Fórmula 1

Viaje al corazón de la Fórmula 1

ABC visita la factoría de Renault, que emplea a 680 personas en Enstone solo para fabricar el chasis y las piezas de sus coches

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En uno de los departamentos de diseño de la factoría de Renault Fórmula 1 en Enstone (Inglaterra) cuenta uno de sus responsables: «Hacemos 65 configuraciones distintas del coche cada semana para tratar de ganar un par de décimas por vuelta en cada carrera». El hombre habla entusiasmado, pese a que su equipo, Renault F1, no se ha clasificado para la Q3 (los diez mejores coches) en Japón. En el viaje que realizó ABC al corazón de este deporte, una fábrica de una escudería, se llega a la conclusión de que 680 personas trabajando para construir el chasis de un bólido (otras tantas en Francia para evolucionar el motor) y más de 350 millones de presupuesto no se traducen obligatoriamente en un coche puntero. Detrás de los monoplazas que vemos cada fin de semana existe una invisible industria de especialistas altamente cualificados.

La entrada a la imponente factoría de Enstone recuerda que Renault es un equipo de mitad de tabla. La divisa negra y amarilla se estrenó en 1977 (Jean-Pierre Jabouille), siguió con apellidos potentes (Arnoux, Prost), se encumbró con Fernando Alonso (sus dos únicos títulos, 2005 y 2006) y transita por la zona tibia con Kubica, Hulkenberg y Carlos Sainz. Las imágenes de coches y pilotos presiden la estancia que da acceso a un gigantesco taller con alma de quirófano.

Como en la Fórmula 1, cunde el gigantismo y las grandes cifras. Hay departamentos y personal específico para cada elemento del coche: el volante, la caja de cambios (se construyen ocho al año, 455.000 euros cada una), los alerones, los frenos, el diseño de partes mecánicas, las piezas diminutas que apenas se ven, el sector que calcula la vibración de las suspensiones. En un método artesano, el coche se construye en miniatura al 60% antes de pasar al túnel del viento.

El chasis del coche que conducen este año el madrileño Carlos Sainz y el alemán Nico Hulkenberg se construye por partes. Como si fueran rebanadas de un pan bimbo que se unen al final del proceso. Siempre a 21 grados en la sala de manufactura, los empleados de Renault producen piezas de resina azul trazadas por los ingenieros que posteriormente transforman en fibra de carbono, un material de referencia en la F1 liviano como la pluma de un ave.

La nave donde se ubica el simulador es la estrella para cualquier visitante. Una imponente estancia con decenas de pantallas y una mastodóntica play station reproducen a tamaño real un coche de Fórmula 1 con sus neumáticos imaginarios recorriendo circuitos virtuales que simulan los trazados reales del calendario de carreras. Unos ocho metros de proyector al que acuden los pilotos profesionales para experimentar la sensación de conducir en Mónaco, Montmeló o Singapur sin salir de un pueblo de Inglaterra.

En la denominada «sala de operaciones», un grupo de ingenieros laboran en sintonía horaria con los empleados de Renault desplazados al Gran Premio de Japón. Son la extensión del muro y el garaje del equipo francés en Suzuka. Allí trabaja Raúl Úbeda, integrante de la docena de españoles que despliega su talento en Enstone. «Chequeamos frenos, suspensiones, neumáticos, GPS. Es una información muy útil para el equipo que acude a las carreras».

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