Pablo Hermoso de Mendoza
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Hermoso de Mendoza, en estado de gracia, sale a hombros en Logroño

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Triunfo rotundo de Pablo Hermoso de Mendoza para abrir la Feria de San Mateo. Dos orejas le cortó al quinto y si no falla con el rejón de muerte en su primero, la cuenta hubiera subido uno o dos enteros. Con todo, una tarde redonda del navarro que conjugó el mejor toreo, el más templado, el más ceñido, con una ambición sorprendente cuando se ha cumplido ya el cuarto de siglo en los ruedos.

Como si se tratara de su debut en esta plaza, que viene a ser como su segunda casa, Pablo –don Pablo, ayer– toreó muy despacio a su primero. Un par de banderillas en los medios, sin aprovechar querencia alguna, dándole todas las ventajas al toro, fue como una explosión que sacudió los tendidos.

Le faltó un punto de fuelle al toro y lo suplió el caballero a base de cercanías y arrestos. La faena fue siempre a más y los fallos con el rejón de muerte frenaron la apoteosis. Un disloque que llegó en el quinto, más parado si cabe, pero noble, como toda la corrida de los Herederos de Ángel Sánchez y Sánchez. Ahí, Hermoso tiró de maestría, de valor, de garra y de buscar el triunfo sí o sí. Una obra in crescendo con un público enloquecido. Y a hombros se lo llevaron hasta la orilla del Ebro.

Fermín Bohórquez anduvo un tanto irregular con el abrió plaza y mucho más centrado ante el cuarto. En esta su temporada de despedida del toreo no quiso dejar pasar la ocasión de dejar su sello y hasta colocó dos pares de banderillas a dos manos que tuvieron el refrendo de una cariñosa vuelta al ruedo.

Quien no tuvo su tarde fue el riojano Sergio Domínguez. Descordó con el primer rejón de castigo al tercero y estuvo voluntarioso y dejándose alcanzar mucho con el sexto.

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