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El equipo de sincronizada, durante el ejercicio de presentación en Madrid - EFE
Natación

La sincronizada empieza a andar

El equipo, con una media de edad de 18 años, se presentará al mundo en Budapest, primer paso hacia Tokio 2020

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A pesar de la carga de trabajo que ya llevan en sus espaldas y sus piernas, no pueden ocultar la inocencia en sus rostros. El equipo de sincronizada se regenera y tira de ilusión y futuro porque no tiene pasado. De él quieren huir, de los batacazos en el preolímpico, donde el conjunto se quedó fuera, y del bajón de la quinta plaza del dúo en los Juegos de Río 2016. Se piensa en Tokio 2020 y se dan pequeños pasos para asegurar los cimientos, como el que se dará en el Mundial de Budapest de este verano, presentación de gala para Meritxel Mas (22 años), Paula Ramírez (21), Carmen Juárez y Helena Jaumà (20), Berta Ferreras (19) y Alisa Ozhogina, Sara Saldaña, Blanca Toledano y Leyre Abadía (16).

La mayoría apenas tiene experiencia en su historial absoluto, pero sí hay conciencia de la responsabilidad de una gesta tremenda: recuperar el estatus de la sincronizada española en el planeta para los próximos Juegos de Tokio.

«Anticipamos el relevo tras Río. Todo lo que les falta de experiencia les sobra de ilusión y forma física. Puedes entrenar con ellas todo lo que quieras, por eso creamos una coreografía nueva, más enérgica, porque pegaba con sus cualidades y personalidades», cuenta para ABC Esther Jaumà, seleccionadora nacional, en la presentación ayer en Madrid. Piensa en el Mundial, pero la vista se marcha más allá. La edad del equipo así lo requiere. «Vamos a Budapest con la inquietud de saber dónde estamos con respecto a los cambios que se han producido también en otros países. Nuestra ambición es mantener ese quinto lugar que logramos en Kazán 2015, pero está muy difícil. Parece una tontería, pero la juventud y la inexperiencia se nota mucho. Uno de nuestros retos es que se las vea maduras y no júnior. Les faltan un par de años para estar en un momento realmente bueno», prosigue.

A largo plazo

«Es un equipo que todavía está muy verde, pero con un talento y potencial bestial. Este año es de trabajar las bases para Tokio. Han entendido la responsabilidad de que hay que remontar. Están madurando muy rápido, no podemos correr más de lo que su cabeza y su cuerpo pueden, pero sí estamos llegando a su máximo», corrobora la entrenadora Anna Vives. No se marcan una posición para este próximo verano en Budapest, pero sí una nota: «Si llegamos al 90 estaremos muy satisfechas porque es la meta que nos habíamos propuesto, pero conseguimos ya esa nota en marzo y las propias chicas quieren ir a por el 91. En el Mundial haremos un trabajo de caparazón: sin comparar al resto. Pero las entrenadores sí haremos ese análisis para ver cómo enfocar 2020».

Ona Carbonell sí opta a mantener el podio en el solo y en el dúo. A sus 27 años, es la líder espiritual del grupo, aunque no contará con ella, de momento, para participar en colectivo. Defiende un ejercicio libre descomunal con el acompañamiento de Edith Piaf. Quiere, por lo menos, repetir la plata de la rutina técnica que logró en Kazán. Con Paula Ramírez bailará la misma coreografía que en Río 2016.

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