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Cádiz CF-Sevilla Atlético (0-2): Víctima de las circunstancias

Un gol de Juan Muñoz y la expulsión de Airam liquidan al Cádiz en un solo minuto

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Airam se echa las manos a la cabeza tras ser expulsado por Cuadra Fernández.
Airam se echa las manos a la cabeza tras ser expulsado por Cuadra Fernández.

Plácido domingo. Eso esperaba el Cádiz CF. Amodorrado por el sol que ya empieza a calentar el cuerpo, pausado ante una hinchada más calmada que de costumbre. Seis puntos al UCAM después de pinchar con el colista, renovación de Villar, recuperación de los dos delanteros… la vida sonríe a los amarillos. Pero para que salga esa sonrisa hay que apretar los dientes.

La primera mella en Carranza cogía al cadista con el paso cambiado, provocando un traspié que le obliga a reaccionar de manera inmediata. El fútbol le deparaba una de sus sorpresas, y en tan sólo siete días volteaba esa situación idílica creada tras la anterior jornada.

El Sevilla Atlético le descendía de los altares recordándole que es un equipo mortal, incluso vulgar si no se emplea con intensidad y concentración necesarias.

Y el UCAM le indicaba que sigue estando ahí, que se relaje ya en junio con las vacaciones estivales. Pierde la imbatibilidad en Carranza (no caía en Liga desde diciembre de 2013) y la distancia con su perseguidor se recorta a tres puntos después de la machada en Marbella.

Eso que el duelo desde el inicio transcurría tal como marcan los cánones, pero algo no se encontraba del todo ajustado. Excesiva tranquilidad. Faltaba chispa, los locales no saltaban con la contundencia de otras ocasiones pues tenían como misión madurar el partido poco a poco. El conjunto de Claudio alcanzaba el área contraria más por inercia que por juego, sin claridad ni en el fútbol ni en las ocasiones.

El minuto 22

Y el resorte saltaba en el minuto 22. Juan Muñoz, el más firme valor de la cantera de Nervión, agarraba el cuero en la línea de tres cuartos y sorteaba a los amarillos hasta enganchar un disparo desde la corona del área. Parecía flojo, inocente, pero iba tan ajustado al palo que superaba a Aulestia y dormía con esa tranquilidad de nuevo excesiva en el fondo de las mallas.

Dormían y se despertaban de golpe y con un porrazo. Pasar de cero a cien en cuestión de segundos no suele ser bueno, y eso lo sufría el Cádiz CF por la aceleración de Airam Cabrera. Incomprensiblemente, picado seguramente con el contrario, pisaba con los tacos de su bota el muslo del sevillista y se ganaba con creces una roja que lastraba a los amarillos.

En el 22 ocurrían más hechos que en todos los minutos anteriores, y todos nefastos para el cuadro gaditano. Aquí radica la clave para explicar el desastre. Por detrás en el marcador, mermado por la ausencia de su ariete y encarar el resto del choque con diez… entonces recuperaba su espíritu, su mejor versión.

Los pupilos de Claudio se adueñaban del esférico y se negaban a darse por vencidos desde tan pronto. Liderados en defensa por un Servando pletórico, dirigidos por un pujante Espinosa que alterna aciertos y errores pero siempre dando la cara, con la brega de Villar por derecha y la calidad de Kike por la izquierda, en juego y en estrategia, el Cádiz metía el miedo en el cuerpo a los chiquillos del Sevilla.

No atinaba con la portería si bien los locales lanzaban la advertencia de que seguían vivos y darían mucha guerra después del descanso. Y así sería. Villar despertaba al público en el primer instante con un caño impresionante, sin éxito final pues ningún compañero iba al área, notándose la falta de un ariete como Jona.

El hispano hondureño era llamado a filas justo después de que el de Cortegana probara a Soria, bien abajo con una buena estirada. Machado se unía a Espinosa en la medular, y Tomás entraba por la izquierda como un puñal, con el auxilio de Kike.

Un juego de errores

En la élite este deporte se disfruta con las maravillas de los grandes genios. Pero en las categorías inferiores es más un juego de errores. El fallo de nuevo lo protagonizaba el Cádiz, con la colaboración del árbitro asistente, y ya sería definitivo. Los amarillos defendían muy cerca de su portería una acción de estrategia y Juan Muñoz se adelantaba para convertir en fuera de juego el segundo tanto del Atlético.

Ni las ganas ni la ilusión por consumar la proeza. La realidad de imponía, obstinada. Se daba ese partido ‘tonto’ en el que nada sale, y mejor ahora, con confianza y sin dudas, que en otro momento peliagudo. El Cádiz tenía balas en su récamara y ya ha malgastado una. Sólo es un mal día, y una advertencia para los que volaban sobre el asfalto: queda mucho camino por hacer.

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