LITERATURA

Inés Martín Rodrigo: «El querer es el enemigo del odio que se ha instalado en el debate público»

El Aula de Cultura de ABC acoge el 23 de febrero la presentación de su último libro, Premio Nadal de Novela 2022

Inés Martín Rodrigo, periodista y escritora Ignacio Gil

Luis Ybarra Ramírez

Ha tenido que aguardar un montón de desvelos. Consciente, al fin, de que no le quedaba más remedio que acostarse con los personajes orbitando alrededor de su cabeza. Y mañana, temprano, a escribir ficción. Y unas horas después, que es lunes y la semana con todas sus tareas por tachar, a trabajar para los lectores de este periódico. Todo esfuerzo, sin embargo, parece tener su recompensa. Inés Martín Rodrigo, quien visita el Aula de Cultura de ABC, en la Fundación Cajasol, el próximo 23 de febrero a las 19.30 horas, ha obtenido el Premio Nadal por la novela ‘Las formas del querer’: «Pienso quedarme un tiempo disfrutando. Paladeando cada entrevista, cada encuentro y comentario amable. Sé que esto no me va a pasar más veces en la vida y debo exprimirlo . Me lo exijo».

Antes de preguntarle si se siente más periodista que escritora entiendo que en ella conviven sin reñir estas dos facetas, que se tocan en el verbo, pero que se distancian en su intención. Una rotaflex, frente a la terraza del Café Federal donde charlamos, en Madrid, nos canta una saeta desde un balcón, y ella, que tiene en la boca a Ana María Matute, a Gloria Fuertes y Carmen Laforet, sus espejos, toma una postura imposible para hablarle a la grabadora a escasos centímetros. Es una literata de libro y una perfecta periodista cultural. Su saber le dice, como un acto reflejo, que si no le da prácticamente un beso a la grabadora esas palabras tal vez se pierdan junto al sonido de la máquina, que sigue su música escandalosa, lejos ya de estos renglones.

«Mi primer contacto con literatura fue a través de las anécdotas familiares. Ahí está el origen de la literatura en sí»

«Ana María Matute» , decía, «y unos poemas de Gloria Fuertes que todavía me acompañan. Esas son algunas de mis referencias esenciales, que cayeron en mis manos muy pronto, siendo yo una niña. Mi madre era profesora y en mi casa se me inculcó la lectura, pero mi primer contacto con la literatura lo tuve antes de saber leer». Y ese hecho, lector, sí nos conecta con su personal retrato de las formas del querer: el gusto por la anécdota familiar , género del que se empapa esta entrega.

Fragmento de la portada

Lo que ciertamente sucedió en esta historia, que se remanga la sangre para narrar la vida de los abuelos de la protagonista, y lo que ha salido de la cabeza de Inés Martín Rodrigo queda mezclado en una argamasa que le sirve para llegar a los tuétanos de lo que quería narrar. La realidad se topa con su propia ficción y con la de su abuela , «que vete tú a saber hasta qué punto era cierto lo que me contó, si yo misma dudo de mis recuerdos. La memoria es así de volátil . Pero sí, mi primer contacto con las historias fue a través de la transmisión oral, donde está el origen de la literatura en sí: lo que me contaban mis padres y, sobre todo, mis abuelos. Al saltar una generación la presión sanguínea disminuye, entonces tienes más libertad para tener una relación especial con tus abuelos . Por ellos descubrí a fondo el pueblo, las guerras, su supervivencia... Las familias españolas se parecen, por eso creo que sacar a la luz la mía y moldear lo que llevo escuchando desde que soy pequeña es una manera de apresar una memoria compartida. Es también el mayor homenaje que puedo hacerles a los míos, por un lado, y a los que fueron soslayados. A todas esas mujeres que hoy tienen 90 años, a las que tratamos como personajes secundarios. Qué sentían, cómo se relacionaban con sus cuerpos. Menos juzgar, he hecho lo que he querido».

Retrato de España

El querer adopta múltiples rostros y en su texto trata de perfilarlos todos. De hijos a padres, de nietos, entre abuelos. Los de Noray, la chica que rebusca por su memoria familiar para encontrar un sinfín de respuestas y que tanto tiene de Martín Rodrigo, sin llegar a lo autobiográfico, nos permiten conocer la mayor parte de ellos. La amistad y la ternura. El amor en llamas y en la rutina, en la enfermedad. La amistad, esa forma que, según Borges, no necesitaba ninguna confirmación, a diferencia del amor en pareja. La maternidad, la sexualidad, la infancia. El querer maduro y el primero, tan temprano e inmortal. Pero el querer, sobre todo, es…, le invito a sintetizar: «El gran enemigo del odio. En el contexto en el que estamos es importante reivindicarlo, porque el odio se ha instalado en el debate público. El Congreso es un ejemplo: tenemos que oír hasta insulto s. Me resulta insoportable».

«Me he preguntado cómo se relacionaban con sus cuerpos mujeres que hoy tienen 90 años. Qué sentían entonces»

De manera tangencial, por sus páginas se cuela la Guerra Civil y el terrorismo , la Transición , el ritmo de las grandes ciudades frente a la pausa de los pueblos, la homosexulidad , la búsqueda de oportunidades de aquellos a los que tanto le negaron y la salud mental . Esa coctelera, en definitiva, a la que llamamos España, donde el lenguaje se genera desde casa y la prosa se mece en las butacas. Inés Martín Rodrigo, entre lo que fue y lo que pudo haber sido, ofrece un muestrario de quereres inventados que, como las buenas anécdotas, poseen afán de verdad.

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