Una escena de «Entremeses»
Una escena de «Entremeses» - andrés de gabriel

«Entremeses»: Cervantes regresa a La Abadía

José Luis Gómez recupera uno de los más significativos montajes de los veinte años de historia de este teatro

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En marzo de 1996, un año después de su apertura, el teatro de La Abadía presentaba «Entremeses», un espectáculo con tres de las piezas teatrales cortas de Miguel de Cervantes, en el que compartían dirección José Luis Gómez y la que entonces era la directora adjunta de La Abadía, Rosario Ruiz Rodgers. En este año en que este emblemático espacio escénico celebra dos décadas de vida, Gómez ha querido recuperar este montaje, que contribuyó a cimentar la labor de este escenario en el panorama teatral madrileño.

«Los “Entremeses” -cuenta Gómez- fue uno de los primeros textos en los que pensamos para la apertura de La Abadía, pero cometí un error: pensar que eran piezas menores». En su lugar, el teatro se estrenó con «Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte», de Valle-Inclán.

«Tras el éxito arrollador del retablo valleinclanesco -recuerda Gómez-, que situó a La Abadía en la primera línea de atención del público y los medios, decidimos afrontar a Cervantes en los “Entremeses”».

Casi veinte años después, aquel montaje permanece entre los más recordados, y representa una manera de trabajar particularmente querida en La Abadía, con actores formados en el propio espacio, en una combinación de investigación y representación. Los «Entremeses» nacieron de este sistema de trabajo. Gómez eligió tres textos cervantinos -«La cueva de Salamanca», «El viejo celoso» y «El retablo de las maravillas»- y los reunió en un solo espectáculo dándole forma de fiesta popular castellana a la sombra de un árbol. Para encontrar el tono de la interpretación, Gómez encontró la inspiración en la propia biografía del manco de Lepanto: «Cervantes tuvo que huir a Italia y, allí, con toda seguridad, conoció la commedia dell’arte y, seguramente, se impregnó de ella; de ahí surgieron los códigos de actuación».

Con todos estos elementos se construyó el espectáculo que ahora, al reconstruirlo, ha supuesto, en palabras del director, «un feliz reencuentro con el montaje, con Cervantes y con los actores». Cuatro de los intérpretes que participaron en el montaje original están también en esta nueva producción: Elisabet Gelabert, Miguel Cubero, Inma Nieto y José Luis Torrijo; a ellos se suman Julio Cortázar, Palmira Ferrer, Javier Lara, Luis Moreno, Diana Bernedo y el músico Eduardo Aguirre de Cárcer. La música (la misma que hace dieciocho años) es de Luis Delgado, la escenografía -«simplificada»- se inspira en el diseño original de José Hernández, la iluminación vuelve a ser de Juan Gómez Cornejo y el vestuario lo firma María Luisa Engel.

Las diferencias con el montaje empiezan, dice José Luis Gómez, con el propio director y los propios actores, que «vuelven enriquecidos como personas y como intérpretes. Ahora estamos más capacitados para habitar el código de interpretación que surgió de nuestra propuesta». Hay también cambios formales que Gómez explica: «El espacio es más sencillo -el árbol es el mismo-, las canciones son una fiesta y se ha cuidado aún más si cabe el lenguaje. Son unos “Entremeses” redivivos, vueltos a crear. La partitura es la misma, pero se toca de otra manera». También hay cambios en el vestuario, orientado hace dos décadas hacia el regionalismo de Ortiz Echagüe, y ahora mucho más contemporáneo, según el director.

En cuanto a él, se reconoce «más avisado que hace veinte años; y eso significa que entonces estaba menos sensibilizado con cosas como la lengua. Y este espectáculo, añade, tiene impresiones de otros muchos que yo he visto». Los actores que estuvieron con él en el montaje primitivo también ven diferencias: «Es muchísimo más humano y cariñoso, y tiene más confianza en él y en nosotros», aseguran.

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