tan influyente en el campo como el argentino. Ha sumado cuatro Champions y ha sido cinco veces Balón de Oro. Pero, a unos días de cumplir 31 años, tiene una asignatura pendiente: ganar un Mundial. Parece una tarea imposible tras la humillante derrota de ayer frente a Croacia.

Messi no es querido ni valorado en su país. La sombra de Maradona, que llevó a Argentina a la victoria en el Mundial de 1986 con un rendimiento excelso, sigue oscureciendo la figura del astro del Barcelona. Maradona es como el tango, Gardel o el mate, mientras que Messi es como un extraño al que se le invita a cenar.

Ningún argentino ha olvidado el gol que Diego Armando le metió al guardameta inglés Peter Shilton con la mano, ni el asombroso quiebro que hizo a dos defensores belgas antes de batir a Pfaff, ni el pase a Burruchaga del tercer tanto que dio la victoria en la final en México contra Alemania. Por el contrario, la figura de Messi se asocia al fracaso y las derrotas de la escuadra albiceleste en la última década, ignorando que su actuación fue clave para que Argentina disputara la final en Brasil.

Los designios del corazón son misteriosos. Messi, nacido en Rosario, es educado, formal y respetuoso. Un hijo modelo, según su madre. Maradona, originario de un suburbio de Buenos Aires, es caprichoso, egocéntrico e inestable. Abusó de la droga y se rodeó de malas compañías. Pero Diego es amado por los argentinos mientras que Messi suscita indiferencia por no decir rechazo. A lo largo de estos días, ha sufrido durísimos ataques por el fallo del penalti ante Islandia. A Sampaoli le han acusado de ser una marioneta de Messi, que, según sus detractores, es el que decide quién tiene que jugar. Ayer perdió el poco crédito que le quedaba en una noche aciaga.

Ya se sabe que el fútbol es pura emoción, pero en un país donde cada ciudadano es a la vez psicoanalista y seleccionador, Messi lleva las de perder con Maradona, que ha dejado de ser un hombre para convertirse en un mito.

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