Baloncesto

Tres estrellas, garantía de éxito en la NBA

Los Brooklyn Nets carburan y se posicionan para asaltar el título de la NBA, algo que casi siempre ha pasado cuando grandes jugadores se han agrupado bajo un mismo techo

James Harden, durante el partido del pasado lunes entre los Brooklyn Nets y a Los Ángeles Clippers Reuters

Pablo Lodeiro

Los Brooklyn Nets arriesgaron, es posible que en exceso, cuando el pasado enero se deshicieron de varios jugadores importantes de su rotación para fichar a James Harden , uno de los más talentosos de la liga y MVP en 2018. Los neoyorquinos se habían ganado en los últimos años el respeto de la competición al construir una estructura deportiva sólida, sin vaivenes, lo que les dio acceso a firmar hace una temporada, como agentes libres, a otros dos monstruos como Kevin Durant y Kyrie Irving. La llegada del escolta parecía tirar todo por la borda, sacrificar un proyecto a largo plazo por la posibilidad de la victoria inmediata . Sin embargo, la adición de Harden ha formado un nuevo ente frankensteiniano temido desde hace tiempo en la NBA, el 'Big Three', tres estrellas bajo el mismo escudo, una combinación que rara vez no ha reportado éxitos a sus creadores.

Los Nets llevaban 15 victorias y 6 derrotas desde que Harden, Irving y Durant juegan juntos. En trayectoria ascendente la franquicia del barrio con más estrellas del mundo, pues en sus últimos ocho partidos solo ha contabilizado triunfos. Además, se ha convertido en la gran fuerza ofensiva de la NBA: es el equipo que más puntos logra por encuentro , 121 nada menos, y el tercero que da más asistencias, sumando 26 cada noche. Únicamente los Philadelphia 76ers han aguantado el pulso a los de Nueva York y ambos conjuntos comparten la cúspide de la conferencia Este.

Solo hay que retroceder unos años para encontrarse con el antepasado más reciente de los 'Big Threes'. El mismo Durant ya formó parte de otro, en los Golden State Warriors y junto a Curry y Thompson. El resultado, dos campeonatos en dos años y uno de los baloncestos más imparables y armónicos de la historia.

En 2010, otro antecedente. Tras unos años dominados por la rivalidad más ferviente de la liga, el Lakers-Celtics, LeBron James y Chris Bosh unieron sus talentos en South Beach, hogar de los Miami Heat, donde esperaba su amigo Dwayne Wade. No fueron modestos, tampoco debían, porque esa conjugación de talento amenazaba con dictaminar un 'game over' a largo plazo. Llegaron a las finales de la NBA cuatro veces en cuatro años, donde ganaron dos anillos. Su caída tuvo algo de lucha de clases, ya que sus verdugos en las otras dos ocasiones fueron equipos algo más minoritarios, la mente enjambre de los San Antonio Spurs y los Dallas Mavericks de Nowitzki.

El orgullo de Boston

Los católica Boston también creó su propia versión de esta hist oria en 2008, sin tanto glamour, con un equipo más acorde con la tradición beligerante de la segunda capital de Irlanda. Garnett, Allen y Pierce se juntaron para conseguir un anillo con el baloncesto asfixiante de los ochenta debajo del brazo.

Ha habido más casos, resultados del destino más que de una aglomeración de baloncesto intencionada, pues los «Big Three» de este siglo se deben al ansia de estrellas temerosas de no ganar nunca un anillo. Duncan, Ginobili y Parker en los ya mencionados Spurs ganaron cuatro campeonatos en cinco finales entre 2002 y 2015. Los Lakers del 'showtime', con Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y James Worthy se hicieron con tres en la década de los ochenta y los Celtics de Bill Russell, magníficamente secundado por John Havlicek y Sam Jones, fueron los reyes de la NBA siete años consecutivos en los setenta. De hecho, solo hay un imborrable punto negro en la teoría. Los Lakers, con su habitual chulería, juntaron en el verano de 2003 ya no a tres, sino a cuatro estrellas: Kobe Bryant, Shaquille O'Neal, Karl Malone y Gary Payton. Arrasaron en la temporada regular pero fueron ellos las víctimas en la última estancia previa al éxito, derrotados por los Detroit Pistons. Casi 20 años separan esta fábula de la que protagonizan estos días los Nets. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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