Pollos asados en una novillada dispar en Las Ventas

Siete de la tarde. Clarines y timbales se abrasan como espetos de sardinas bajo una manta polar, como los más de 4.000 espectadores de los tendidos, con más orientales que occidentales. ¡Qué valor estar en la piedra ardiente!

Primer novillo. De pelaje castaño, a lo pollo asado: así decía sentirse el londinense del «2». Fernando Rey, que había quitado por ajustadas chicuelinas, principia con son ante un buen y noble ejemplar de Guadaira -lidió un conjunto desigual-. Faena con detalles clásicos entre altibajos, rematada de espadazo. Saludó una ovación.

Segundo. Miguel Ángel Silva lo recibe con toreros lances rodilla en tierra. El terno echaba humo. El debutante intenta ligar con firmeza, pero no termina de poder a este «Granjero», con transmisión y mucho que torear.

Abrocha con bernadinas de infarto y da una vuelta al ruedo tras petición insuficiente de oreja.

Tercero. Sale con las fuerzas derretidas y es sustituido por un deslucido sobrero de Julio de la Puerta. Con la cara a media altura, pega un derrote al voluntarioso Clemente, que pasa a la enfermería con una luxación en el codo. Rey da cuenta de él y la novillada queda en mano a mano.

Cuarto. Otro guadaira aplaudido y con opciones para Silva, con mayor disposición que técnica. El acero le priva de algo superior al al silencio (tras aviso).

Quinto. Pese a sus ganas, Fernando Rey no lo ve claro con un animal que se mueve sin calidades y al que mata con habilidad.

Sexto. Un espanto de torete que Miguel Ángel Silva brinda al público, más acalorado que un pingüino en el desierto. Deseoso pero amontonado, sufre algún susto y todo va a menos. Saluda por su cuenta, aunque mérito tuvo pechar con un trío en su debut.

Nueve y veinte de la noche. 37 grados a la sombra. El ipad está a punto de explotar. Corto y cambio.