Golf

La deslumbrante biografía de la mujer que popularizó el golf en España

Emma Villacieros, que ha fallecido a los 86, años, presidió la Federación durante 20 años, en los que potenció los campos públicos

Emma Villacieros ABC
Miguel Ángel Barbero

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Hay personas predestinadas a hacer una labor concreta en la vida y, en el caso de Emma Villacieros , esta fue desarrollar el golf y hacerlo una actividad asequible para todo el mundo. Con una personalidad y un empuje arrolladores, esta donostiarra universal se tomó tan en serio su tarea que se consagró a ella, pese a no haber conocido el deporte hasta una edad tardía. Fue a los 17 años en Quito, donde su padre ejercía como embajador, cuando probó por primera vez esta actividad y ya nunca la abandonó.

En un solo año bajó a hándicap 9 y, a su vuelta a España, se convirtió en todo un referente en una actividad que muy pocas damas realizaban en la postguerra. Desde su club de San Sebastián ganó seis campeonatos nacionales y luego, ya como jugadora senior, uno europeo. Sin embargo, su legado para el deporte llegaría desde su función de dirigente. Como reconocía con humor, le llamaron «para echar una mano con la Copa del Mundo de 1965 que se jugaba en el Club de Campo, porque no había mucha gente que hablara inglés y supiera de golf», y desde entonces quedó ligada a la Federación Española. Un año después pasó a presidir el Comité Femenino, a capitanear diversos equipos nacionales (con los que ganó un Mundial y dos Europeos) y, dos décadas más adelante, después de haber presidido también el RCG de Sotogrande, accedió al sillón de mando de la española. « Yo siempre fui muy mandona en un mundo de hombres –reconoció después de retirarse, hace una década– pero siempre escuchaba a todo el mundo antes de tomar una decisión. Ahora, una vez que estaba claro el objetivo, ya no cejaba hasta conseguirlo».

Así, aprovechó sus puestos de responsabilidad en el Consejo Superior de Deportes, Comité Olímpico Español, la Federación Internacional o el European Tour para llevar adelante sus grandes sueños: popularizar el golf, construir un campo público federativo y llegar al programa olímpico. Lo primero lo logró con el apoyo del gran ídolo de este deporte, Severiano Ballesteros (se decía que Emma era la única de aplacar su fuerte carácter) y en sus veinte años de mandato (1988-2008), se pasó de 91 a 324 campos. Aumentó el número de jugadores, que pasó de 45.000 a 330.000, y la inauguración del Centro Nacional de Golf Emma Villacieros acercó esta actividad a la población en un terreno urbano. «Siento mucho orgullo de ver mi nombre aquí, porque aunque no quiero ser soberbia, sí es verdad que fue un gran éxito poder construirlo», reconoció. El mes pasado, sin ir más lejos, paseó por su calles para asistir al triunfo de Jon Rahm en el Open de España.

Su tercera misión, de la que estaba más orgullosa por su repercusión mundial, llegó cuando el golf regresó al programa olímpico cien años después. «Es la confirmación de que somos un deporte como los demás, no un entretenimiento de ricos, como decían antes». Genio y figura.

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