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Blanca Portillo, en un momento del monólogo - JOSEP AZNAR

«El testamento de María», con Blanca Portillo: en el nombre de la madre

La actriz interpreta el monólogo escrito por Colm Tóibin, bajo la dirección de Agustín Villaronga

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Hace poco más de año y medio que se estrenó en Nueva York «El testamento de María», un monólogo en el que el dramaturgo irlandés Colm Tóibín le da voz a la Virgen María y la muestra como una mujer desgarrada por el dolor de haber perdido a su hijo, algo que le remuerde la conciencia y que no comprende. Agustí Villaronga (en su primer acercamiento al teatro) ha adaptado la obra para la actriz Blanca Portillo, que lo estrenó este verano en el Grec barcelonés. Ahora llega al teatro Valle-Inclán, dentro de la programación del Centro Dramático Nacional. «Tenía muchas ganas -reconoce Blanca- de retomar este papel, porque en Barcelona lo hicimos solo cuatro días.

Se ha estrenado ya el “Don Juan Tenorio” que he dirigido y los últimos días me actuaba viva, como antes me dirigía viva».

«María -explica la actriz- es una mujer del pueblo, con los pies en la tierra, y una madre por encima de todo, muy reconocible para todos. Ha sufrido la peor pérdida que puede sufrir una madre, la de su hijo; no entiende qué pasó y por qué pasó, y vive con esa angustia desde hace años. Convive con su sentimiento de culpa, porque toda madre en esas circunstancias siente que podía haber hecho algo más. Es una mujer sin más, a quien todo el mundo puede comprender, y alejada de toda imagen “religiosa”». Hay reconoce Blanca, «un punto de rebelión en ella porque no comprende que le ha sucedido. No es una mujer resignada, se encuentra en lucha, consigo mismo y con lo que ocurrió».

Los Evangelios han sido un punto de partida inevitable en la preparación de este personaje. «Es la madre de las madres, pero se habla muy poco de ella, no es un personaje que esté desarrollado. No se dice nada de cómo vivió la Pasión de su hijo, ni qué opinión tenía. Y es bonito, y así se lo dije al autor, que estuvo con nosotros en Barcelona, sacar a un personaje de una historia y contarla a través de sus ojos. Y cambia mucho».

Blanca Portillo no tiene hijos, pero no cree que sea necesario para entender perfectamente el dolor y las angustias de una madre ante esa situación. Creo que cualquier ser humano puede hacerlo. Incluso un hombre. Además, yo tengo a mi madre y a mi abuela como ejemplo, y sé lo que es perfectamente una madre y el desgarro que produce sufrir por un hijo. Y en cierto modo esta función para mí es un homenaje a estas dos mujeres de mi vida, que han sido importantísimas».

No cree la actriz que nadie se pueda molestar con este monólogo. «En Barcelona no ocurrió, y vino a verlo mucha gente creyente. Es un punto de vista distinto; es cierto que en la creencia religiosa entra en juego la fe, pero está hecho con tanto amor y tanto respeto que no debe ofender a nadie».

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