Una España joven aparece en Ucrania

Un partido sin historia se acabó convirtiendo en la mejor promesa para la Eurocopa de Francia. El fútbol dejó de tener la cualidad absurda y horizontal del trámite.

Sacaba Del Bosque un equipo joven, nuevo, en un campo complicado, porque Ucrania se jugaba el acceso directo a la Eurocopa. Y por momentos España estuvo muy bien. Llegó a tener el 70% de posesión y cosas más que interesantes. En primer lugar, las que generó Nolito, que era la verticalidad del equipo, una verticalidad poderosa de jugador que se va a por el rival. Junto a él, o alrededor de él, las acciones de Thiago e Isco, que se entendieron. Conectaron en una frecuencia superior.

Como dos músicos que se citan de oído o como dos jóvenes romantizados que al conocerse hablan de los mismos libros, los dos se animaban, se retaban e incitaban en unos instantes fugaces de fútbol muy prometedor.

¿Quién podrá parar a España si junta a estos dos jugadores más Busquets e Iniesta o Silva?

El fútbol de Thiago es hermosísimo. Se le ve cómo acompaña el juego, pequeño e imaginativo, como lo sigue y a la vez lo piensa como un curso paralelo de la jugada, como una posibilidad siempre abierta, alguien que fuera desmigando notas al pie de página de fútbol erudito; y el balón con él se hace enorme, central, infantil. Thiago en las ruletas se sube a la pelota. E Isco, que va y viene de posiciones en el Madrid, haciéndose serio y concreto, se animó con él en una tanda de requiebros que mandaron a la defensa ucraniana de lado a lado, como turistas mareados en la cubierta de un crucero.

En esos minutos hubo un ritmillo, un hormigueo antiguo de jugadores posesivos y privilegiados. Era toque, pero un toque distinto, con corcheas, arabescos y sentido.

España marcó en el 21' con una jugada entre Nolito y Thiago que remató el debutante Mario; poco después, Nolito y Cesc fabricaron un penalti que paró Kyatov, quizás por la paradiña sin gracia, paradiña siesa y algo reumática de Fábregas, que cumplía ayer cien partidos con España. Cien partidos ya de un jugador que siempre ha tenido, y parece tener aún, algo de promesa, de jugador cuyo rompimiento no llegó nunca.

Ucrania respondía con contras y llegadas muy rápidas y muy directas por la banda de Shevchuk y Konoplianka. Allí se encontró con De Gea, que hizo varias paradas, y hasta algún paradón. Ahora bien, no termina de parar, todo lo despeja con puños y pies, con ademanes de portero de balonmano. Pese a eso, o gracias a eso, dio una sensación nueva de seguridad y poderío en la portería (¿Ha de ser el portero del Manchester suplente del portero del Oporto?).

En el último rato de la primera parte, el encantamiento fugaz de la pareja Thiago e Isco se fue deshaciendo y España perdió sitio. En la grada lo miraba todo Mourinho, que llevaba una capucha muy rara de ballestero medieval.

Ucrania volvió al ataque en la segunda parte por el lado de Yarmolenko, un futbolista rápido y con disparo. También subía la presión, acuciados. Los futbolistas ucranianos tienen rasgos que se repiten con el tiempo: son dinámicos, propensos al slalom, con buen chut. Konoplianka también empezó a martillear.

En el 54' se le anuló a España un gol tras una jugada excepcional de Thiago con pared de Isco de tacón. Son lo más parecido que tenemos a otros Xavi e Iniesta. O lo más parecido que hay en Europa.

Y De Gea, mientras, parando por arriba y por abajo, sobrado de facultades.

España sufría con la presión, pero los espacios se abrían en los contragolpes, Ucrania se agrietaba; Isco y Thiago estaban de dulce, aunque Nolito fuera a menos hasta su sustitución.

Del Bosque metió a Busquets por Alcácer (hum... ¿mandaba un mensaje?) y España acabó entre fantasmales olés que nadie le daba. Una España joven, la emergencia, por fin, de una generación, mandaba a Ucrania a la repesca. E Isco, Thiago y De Gea vinieron a decir que también son titulares.

Don Vicente, anímese, ahí están los jóvenes.

¿O es que van a ser nuestros políticos más jóvenes que nuestros futbolistas?