Cádiz CF

Hacerse a la idea será lo mejor

El aficionado del Cádiz no debe ilusionarse hasta que el equipo no haga por ilusionarle

Alfonso Carbonell
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Muchos cadistas acabaron indignados en la grada de San Mamés.
Muchos cadistas acabaron indignados en la grada de San Mamés.

Levantar el ánimo en estos momentos es difícil. Lo tiene que ser para todo el mundo. Incluido jugadores y cuerpo técnico. Hacerlo es harto complicado con el repaso del BilbaoAthletic aún bien fresco. No hay más remedio que hacerlo pero es una jartá de difícil. Por eso entiendo que el asunto para conseguirlo pasa por dejar pasar las horas, los días… Así, sin más. Sin presión, sin calentarnos mucho la cabeza, sin obsesionarse, haciendo el cuerpo a lo que debería pasar si no hay milagro el domingo en Carranza. Ojo que no estoy insinuando arrojar la toalla. Para nada. Quedan 90 minutos y en el mundo de fútbol hasta Karambeu fue clave para ganar una Champions, casarse con quien se casó y hasta coronarse campeón del Mundo.

Pero afrontar la vuelta con ilusiones sería absurdo. Y sería absurdo porque este equipo no nos ha dado razones para ilusionarnos. Todo lo contrario. En estos ‘play off’ lo único que ha quedado demostrado es que mientras otros jugaban a la guerra con fuego de verdad aquí en Cádiz, en el grupo IV, lo hacíamos con fogueo ante enemigos que bien se los podrían poner a ‘Truman en su show’ con tal de que ligase con la chica más bonita (y peligrosa) de la película.

Todo era mentira. Me atrevo a decir que hasta los mejores minutos desplegados ante el Oviedo fueron más por causa de un rival que fue asentándose poco a poco al ambiente del Tartiere que por méritos de un equipo que después no ha dado razones para creer. Pero ensañarse con los jugadores no creo que sea la solución. Son los nuestros y hay que luchar con ellos porque llevan la bandera de todos. Por eso, más que al fútbol, hay que apelar a la casta, al coraje y al orgullo de unos jugadores que deben creer en ellos aunque no lo sientan. La afición acudirá en masa aunque debe hacerlo con el cuerpo hecho al sofocón final. Sería la mejor manera para no sufrir y la mejor también para… ¡ay, si nos toca!

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