Adiós a Ari

Lika tuvo dos cachorros y tres cachorritas. Los cachorros se los llevó el dueño del padre de las criaturas y allí quedaron, al amor de Lika, Bamba, Candela y Arizona. Joaquín se quedó con Bamba, David fue a por Candela y allí estaba ella, tan chiquitina y esmirriada. Solo verla y la adoptamos. En cuanto levantó un palmo la trajimos a casa.

¿Han conocido personas buenas, verdad? De esas que son incapaces de hacer mínimo daño y tienen la bondad reflejada en el rostro. ¿Sí? Pues en los animales también se da el caso. Ella, Ari, también fue así. No hemos conocido criatura más dócil y buena. No se le ocurría hacer nada que pudiera molestarnos. Pero es que además, a la hora de cazar, ustedes la vieran.

¿De dónde salió ese talento? ¿Quién la enseñó a cazar de esa manera, con ese tino, esos vientos y esas facultades? Tal vez tuvo la suerte de que en sus primeros años cazase en cazaderos en los que abundaba la caza y fuesen escenarios propicios para que se formaran perros excelentes. Ella lo aprovechó como nadie. Es imposible numerar ni recordar todas las veces en que nos ha llenado de felicidad tanto a su verdadero amo, Rodrigo, como a mí, haciéndonos paradas sublimes y cobros excepcionales.

Nos consuela saber que ha tenido una vida excelente y que no le ha faltado nunca alimento, techo, calor y el amor de toda la familia. Pero, ay, llegó el inexorable paso del tiempo y con él, el insoslayable deterioro físico. Perdió el oído, luego se deterioró su aparato urinario y llegaron además deficiencias cardio-respiratorias, cada vez más acentuadas. Y el final. A ver cómo es la vida sin pensar en ella. Ari, serás tierra, pero no dejaremos de quererte y de darle las gracias a la Naturaleza y a la vida por haber compartido tanto con seres tan buenos como tú.

Espéranos en el cielo de los perros de caza, saluda a la Doly, al Grin y al Choc, que cazan en el Elíseo celestial con nuestro amigo Miguel Delibes. Esperamos verte allí y darte todos los abrazos que te mereces.