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Carlota Ciganda y Azahara Muñoz: «Ganar la Solheim sería un buen presagio para Río»

Las españolas intentarán desde hoy retener la «Ryder femenina» ante unas estadounidenses heridas tras dos derrotas consecutivas

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Han sido dos años de espera y dos jornadas de incertidumbre, pero al final el mejor torneo femenino de golf echa a andar en Alemania. Los organizadores alemanes pusieron toda la carne en el asador para traer esta competición a St. Leon-Rot y en el último momento se les han complicado las cosas. Las lluvias caídas el miércoles y el jueves sacaron a relucir algunas deficiencias logísticas que es de esperar que no desluzcan el normal desarrollo de un torneo que cumple ya catorce ediciones. El enfrentamiento entre Europa y Estados Unidos de este año tiene un detalle curioso: los dos bandos se quitan mutuamente la presión del favoritismo.

Las locales, porque llevan dos victorias consecutivas y no quieren que la posibilidad de conseguir un triplete histórico para ellas les vaya a poner nerviosas; y las visitantes, por todo lo contrario.

Hace dos años en Denver ya sufrireron duras críticas por la mala imagen que ofrecieron como equipo y una tercera caída pondría en entredicho a muchas de ellas.

España, una vez más, va a tener protagonismo en este evento. Desde que en 2000 debutó Raquel Carriedo, han sido siete las golfistas en participar. La aragonesa repitió en 2002 con Paula Martí; en 2003 y 2009 lo hicieron Ana Belén Sánchez y Tania Elósegui, respectivamente, y desde 2011 lo viene haciendo Azahara Muñoz, acompañada hace dos años por Beatriz Recari y Carlota Ciganda. En esta ocasión, la malagueña y la más joven de las navarras son las protagonistas.

El hecho de hacer historia al ser la primera española en jugar tres veces no pone especialmente nerviosa a Aza. «Estoy muy orgullosa del dato, porque significa que he estado entre las doce mejores de Europa durante seis años seguidos», comenta con alegría. Que haya dos «guerreras» entre la docena de continentales dice mucho de ellas. «Y podría haber alguna más -apunta Carlota-. Es una gran momento y demuestra el buen nivel que tenemos en nuestro país». Su ejemplo es muy beneficioso para el deporte español pues, como incide Muñoz, «demostramos a las niñas que si se quiere, se puede. A ver si siguen llegando nuevas generaciones en el futuro».

Con respecto al torneo, no jugarán juntas por la mañana, pero seguro que acabarán coincidiendo como pareja por la tarde. «Me gustaría jugar lo más posible con ella, porque lo llevamos haciendo desde pequeñas y nos entendemos muy bien -reconoce Ciganda-. Pero en esta ocasión lo que quiero es que gane Europa y disfrutaré con cualquier otra compañera».

Aza es de la misma opinión y desvela que «desde pequeñas siempre nos motivábamos para clasificarnos en los torneos importanes, como Europeos o Mundiales, y ahora que estamos en la Solheim es muy especial. Espero que pueda ser un buen presagio para llegar a los Juegos Olímpicos; sería increíble».

El primer paso, de momento, consiste en ganar a las norteamericanas el próximo domingo. Carlota sabe que no será una tarea fácil sobre el papel, lo que no significa nada en la práctica. «Estados Unidos tienen un equipo muy bueno individualmente y están jugando muy bien. Forman un bloque muy compensado, con jugadoras que son pegadoras y otras más finas en los "greens"... aunque ya no sé el ambiente que tienen entre ellas como equipo».

Ahí puede estar la clave del éxito del Viejo Continente las dos últimas veces, según Azahara, porque «aquí jugamos por equipos y en ese sentido somos más fuertes, nos llevamos mejor y jugamos en casa. El público va a estar a nuestro favor y el tiempo malo también puede ser una ventaja, porque el campo se ha puesto más largo y pesado y nos beneficia al no tener pegadoras cortas». Lo dice desde su experiencia de tres Solheims jugadas, una sensación que ya está experimentando Ciganda en su segunda. «Al no ser ya debutante lo afronto con más tranqulidad. Es una semana para disfrutar y estoy muy contenta».

Las españolas, como se ve, rebosan optimismo y no quiere caer en el juego mental de sus rivales. «Ellas saben que son las favoritas, pero se quieren quitar la pelota de su tejado; ojalá podamos ganar de nuevo», sonríen.

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