Verano en el museo

Nunca habían estado tanto tiempo sin tocar juntos, de manera que el concierto que ofreció el Cuarteto Quiroga en el Museo Cerralbo de Madrid significaba la vuelta a la rutina

Los integrantes del Cuarteto Quiroga ABC

Alberto González Lapuente

Nunca habían estado tanto tiempo sin tocar juntos, de manera que el concierto, que ofreció el Cuarteto Quiroga en el Museo Cerralbo de Madrid, significaba la vuelta a la rutina. Pronto viajarán a Granada, Girona, Foz y Santander… recuperando la actividad aunque desde una dimensión más prudente. En el patio interior del Cerralbo el aforo quedó limitado a unos cuarenta espectadores, distribuidos según la distancia de seguridad y obligados a permanecer con mascarilla. Son cuestiones de protocolo que se hacen habituales pero bajo las que palpitan otras cuestiones también importantes. Lo explicó en la presentación del concierto Cibrán Sierra, violín del Quiroga, señalando el carácter simbólico de esta primera actuación con la que se confirmaba la vuelta de la música al espacio público tras el confinamiento.

Cibrán Sierra sabe lo que todo ello significa porque durante el periodo de silencio y música enlatada se ha significado por su decidida defensa del reconocimiento social del músico, particularmente afectado por la crisis en su perspectiva laboral. De ahí que en muchas ocasiones fuera necesario explicar el alcance económico de la industria cultural, concretamente la musical dejando de lado la inequívoca fuerza moral de la música, la que progresivamente desciende en una sociedad cuya educación ha olvidado que esta disciplina puede ser algo más que un entretenimiento circunstancial. Es algo que se ve en el día a día. Sin ir más allá en el desaliño con el que se habló y presentó la música en el homenaje de Estado a las víctimas del coronavirus.

Cibrán Sierra explicó también la naturaleza de los dos últimos cuartetos de Beethoven que se interpretaron en el concierto; música que la historia ha colocado en una posición trascendental pero cuya comprensión fue compleja. El caso español es muy relevante porque a la precariedad natural del siglo XIX, demasiado ocupado en trifulcas domésticas, y, quizá por ello, particularmente entusiasmado por repertorios musicalmente ligeros, se sumó la dificultad por poner en valor al propio género cuya muy tardía implantación dejó para última hora estas obras, escuchadas aquí casi un siglo después de que Beethoven las escribiera. El que contemporáneamente se pueda hablar de “música salvífica”, según expresión de Eugenio Trias recordada en el Cerralbo, se traduce a través del Cuarteto Quiroga en intérpretes inteligentes, capaces de analizar e interpretar estas partituras con extraordinaria calidad. La actuación en el Cerralbo asumía la lógica de un espacio de referencia, donde el Quiroga ensaya y explica sus proyectos habitualmente, pero está claro que el concierto del jueves no pretendió ser un mero ensayo ante futuras actuaciones pues apenas la luz descendía y poco después de afinar, en el ambiente flotó esa extraña coincidencia entre programa y espacio, entre la razón y sus sombras, lo que también puso de manifiesto Trias al reflexionar sobre el límite y sus consecuencias estéticas.

Al Quiroga se le debe una interpretación formidablemente sensata, robusta, exacta, libre de acentos nostálgicos. Podría centrarse en el movimiento lento del opus 135, lugar para el perfecto equilibrio entre los instrumentos, para los encuentros superpuestos, para el acento como perspectiva hacia una nueva posibilidad musical antes que cuña en el discurso. Un acabado juvenil por la fuerza y la determinación, huyendo del retrato complaciente y aparentemente cercano al natural sentido retrospectivo de la obra. Y unida al opus 132, el Quiroga reconstruyó la fortaleza postrera de un compositor abandonado a la interiorización de una egolatría luchadora. La cuestión suena emocionante y digna de un concierto que inevitablemente se presentaba asumiendo tantas cosas, ya fuera circunstanciales como el 250 aniversario de Beethoven, ya de calado al compartir la escucha de músicas capaces de transmitir carácter.

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