Vuelta a España

Kwiatkowski explora sus límites en la Vuelta

El líder, que vale para casi todo, quiere probar aquí su resistencia en una carrera de tres semanas

El Kwiatkowski, del Sky, líder de la Vuelta a España EFE

J. Gómez Peña

Durante el pasado Tour, el belga Greg van Avermae t ofreció un curso a pedales sobre cómo honrar el maillot amarillo. Lo ganó en el llano y lo defendió con las uñas en la montaña. Como no es un escalador, se fugaba. Por un día más de amarillo lo dio todo. El Tour inclinó la cabeza a su paso. Una defensa así distingue a los mejores. Van Avermaet, campeón olímpico, ya era grande antes de ese último Tour en el que su talla aumentó. El primer líder de esta Vuelta, el australiano Rohan Dennis , tiene otra visión del ciclismo, más pragmática. Para qué desgastarse en vano. Ganó el prólogo de Málaga y esa misma tarde ya dijo que no iba a matarse por mantener el liderato. Al día siguiente cedió casi un cuarto de hora.

El maillot rojo de líder lo recogió el polaco Michal Kwiatkowsk i, que anunció que iba a ser como Van Avermaet: «Hay que respetar esta prenda. Lo defenderé hasta donde pueda». Pero ayer «medio cumplió» su palabra. Prefirió ser calculador y no desgastar a su equipo, el Sky. «Sabía que otros iban a tirar a por los fugados». Entre el Lotto-Jumbo y los arreones finales de Valverde en busca de Yates, Kwiatkowski salvó el liderato por unos segundos . «Bueno, pero es que yo no soy el más peligroso de cara a la general. Más presión tienen Quintana, Valve rde, Buchmann o Bennett. Tienen que sacar tiempo en cuestas así», declaró. Su táctica es conservadora: «Hacía mucho calor. Correr así es todo un reto. Se trataba de guardar fuerzas». En el Sky mandan las matemáticas.

Polonia es un país de escasa tradición ciclista . Allí, la gran cita ciclista era la Carrera de la Paz, símbolo de mundo comunista. El ídolo popular no era ni Anquetil ni Merckx, sino Ruyszard Szurkowski , cuatro veces vencedor de La Paz y campeón del mundo amateur en el Mundial de Barcelona de 1973. En aquella época los ciclistas polacos no podían ser profesionales.

Tampoco luego lo han tenido fácil. Ahora, con el salto a la máxima categoría del CCC, que se quedará en 2019 con parte de la estructura del BMC , Polonia se reserva un hueco en el núcleo del pelotón mundial. CCC es una firma de zapatos que desde hace años patrocina una escuadra de segundo nivel. El crecimiento de la Vuelta a Polonia y la aparición de un portento como Kwiatkowski, campeón del mundo en 2014 y ganador de la Amstel Gold Race y la Milán-San Remo, han impulsado la eclosión del ciclismo polaco.

El CCC servirá de puerta de acceso para la cantera. Kwiatkowski tuvo que hacer solo ese viaje inicial. La culpa la tuvo Tom Boonen. En septiembre de 2005, el Mundial corría por las calles de Madrid. Un chaval polaco vio ganar a su ídolo, Boonen. «Yo tenía quince años. Le admiraba. Me compré unas zapatillas como las suyas». Por ser como el belga acabó en Alsasua, en el equipo Caja Rural. Maduró pronto. El Radioshack de Armstrong detectó su talento y le llamó. Como luego el Quick Step y ahora el Sky.

Todos vieron que Kwiatkowski vale para casi todo . Ya es clasicómano, ganador de vueltas de una semana, contrarrelojista, rodador y buen bajador. Le queda solo el asalto a una gran ronda. En las últimas ediciones del Tour ha sido el mejor escolta de Froome y Thomas. Esta Vuelta no estaba en sus planes, pero ya que está aquí y es líder... «Quiero ver hasta dónde puedo llegar», avisa. El Sky está dispuesto a explorar con él ese camino. «Sé que todavía no puedo en la montaña con rivales como Quintana», dice. Cierto. Pero cuidado con Kwiatkowski en esta Vuelta, que tiene puertos pero no grandes etapas de montaña.

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