Miriam Montilla, Daniel Pérez Prada, Manuela Paso y Jesús Noguero
Miriam Montilla, Daniel Pérez Prada, Manuela Paso y Jesús Noguero - Vanessa Rabade
CRÍTICA DE TEATRO

«La noche de las tríbadas»: sin cuartel

Miguel del Arco dirige en El Pavón Teatro Kamikaze la obra de Per Olov Enquist

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Johan August Strindberg (1849-1912) es fascinante y abrasivo. Resulta difícil sustraerse a la fuerza de la obra y el dramatismo morboso que desprende la vida de este titán de la literatura sueca. Su compatriota Per Olov Enquist –reconocido narrador, dramaturgo, guionista cinematográfico– centra « La noche de las tríbadas» (1975) en las relaciones tormentosas de don August y Siri von Essen, actriz de estirpe aristocrática que fue su primera esposa y su primer naufragio conyugal, al que siguieron otros dos.

«La noche de las tríbadas» (***)
Autor: Per Olov Enquist. Versión y dirección: Miguel del Arco. Escenografía y vestuario: Alessio Meloni. Iluminación: Pau Fullana. Intérpretes: Manuela Paso , Jesús Noguero

Enquist sitúa la acción del combate descarnado entre marido y mujer en marzo de 1889, en el escenario de un teatro abierto por Strindberg en Copenhague. Aunque están en trámites de separación, el autor ha depositado la dirección de la sala en manos de su esposa.

Se va a ensayar «La más fuerte», un monólogo del sueco que reúne a dos mujeres vinculadas al mismo hombre; una, interpretada por Siri, habla, escucha la otra, papel adjudicado por esta a Marie Caroline David, lesbiana alcohólica con la que mantiene una relación. Completa el cuarteto el actor encargado de dirigir la función.

La personalidad contradictoria y caótica de Strindberg es un agujero negro que atrae y devora lo que le rodea. Es feminista y misógino al tiempo, por la dependencia que siente hacia las mujeres. Respeta a Marie por ser libre y coherente, pero la detesta por haber seducido a Siri, con la que el dramaturgo, acuciado por el deseo sexual, mantiene una lucha sin cuartel víctima de una pasión irremisible. Un episodio rezumante de procacidad y rabia en cuya hoguera chisporrotean las exigencias de la creación artística, las tensiones entre ambos sexos, la identidad femenina, las dimensiones de la libertad… Esta situación única, explorada por Enquist hasta la extenuación, es servida por Miguel del Arco con brillantez expositiva y oscura intensidad en un montaje dominado por la presencia de la estupenda escenografía de Alessio Meloni y la elétrica pugna interpretativa que mantienen Jesús Noguero, torrencial y entregado Strindberg, y Manuela Paso, formidable e irónica Siri, a los que acompañan la sutil Marie de Miriam Montilla y el atolondrado director superado por los acontecimientos bien compuesto por Daniel Pérez Prada.

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