José María Manzanares
José María Manzanares - Efe

Manzanares torea a placer en la Feria de Julio

El alicantino sale a hombros; Castella y Ginés cortan una oreja en una noble corrida de Cuvillo en Valencia

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Esta Feria de Julio tiene sólo cuatro festejos. Hace cien años, con una ciudad más chica, incluía cinco tardes: todas las torearon Gallito y Belmonte, las máximas figuras de entonces (y de todas las épocas). Cuando mandó en el toreo Ignacio Sánchez Mejías, él toreó las siete corridas de la Feria: delante de un Miura, tranquilamente, se sacó del bolsillo un pañuelo, para secarse el sudor. Luis Miguel y Ordóñez dirimieron aquí su rivalidad y fueron heridos, los dos…

Los tiempos han cambiado, la gente huye del calor, se refugia en las playas cercanas o en la huerta. Hay muchísimos turistas, en la ciudad, pero no se ve que acudan a los toros. En los carteles de este año, no se anuncia ningún «acontecimiento» que movilice a las masas. A algunas primeras figuras no le gusta venir a esta Feria: temen que no se llene la Plaza y se resienta su cotización.

Aumenta la entrada y la expectación, con el cartel más rematado de la Feria. Los toros de Núñez del Cuvillo, muy manejables pero flojos, facilitan el éxito. Manzanares cuaja una faena «marca de la casa», corta dos orejas y sale a hombros; Castella y Ginés Marín, una, cada uno.

El primero va largo, repite, se come la muleta, le deja a Castella desplegar su habitual repertorio, afanoso, rapidito, cerrado con el arrimón y los inevitables circulares invertidos. Aunque la espada queda trasera y caída, corta una orejita. Al flojo y paradito cuarto lo recibe con muletazos cambiados y realiza otro trasteo con más oficio que inspiración. Mata caído y, como el toro cae rápido, sorprendentemente, piden la oreja… Igual que en Pamplona.

Empaque y majestad

Flaquea el segundo, bien picado por Paco María. Manzanares traza algunos muletazos pero el toro queda corto, protesta, y la faena no se redondea. Mata alargando el brazo. En el quinto, muy noble, torea a placer, desde el torerísimo comienzo, que recuerda a su padre, y los muletazos plenos de empaque y majestad, hasta que el toro se raja. Logra una gran estocada en la suerte de recibir: sin discusión, dos orejas.

Acierta la empresa al sustituir al herido Roca Rey por Ginés Marín. Lancea con soltura al tercero, «Violeto», que, como los eruditos satirizados por Cadalso, flojea pero es manejable. Liga muletazos suaves, templados, con facilidad y estética, mientras el toro aguanta, que es poco. Mata atracándose de toro pero tarda en caer y no le dan la oreja. Brinda al ganadero el último, que tiene más calidad que fuerza. Muletea con gusto y armonía por los dos lados; tira de recursos, cuando el toro flaquea. Otra gran estocada: oreja. Las condiciones de este torero son evidentes, debe ir cuajándose como figura.

A los mediterráneos –decía Eugenio d’Ors– nos pierde la estética. (Nos pierde o nos gana, digo yo). La estética madura de Manzanares y la más incipiente de Ginés Marín han salvado una tarde que, hasta el quinto toro, iba de «rebajas de julio», con un público de mínima exigencia. Pero la belleza auténtica todo lo redime.

Posdata. Salgo rápido de la Plaza para sentarme ante el televisor. A muchos aficionados a los toros, nos emociona también la ópera. Este viernes, a las diez de la noche, en muchas ciudades españolas, se ha podido ver, transmitido en directo desde el Liceo de Barcelona, el nuevo montaje de «El trovador», de Verdi (basado en el drama de nuestro García Gutiérrez). En la página web del Liceo he leído que podían apuntarse al evento ciudades de «todo el territorio». No se refiere, claro está, al «territorio comanche», sino a lo que, desde hace muchos siglos, se llama España. ¡Qué virivueltas ridículas para evitar mencionar este nombre! ¡Qué ambiente de cobardía! ¡Qué lamentable!

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Sexto toro

Sale el último de la tarde, Jugador, de 540 kilos. Buena faena de Ginés a un toro noble, que brinda al ganadero. Gran estocada. oreja con petición de la segunda.

Quinto toro

Ya está en el ruedo valenciano el quinto, Bobito, número 9, de 504 kilos, muy noble, como el primero, aunque acaba rajándose a tablas. Manzanares torea a placer, con su estética, y mata impecabe en la suerte de recibir. Estocada. Dos orejas.

Cuarto toro

Tras la merienda, sale el cuarto, Jugador, 186, de 496 kilos. Castella hace una faena de su estilo, con el muletazo cambiado, pero el toro se para pronto. Estocada caída. Petición y saludos.

Tercer toro

Ya está en la arena el tercero, Violeto, número 18, negro mulato, de 537 kilos. FAena fácil y elegante de Ginés Marín con un toro flojo y manejable que se apaga enseguida. Buena estocada, pero el toro tarda en caer. Aviso. Petición de oreja y saludos.

Segundo toro

Sale el segundo, Currillo, número 85, negro mulato, de 539 kilos. Turno de Manzanares, que traza algunos muletazos con su habitual estilo pero el toro flaquea y se queda corto y todo queda a medias. Mata sin entrecharse, de media alargando el brazo. Palmas.

Primer toro

Sale el primero, Berlanguillo, colorado meano, de 510 kilos, herrado con el número 95, un toro estupendo, que se come la muleta. Sebastián Castella hace una faena mecánica en la que despliega todo su repertorio. Estocada trasera y caída. Oreja.

Paseíllo

Con más tres cuartos de entrada, hacen el paseíllo Castella, de azul marino y oro; José María Manzanares, de sangre de toro y oro, y Ginés Marín, de corinto y oro.

Sorteo

Esta mañana se sortearon los toros de Cuvillo que se van a lidiar a partir de las siete de la tarde. Los sobreros son de El Pilar.

Cartel

¡Buenas tardes! Bienvenidos al segundo festejo de la Feria de Julio de Valencia. Se anuncia una corrida de Núñez del Cuvillo para Sebastián Castella, José María Manzanares y Ginés Marín.

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