Anna Montañana posa en el Palacio de Congresos de Valencia para ABC
Anna Montañana posa en el Palacio de Congresos de Valencia para ABC - ROBER SOLSONA
ENTREVISTA

Anna Montañana: «Lo que he vivido con la Selección ha sido lo máximo»

El nombre de la valenciana está inscrito en una generación puramente competitiva y exitosa del baloncesto español

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El nombre de Anna Montañana Gimeno (Alboraya, Valencia, 24/10/1980) está inscrito en una generación puramente competitiva y exitosa del baloncesto español. Resuena su nombre con los de Laia Palau, Silvia Domínguez, Elisa Aguilar, Cindy Lima, Amaya Valdemoro, Lucila Pascua, Nuria Martínez... Ellas recogieron el testigo de grupos de leyenda, con figuras como Marina Ferragut, y se lo han ido entregando a unas jugadoras que ya garantizan la fortaleza del basket femenino nacional. Anna, una de las grandes referencias con la Selección -disputó 129 partidos y logró una medalla de bronce mundial, un subcampeonato europeo y tres metales continentales más de bronce, además de disputar los Juegos de Pekín de 2008 (diploma)- y símbolo de clubes como el Perfumerías Avenida de Salamanca -allí vivió tres etapas de éxito y es donde «he sentido un cariño intenso»- o el Ros Casares -al que ella prefiere llamar Dorna Godella porque «allí es donde empezó todo para mí, donde debuté con 16 años, donde crecí»- ha decidido despedirse profesionalmente del baloncesto.

Con brillo en la mirada y acomodada tomando un café cortado atiende a ABC tras anunciar su retirada.

-¿Cómo fue el momento de decidir que ponía punto final?

-Yo sabía que me quedaba poco. Pero este año me ha hecho ver la realidad por el hecho de no tener muchos minutos. En Navidad, ya me dije que cada vez me cuesta más mantenerme y cada vez tengo menos recompensa. Entonces creo que una retirada a tiempo es una victoria. Me va a dar mucha pena no entrenar, pero tengo que pasar a la siguiente fase. Hoy mismo entrenaría a baloncesto, porque me encanta, me apasiona. Pero hay que tomar decisiones, porque nunca habría un final.

-¿Qué le viene a la cabeza analizando su dilatada carrera?

-Cuando sabes que te vas a retirar lo analizas muchísimo todo. Al final los deportistas somos bastante críticos. Piensas: «Aquí cometí un error; aquí podría haber hecho esto; o mira esto que podría haber hecho así». Intento ver que siempre creí en mi carrera, siempre luché por ella. Visualizo las cosas que quería alcanzar y menos el campeonato de Europa con la Selección se fueron cumpliendo todas. Me quedo con lo hecho, con toda la gente que he conocido, con los países en los que he estado, con los sentimientos que me han embargado de haber jugado con la Selección española unos Juegos Olímpicos -Pekín 2008-.

-Gran experiencia vital.

-Segurísimo. Una de las experiencias más importantes de mi vida fue irme cuatro años a Estados Unidos a estudiar allí. A nivel deportivo no era lo más adecuado para mí, por el nivel en el que estaba, por lo que antes hacía. Pero siempre he priorizado la combinación de lo que me convenía deportivamente con lo personal. Recuerdo estar en Perfumerías Avenida, que podía estar muchos años, pero decidí que me tenía que ir a hacer las Europas. Necesitaba otro mundo, otro baloncesto, otra gente... para enriquecerme.

-Avenida, Ros Casares, equipos en Estados Unidos, Turquía, Praga o Francia. Pero lo suyo es la Selección.

-He tenido la suerte de poder desarrollarme allí. Han confiado mucho en mí. Y hemos sido una generación que ha dado mucho. Para mí la Selección ha sido lo máximo. Se me pone la piel de gallina en los momentos de escuchar el himno, de ponerme la camiseta, de viajar a muchos lugares y de luchar contra las adversidades que se han presentado, pero éramos temidas por las demás.

-129 internacionalidades.

-Me hubiese gustado que fuesen más. La primera vez que fui tenía once años. Nos fuimos a Puerto Rico. Desde entonces he vivido un cuento de hadas con la Selección. Me hubiese gustado ganar el Europeo. Ahora mismo si me llamasen para la Selección, lo dejo todo y no me retiro (sonríe).

-¿Qué recuerdos tiene de los Juegos?

-Tengo un recuerdo muy marcado de los dos meses antes a los Juegos de Pekín. Tenía la paranoia de que me iba a lesionar, de que mi sueño, que estaba tan cerca, se iba a esfumar. Era una obsesión total. Y cuando fui, pues fue un mes, estuvimos un mes entero, era como que no quería estar en otro sitio. Me quería quedar allí. Me cabree mucho porque, ganando de 18 para meternos en semifinales, nos remontaron y hubiera sido histórico ir a semifinales. Casi ni dormía.

-Su generación ha ido dando paso a otra también poderosa.

-Menos Laia, que está aguantando y a un nivel impresionante, ya casi todas lo hemos ido dejando. Con ellas he vivido lo máximo. Nos hemos peleado en los entrenamientos, nos hemos chillado, hemos competido. Eso es lo básico, somos competidoras. Te quedas con todos los momentos buenos y con el conseguir retos imposibles. Ya hay una nueva generación y no sé cuál va a ser el límite. Hay un equipazo que está por detrás de Estados Unidos con Australia o Francia. Alba Torrens y Marta Xargay son un poco las líderes de este grupo. Pero es que hay mucha gente que viene fuerte.

-¿Deja más dudas el cambio generacional masculino?

-No sé si irán saliendo y formando gente como Navarro, Gasol... Las expectativas son muy grandes. Esa gente es muy difícil que vuelva. No sólo en España, sino en cualquier sitio. Es que son únicos.

-¿Y usted, ahora qué?

-Hace muchos años que me preparo a todos los niveles para cuando pueda dar el salto. Y sigo formándome. Me gustaría ser entrenadora. Me gustaría hacer cosas de Marketing y Eventos. Soy presidenta en Godella. Quisiera que volviese el basket de primer nivel a Valencia.

-¿Y la práctica del deporte?

-Voy a empezar a proyectar la competitividad con el pádel, pero también quiero nadar, hacer golf, hacer pilates. Y luego a nivel social, quiero disfrutar del día a día, cuidar más a las amistades, pasar tiempo con mi gente, ver a mis sobrinos crecer, estar con mis padres y mis hermanos. Hacer lo que no he hecho en los últimos quince años de una manera tranquila.

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