Vuelta a España

El éxito desvela al Euskadi-Murias

Óscar Rodríguez, que recibió la visita de Induráin, apenas pudo dormir por la emoción de su victoria

J. Gómez Peña

«Después de esto debería retirarme», dice, mitad broma y mitad en serio, Jon Odriozola a la sombra de un edificio de Cistierna, salida de la decimocuarta etapa. La anterior, la número 13, fue la suya, la de la victoria en la Camperona de Óscar Rodríguez. La primera del equipo Euskadi-Murias que dirige. Ha llegado tan pronto que, de repente, a Odriozola se le han juntado todas las emociones. «Aparte de los temas familiares, ha sido el momento más emotivo de mi vida», dice. Y se frena. Una noche después le puede aún la congoja. Casi se le dibuja un ‘puchero’ en el rostro. «Lloré muchísimo con la victoria, y mira que a mí me cuesta llorar». La noche del éxito la pasó en la cama mirando el techo de un hotel en Sahagún. Feliz. Rebobinando la secuencia de la Camperona. «Es que hemos emocionado a mucha gente -se alegra-. Tengo el teléfono lleno de mensajes de aficionados que se alegran de ver de nuevo a un equipo vasco ahí arriba».

Tampoco pegó ojo el ganador, el navarro Óscar Rodríguez. Es de Burlada y en la salida de Cistierna recibió la visita de un vecino, un villavés, un tal Miguel Induráin, con el que sale a rodar de vez en cuando. «Ufff. Todo son felicitaciones, fotos, gente, entrevistas... La verdad es que ni había pensado en la repercusión que tiene algo así. Tampoco pensaba que podía ganar y mira», comenta. Aún le costaba asimilar su logro. «Es que miras la clasificación y ves a todos por detrás. En la fuga venían corredores de primer nivel. Sólo cuando faltaban 500 metros empecé a verme ganador».

Fue el primer corredor del Euskadi-Murias que bajó el autobús en la salida. Le esperaban su familia y su novia. A ellos y al equipo dedicó el triunfo. «Hace dos años dejé la universidad por el ciclismo. Estudiaba ingeniería. Había sacado el primer curso, pero el segundo se complicó porque la bicicleta me exigía mucho tiempo. Lo planteé en casa y me dijeron que adelante, que la oportunidad de ser ciclista era ahora no nunca», recuerda. En ese salto al vacío, la familia puso la red. «Vaya noche de nervios, de emoción, de mensajes, de estrés». Como una noche de Reyes Magos adelantada.

En el Euskadi-Murias, como antes en el equipo amateur Lizarte, conocen la capacidad escaladora de Rodríguez. Cuando dejó atrás a Majka y Teuns en la Camperona, lo comprobó el resto del pelotón. «Sí, soy un escalador y creo que me puedo adaptar bien a las etapas contrarreloj», se define. Si es así, el conjunto vasco tiene un líder para el futuro. De eso, del porvenir del equipo, hablará Odriozola el lunes, durante la segunda jornada de descanso. «Este triunfo y esta Vuelta son un punto de inflexión. La gente tenía ganas de ver a un equipo de Euskadi triunfando», apunta el mánager de la escuadra. «Hemos llegado a la gente. Y no sólo en Euskadi. Al inicio del año, también lo noté en la Vuela a Andalucía», añade.

A dos pasos está la etapa del Balcón de Bizkaia, el próximo miércoles. Los ciclistas del Euskadi-Murias buscarán una victoria que es casi inalcanzable para ellos. «El triunfo de Óscar es muy importante por eso, porque nos demuestra que con trabajo todo es posible», defiende Odriozola, que es realista. Repetir el éxito de la Camperona sería más que un sueño. En la etapa que va de Getxo a Oiz, su meta es hacer disfrutar al público. «Llegar a ese día con una victoria en el bolsillo será grandioso. Sé que la afición vasca va a estar con nosotros. Lo viví con el Euskaltel-Euskadi y lo vamos a volver a disfrutar. Hemos conseguido algo impensable con los pocos recursos que tenemos», apuntó. Para alcanzar un día el Tour, necesita mucho más.

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