Messi y Luis Enrique, en un entrenamiento del Barcelona
Messi y Luis Enrique, en un entrenamiento del Barcelona - efe
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Luis Enrique mima a Messi

El técnico sucumbe a la voluntad del astro, que ha jugado todos los minutos oficiales

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Una vez más, conviene rescatar a Pep Guardiola para hablar de Leo Messi. Fue él quien propició su explosión definitiva, el que asistió a su consagración como futbolista histórico. El peso de su reflexión, por tanto, está más que justificado. Entre 2008 y 2012, el técnico de Santpedor tuvo muy clara la fórmula para sacar lo mejor del argentino: «Que sea feliz y disfrute en el campo. Su ambición nos ayuda a todos». Esa máxima, mezclada con la creación expresa de la posición de falso «nueve», marcó de principio a fin la prolífica fábula que coprotagonizaron Pep y Leo durante cuatro temporadas, un relato en el que el entrenador, con conocimiento de causa, no contemplaba la opción de dar descanso ordinario a su mejor jugador.

Siguiendo esa norma, tanto Guardiola como Tito Vilanova tenían asumido que la felicidad de Messi (y el consiguiente equilibrio del grupo) pasaba por encima de su voluntad, de su intranquilidad ante una eventual lesión. Por ello sorprendió tanto que a Gerardo Martino se le ocurriera sustituir a Messi por Iniesta en su primer partido oficial en el Camp Nou hace más de un año. El Barcelona le ganaba 6-0 al Levante y el míster argentino se adjudicó una imagen insólita desde mayo de 2010. Más de tres años hacía que el astro no abandonaba un partido antes de tiempo. A la primera acató sin rechistar, pero a la segunda (contra la Real Sociedad) ganó el túnel de vestuarios con gesto de desaprobación. Dos meses más tarde, Messi cayó lesionado hasta enero.

Martino, que a principios de marzo comunicó al club su irrevocable marcha en junio, recibió elogios por su supuesta osadía con la máxima estrella del equipo. «Por fin alguien se atreve a sentarlo», retumbó en alguna tertulia. La trayectoria del Tata terminó a cero y después de la «remodelación profunda» resulta que el nuevo entrenador ha recuperado la antigua manía de dejar que Messi juegue cuanto quiera. Todo, de momento.

Primero la Champions

Luis Enrique pregona «competencia feroz», pero sabe que si no se gana al astro puede estrellarse por el camino. Solo así puede explicarse la estampa del pasado sábado, con el técnico sugiriendo el cambio al delantero y éste declinando con el pulgar en alto. En el momento «Lucho» reaccionó con guasa, pero ayer, en la previa del Barça-Ajax, se cansó de que le preguntaran por una escena, vaya por delante, poco coherente con la jerarquía habitual. «Los hechos son interpretables en función de lo que interese», afirmó. «Seguiré confiando en mi feeling con mis jugadores». No hubo más detalles. En cambio, Neymar, el escogido para abandonar el campo tras la negativa de su colega, sí que profundizó: «No me molestó el cambio. Leo tiene que batir un récord (el de Zarra), está haciendo historia».

Al margen del debate, el Barcelona recibe esta noche al Ajax de Frank De Boer en la tercera jornada de la liguilla de la Champions. La derrota de los azulgrana ante el PSG les obliga lograr la victoria contra el cuadro «ajacied», que pese a sus buenas formas está a cuatro puntos del PSV en su Liga. Luis Enrique prepara alguna rotación aunque desmienta que, de refilón, piensa en el clásico del sábado.

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