Vuelta a España

Roglic hace eses en el Angliru

El inglés Carthy gana en la mítica cima, que aún pareció más dura sin público. Carapaz, otra vez líder

Así está la clasificación general de la Vuelta tras la etapa del Angliru

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En la Cueña les Cabres siete ciclistas se retuercen como anguilas atrapadas en un mar de aceite. Es el tramo más mortífero del Angliru, la montaña de las rampas imposibles que en 1999 inauguró el Chava Jiménez con una victoria y aquella sentencia de torero antiguo, «Para que la cima sea mítica tenía que ganar yo». En la cuesta, el desnivel crece hasta límites inimaginables (24 metros de elevación por cada 100 de largo). Por allí ha atacado Enric Mas, tensa la cadena Richard Carapaz y prepara su asalto Hugh Carthy. Por allí hace eses Primoz Roglic, zig zag en la carretera, para mantenerse en pie y no quedarse clavado. El líder de la Vuelta, casi ganador del Tour, descubre la exigencia de la montaña asturiana en 40 minutos de infierno. Lo salva. Aguanta. Pierde el maillot rojo por segundos, pero no la carrera. En la meta vence el inglés Hugh Carthy, revelación de esta edición y de esta escalada sin público, que permite apreciar la salvajada de una carretera que se construyó para que los ganaderos vigilasen al ganado .

El Angliru anula el efecto de una etapa que cruza las cuencas mineras de Asturias a la velocidad de un rayo. El día nace como una centella con el Movistar en el descenso del Mozqueta , el puerto que enlaza el valle de Turón con Mieres por Urbiés. Aviva el ritmo a la entrada de Pola de Lena camino del Cordal, cuyo descenso es un santuario de antiguos ciclistas caídos (Olano, escartín, Igor Antón...). Y se presenta pimpante en el Angliru, con cuatro gregarios de Roglic dispuestos a marcar el paso, Gesink, Bennet, Vingegaard y Kuss.

Pero no hay ritmo que valga en el Angliru, cuando el área recreativa de Viapará separa el puerto tendido de las tinieblas. El Angliru es un sálvese quien pueda, una pugna entre la gravedad y el esfuerzo individual. De poco sirven los compañeros porque no hay aire que cortar, ni paso que seguir. Es crueldad en cada rampa...

Hay un detalle engañoso que muestra otra realidad. No hay público, no existe ese pasillo estrecho de otras tardes que empuja, alienta y confunde al ciclista. Roglic nunca ha subido el puerto y se las promete feliz custodiado por sus colegas. Pero al franquear Viapará, la realidad cambia. Gesink cede, también Bennett y solo el joven Vingegaard está a la altura de la montaña durante un par de kilómetros. También, Kuss, pero este es probablemente el mejor escalador del mundo y está al servicio de Roglic.

El asfalto paraliza al pequeño pelotón de siete (Kuss, Roglic, Carapaz, Enric Mas, Carthy, Vlasov y Woods) en cada giro, y lo tortura para siempre en la Cueña les Cabres . En esa recta que concentra a cientos de personas cada vez que se accede a esta montaña se hace el vacío y el silencio. La ausencia de gente decreta la fiereza del coloso.

Los ciclistas suben parados, a seis o siete por hora , como si se los estuviera tragando la tierra, hubiese brea en el asfato o manos invisibles sujetasen las ruedas para impedir su avance. Se puede apreciar sin dificultad cada raya de separación de la carretera, tan despacio van los mejores escaladores de la Vuelta.

Enric Mas ataca en lo peor de lo peor. Sale por la derecha a buscar la gloria de otros españoles que conquistaron el Angliru: Chava, Heras, Contador... Es valiente y honorable su derrote y durante unos minutos parece que conseguirá su propósito. El público virtual al otro lado del televisor o la tablet empuja al mallorquín en espera de su coronación. Pero la Cueña es demasiado brutal para Enric Mas . No logra escapar.

En ese momento de agonía, el líder muestra debilidad. Roglic comienza a hacer zigzags en la recta. Eses para compensar la recta imposible. Lo que hacen cientos de globeros que cada día suben el puerto. Ir de lado a lado para hacer más soportable el tormento. Esas eses y el apoyo de Kuss , que regresa a su altura, salvan al esloveno.

En realidad nadie va mucho mejor que él. Sufren todos. Carapaz, para consolidar su ritmo creciente, Mas para aguantar al ecuatoriano, y Carthy para ganar unos metros que le van a proporcionar la victoria.

Sin los empujones del público a los ciclistas , Marc Soler pierde quince minutos, Valverde tres y así casi todos. Carthy ha tomado una ligera ventaja que en el alivio final del puerto, en ligero descenso, le sirven para inscribir su nombre en el Angliru. Carapaz le toma unos segundos a Roglic y es líder por solo 10 segundos con la contrarreloj de Ézaro, mitad llana, mitad pared, el martes. Enric Mas, el que desató el vendaval, no consigue el triunfo que buscó su equipo, pero se demuestra a sí mismo que aún tiene tiempo para estar con los mejores en una gran vuelta.

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