El novillero Ángel Jiménez, con la oreja conseguida en su presentación en las Ventas
El novillero Ángel Jiménez, con la oreja conseguida en su presentación en las Ventas - PALOMA AGUILAR
Toros

Ángel Jiménez: «Cuando uno pone el alma en lo que hace, llega al aficionado»

El novillero sevillano analiza su carrera al cortar una oreja en Madrid tras dos años sin torear

Sevilla Actualizado: Guardar
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Desde enero de 2015 no se vestía de luces. El de la Feria de Valdemorillo hace dos años había sido el último paseíllo de Ángel Jiménez (Écija, 1992). Hasta el pasado domingo en Las Ventas. Con el traje de luces de la alternativa de Enrique Peña y un capote de paseo prestado por José Luis Moreno se presentó en Madrid dispuesto a todo. «Me hacía ilusión llevar algo de ellos», asegura Jiménez, satisfecho con la oreja que logró en la novillada del Conde de Mayalde y con sus dos apoderados.

«Llevaba esperando ese momento mucho tiempo y siempre he sabido que cuando toreara en Madrid tenía que expresarme como soy, que tenía que estar preparado y demostrar mis condiciones y cómo siento el toreo.

No llegaba rodado con veinte novilladas porque no las he toreado ni desde que debuté con caballos. Pero sí llegué con la madurez que te da haber soñado muchas noches con ese día y entrenar pesando en él. Cuando me vi en el patio de cuadrillas había cumplido un sueño y no podía dejarlo escapar».

La historia de Ángel Jiménez es la de muchos jóvenes que quieren ser toreros. Toreó su primera becerra a los 7 años y fue alumno de Pepe Luis Vargas en la Escuela de Tauromaquia de Écija. «Me vino todo muy deprisa, debuté en 2009, con 16 años, y fui triunfador de las escuelas andaluzas, de la Maestranza y ya no pude seguir en la escuela». En 2010 toreó en Arnedo, en Francia y en Córdoba y ganó los bolsines de Ledesma y Peñaranda.

Debutó con caballos en 2011 y ese mismo año mató tres novilladas. «La siguiente temporada iba poco rodado y tenía una edad muy corta. Fui a Zaragoza, Sevilla y Córdoba donde corté tres orejas y luego hubo un parón. Solo he toreado catorce novilladas».

En enero de 2015 fue la última, además de un festival en su localidad en marzo del año pasado. «En Valdemorillo no triunfé y no toreé más. Estaba solo, no tenía a nadie, ni siquiera para que me ayudara a ir a tentaderos a la tapia. Llamé a José Luis Moreno y le conté mi situación. Sólo lo conocía de una vez que coincidí con él en el campo y me trató muy bien. Empezamos a entrenar juntos. A primeros de año me dijo que confiaba en que podía ser torero. Luego también me vio Enrique Peña y apostaron por mí. Surgió de la nada y hasta ahora», relata. Pasó de entrenar solo todas las tardes en su casa a ir al campo con «personas que me aportan mucho en lo profesional y en lo personal. Me ayudan a entender cosas que me pasan».

Es un joven sincero. «Siempre he sido consciente del porqué de mis circunstancias. Si no he triunfado ni cortado orejas han puesto a quienes sí lo han hecho. Por eso he entrenado duro física y mentalmente para estar preparado y cuando me pusieran en Madrid y en Sevilla poder demostrar mis condiciones, no estar a medias tintas».

Ha toreado poco pero asegura que «ha mamado el toreo desde pequeño», Su hermano Paco Jiménez es banderillero y entrena con él. «He disfrutado de los triunfos pero he intentado aprender de los fracasos, no buscar excusas». Ángel nunca ha perdido la ilusión. «Tenía la corazonada de que podía caer bien en Madrid si hacía el toreo como lo siento. Esa posibilidad es lo que me ha mantenido vivo».

Su toreo

Tiene 24 años y asegura que «a veces es duro seguir porque muchos amigos ya tienen sus vidas y sus trabajos pero lo bonito que tiene el toreo es que te entregas sin saber lo que puede pasar. Siempre he confiado en que me tenía que llegar el momento. Acabo de empezar, llegarán momentos buenos y malos. El que se sobrepone a todos los obstáculos es el que llega. Nunca he perdido la ilusión por entrenar, aunque no toreas y no te sientes realizado, he pensado que ya me llegaría».

Se define como un torero clásico aunque no considera que sea el más adecuado para valorarse. «La técnica es fundamental para hacer la tauromaquia que uno siente pero llega un momento en la faena en la que te tiene que brotar de dentro, amarrarte al suelo y poner el alma en el muletazo. Soy un torero que me emociono. Con mi verdad, brota mi personalidad».

Confía en sus posibilidades al igual que sus apoderados. Y así fue a Madrid. «Me dijeron que no pensara en lo poco que había toreado sino que demostrara el torero que soy, que hiciera lo que sentía y que fluyera todo con naturalidad. Es verdad que cuando uno pone el alma en lo que hace, llega al aficionado», argumenta.

Tras la oreja que ha cortado en Las Ventas confía en que tenga repercusión. «Estoy muy agradecido a la empresa de Madrid y a la de Sevilla porque me han dado la oportunidad. Son los dos contratos que tengo. Espero que me sirva para abrir más puertas en las ferias de novilleros, para mis apoderados no es lo mismo decir que he cortado una oreja en Madrid a que no toreo desde hace dos años».

El 29 de junio está anunciado en la Maestranza con David Martín y Antonio Medina en la de Partido de Resina. «Lo difícil viene ahora, demostrar cada tarde con sinceridad lo que quieres ser como persona y en tu profesión». En Sevilla tiene una nueva ocasión para enseñar su toreo.

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