FC Barcelona

José Luis Núñez, el padre del fútbol moderno

El célebre presidente del Barcelona fallece con 87 años. Fichó a Schuster y Maradona, pero su gran éxito fue apostar por Cruyff como técnico

Muere Núñez, histórico presidente del Barça

Nuñez y Cruyff, en la presentación del holandés como técnico del Barcelona EFE
Salvador Sostres

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El fútbol moderno español no puede entenderse sin José Luis Núñez Clemente (7 de septiembre de 1931, Baracaldo) . Él fue quien primero entendió que sin la parte del negocio sería imposible la excelencia deportiva. Se ocupó antes que nadie de aspectos en aquellos tiempos tan desconocidos, y hasta tan extravagantes como el merchandising, la explotación de la publicidad estática, los derechos de imagen de los jugadores y sobre todo los derechos de televisión, todos ellos englobados en el concepto de «ingresos atípicos». Se preocupó de ir aumentando paulatinamente la masa social del club: cuando llegó a la presidencia, a finales de 1978, el Barça tenía 77.905 socios y en el año 2000, cuando dimitió, esta cifra se había ampliado hasta los 106.000.

Núñez tuvo la audacia de asumir que ningún club podría competir en serio sólo con las ganancias que llegaban de los abonos, y además de los ingresos atípicos creó torneos como la Supercopa para ampliar la recaudación . Pero sin duda su mayor acierto, el que lo convierte en el padre de la estructura empresarial del fútbol tal como hoy lo conocemos, fue su instinto de cobrar primero a las radios, a finales de los años 80, un canon por entrar en los estadios; y por negociar luego los contratos televisivos al alza, siendo por ello el claro precursor de la mayor fuente de ingresos de la que en la actualidad los clubes disponen.

Pero a pesar de su afán por el negocio, por el beneficio que el club necesitaba para poder fichar en condiciones, no lo buscó nunca de un modo grosero ni matando a la gallina de los huevos de oro. Mantuvo, por ejemplo, la camiseta impoluta, siendo el Barcelona el único gran equipo del mundo que jugaba sin lucir ningún tipo de publicidad . Otro detalle de calidad fue que a la hora de ampliar el Camp Nou, no renunció la magnífica obra del arquitecto Francesc Mitjans -como pretende hacer la actual Junta Directiva-, y en lugar de destruir la sonrisa que dibuja la parte de la silueta del estadio que queda frente a la tribuna, hundió el césped algunos metros para ganar aforo. Igualmente, mantuvo siempre bajos -uno de los más bajos de Europa- el precio de los abonos, para que los socios del Barcelona continuaran siendo, en alguna medida, una representación de la sociedad catalana.

La contratación de jugadores mediáticos también fue una aportación suya, incluso antes de que el concepto «mediático» se pusiera de moda. Fichó, entre otros, a Schuster y a Maradona, y fue el primero en gastar 1.000 millones de las antiguas pesetas en un defensa, Ronald Koeman , seguramente los 1.000 millones mejor invertidos de la historia del fútbol, porque no sólo Koeman marcó en Wembley el gol que le dio al Barça su primera Copa de Europa, sino que fue el eje de referencia del Dream Team. Pero el gran fichaje de Núñez fue, sin duda, el de Johan Cruyff como entrenador. Tuvo la paciencia de esperar dos temporadas más o menos mediocres a que el Dream Team eclosionara. No es imaginable que ningún presidente tuviera hoy la clase paciencia que él tuvo con el holandés, pero al final no fue menor la recompensa de ser el que propició la eclosión de un estilo de fútbol que se ha convertido en la identidad del club incluso hasta más que el escudo o los colores de la camiseta.

A pesar de que el fútbol siempre tuvo prioridad, Núñez cuidó con afecto e inteligencia de las distintas secciones deportivas : el baloncesto, el hockey o el balonmano tuvieron bajo su presidencia el presupuesto necesario para crear grandes equipos y lograr considerables éxitos.

Por su peculiar modo de hablar y la memorable parodia que de él hizo Alfonso Arús , fue tomado mucho más como un personaje gracioso y hasta un poco friki, que como el empresario visionario que en realidad fue. Por su enfrentamiento con Cruyff -que algunos jamás le perdonamos- fue desmesuradamente odiado, cuando es en realidad barbarie que cualquier socio o aficionado del Barça no le recuerde con gratitud y reconocimiento.

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