Verónica Forqué
Verónica Forqué - javier naval

Verónica Forqué: «La alegría no se aprende; o se tiene o no se tiene»

La actriz estrena en el teatro Rialto de Madrid la obra «Buena gente», de David Lindsay-Abaire, dirigida por David Serrano

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En el plano personal, no se puede decir que haya sido un buen año para Verónica Forqué. A su separación se ha unido el reciente fallecimiento de su hermano Álvaro. Por eso ha puesto todas sus energías en su nuevo proyecto, «Buena gente», una obra de David Lindsay-Abaire, cuya versión española firma y dirige David Serrano. El reparto lo completan Juan Fernández, Pilar Castro, Susi Sánchez y Diego París. Tras su estreno en Avilés, el miércoles 11 de febrero llega al teatro Rialto de Madrid.

«Es la primera vez que trabajo en la Gran Vía -ríe Verónica Forqué-; me siento un poco como una actriz de revista». Su personaje en «Buena gente» es Margarita, una mujer de casi sesenta años y madre soltera de una hija discapacitada que tiene ya cuarenta años; la única escapatoria para su vida esclava son los ratos en el bingo.

Este personaje tiene semejanzas con Shirley Valentine, que interpretara hace un par de temporadas. «Hay algo en común entre ambas; la clase social a la que pertenecen. Margarita es una mujer de barrio, que trabaja en un “Todo a un euro” y lleva toda la vida haciendo este tipo de trabajos porque no ha estudiado. En esto se parece a “Shirley Valentine”, pero aquella era una comedia, y ésta es más realista, con un lado amargo y más doloroso».

«Tiene muchas cargas y la vida es para ella muy difícil -añade Forqué, en referencia a su personaje-. Lo que me gusta de ella es que a pesar de todo lo que le pasa quiere disfrutar de la vida; no pierde la esperanza ni ha tirado la toalla. Se arregla, es positiva, tiene alegria, y eso es un regalo del cielo. La alegría no se puede aprender; o la tienes o no la tienes. Y eso es muy bonito de este personaje».

Si tuviera que definir «Buena gente», Verónica Forqué la calificaría de «comedia dramática». «Hay mucho humor y la gente se ríe mucho, pero...» Es una función, sin embargo, «optimista».

Personajes como esta mujer, llena de desgracias y de sinsabores, sirven, dice la actriz, para ayudarnos a relativizar nuestros problemas. «Precisamente el otro día, viendo un documental con mi hija en casa, le decía lo afortunadas que somos: estamos juntas, sanas, mi madre está bien... Es un segundo lo que separa la vida de la muerte, y poder disfrutar de esta vida es un auténtico regalo, y no lo podemos olvidar nunca».

Todas las vivencias recientes están reconoce, en Margarita, de forma inconsciente. «Cuando empiezas cada función, tienes que dejarte llevar. La mente se ha de quedar en el camerino; tienes que olvidarte de Verónica y convertirte en cada personaje. Pero lo que le pasa a Verónica está inevitablemente en ellos».

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