Ciclismo

Contador, en su fetiche

Siempre que se ha impuesto en la París-Niza, el madrileño ha triunfado en el Tour

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Alberto Contador vive con los prismáticos calados a su órbita ocular. Con un ojo atiende a las cuitas del calendario, su plan de preparación y carreras, la París-Niza que arranca hoy, y con el otro espera impaciente cualquier noticia relacionada con su faceta de empresario: busca un patrocinador para montar un equipo ciclista profesional con él mismo de patrón, jefe y líder. En París reemprende hoy la marcha rumbo a Niza y su paseo de los Ingleses frente al Mediterráneo. Una prueba fetiche y premonitoria para él: siempre que se ha impuesto en la carrera del sol ha triunfado en el Tour.

Hace seis años que Contador no gana el Tour y los mismos que no desliza sus piernas por la París-Niza.

Durante ocho días, se reencontrará con una prueba que no ha disputado desde 2010, cuando triunfó en el Tour y luego fue desposeído por el positivo de clembuterol. Se trata de una sinergia inevitable: la París-Niza y el Tour enlazadas en el palmarés del madrileño de 33 años. Venció en la primavera francesa en 2007 y ese mismo verano en la Grand Boucle.

En la París-Niza vivió el español una de sus pájaras más memorables. Fue en 2009. Propietario del maillot de líder, descuidó la alimentación y la bebida en la séptima etapa en las estribaciones de los Alpes y cedió el primer puesto a Luis León Sánchez. 40 kilómetros de suplicio, solo y con el cuerpo vacío.

La carrera del sol es un Tour en una semana, pero sin el aditivo funcional de julio. En vez de sol, hace un frío polar, suele caer la nieve y el tránsito de arriba abajo por Francia desemboca en la cálida brisa mediterránea. En su frasco de esencia, concentra una contrarreloj de salida, variedad para los velocistas y 30 puertos de montaña en una semana. El viernes visita el emblemático Mont Ventoux (intercalado durante el recorrido) y el sábado organiza una excursión tremenda por el sur de Francia, siete puertos en 177 kilómetros y una ascensión final a la Madonna d’Utelle, una larga ascensión (15,3 kms) pero de pendiente controlada (5,7 por ciento).

«El recorrido es uno de los más difíciles con los que me he encontrado en la París-Niza –anticipa Contador–. Es una carrera que siempre me conviene. Me aporta ritmo y una buena base para el futuro. El equipo Tinkoff viene a por la victoria». Contador puede no ser el único en los pronósticos de su propio grupo, ya que el polaco Majka también cuenta para el triunfo.

En Francia medirá la talla de otros concursantes, nuevas generaciones que compiten por el cetro mundial en el que Contador lleva instalado desde hace diez años. Es el caso del holandés Tom Dumoulin, casi ganador de la última Vuelta a España y del que se puede esperar todo por sus fabulosas condiciones de contrarrelojista. Como siempre, habrá un corredor del Sky con la vista en la victoria. En este caso, el galés Geraint Thomas, escudero de Chris Froome en el último Tour. El australiano Richie Porte (BMC) defiende el título.

El palmarés de la París-Niza describe un amplio elenco de ciclistas que siempre tienen la palabra en el Tour. Contador quiere que su voz suene más fuerte.

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