Contador se mete en la pelea de la París-Niza

De la lengua de asfalto estrecha y sinuosa en la colina de Brouilly surgió Julian Alaphilippe y le recordó a Alberto Contador y a todos los demás que en el ciclismo se pierde muchos más días que se gana. El cachorro francés, el ciclistas más excitante del país vecino por carácter, voluntad y ambición, arrebató al madrileño una victoria que ya tocaba la punta de los dedos. Es el líder del pequeño Tour que recorre Francia de norte a sur, del extrarradio de París a la Costa Azul, donde el domingo termina la París-Niza en el Paseo de los Ingleses. Antes de eso, Contador tiene tres etapas de montaña para remar a favor y recortar el minuto y medio que le saca Alaphilippe.

Julian Alaphilippe tiene 24 años y el futuro de su parte. Pretende ser una suerte de Valverde a la francesa. Corredor veloz, de apacible tránsito por la media montaña y buen catador de cimas, muros y demás promontorios del ciclismo. Estuvo a punto de ganar la Lieja-Bastogne-Lieja hace un par de años en un debut el pasado verano brilló en el Tour de Francia. Se le espera como cliente de los podios. En la París-Niza ha conquistado el más potente de su trayectoria.

Contador tiene 34 años y un palmarés asombroso que produce fulgor pero no miedo en Alaphilippe. El madrileño es laborioso, duro y tenaz. Reconoció por la mañana el puerto en el que esperaba cantar victoria. Le faltaron 19 segundos, la desventaja con Alaphilippe.

Contador se empleó a fondo. Siempre lo hace. No conoce otra forma de competir. Le pasó como un cohete a Marcel Kittel y le dejó con caraca de anchoa. Los rivales del español no llegaron a su altura. Zakarin, Henao, Gallopin, Barguil, Porte o Gorka Izaguirre hicieron más segundos enla subida. Solo Alaphilippe visualizó el triunfo en la París-Niza. Eso piensa: «Quedan tres etapas, ¿o son cuatro?, para el final y voy a defender el maillot amarillo.