La venta de música sube un 21,2 por ciento: la hora de la política

Los buenos datos llegan con todos los factores en contra. Es el momento de tomar medidas para que este empuje no se desaproveche

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La industria española de la música ha conseguido este año sus mejores resultados en lo que va de siglo según el estudio anual de Promusicae. No es mucho decir, porque el siglo empezó tocando fondo y, en estos casos, cualquier aumento porcentual parece una gran victoria. Lo que sí es obligado recordar es que estos esperanzadores resultados se han conseguido con todos los factores objetivos en contra. A saber: la crisis económica, la caída del poder adquisitivo, el retraimiento del gasto, la dejación de los políticos para los asuntos culturales, etcétera.

Queda claro, pues, que la crisis pude tener muchos motivos pero ninguno de ellos es la falta de talento y vitalidad del medio musical. Hoy en día, hay tantas o más inquietudes, iniciativas, ideas y originalidades que en cualquier otra época.

Los verdaderos emprendedores están ahí. Además, existe mejor formación e información. Lo único que falta es una regulación razonable del sector para que deje de ser esa jungla sin ley en la que los sucesivos gobiernos han permitido que se convirtiera. Es una dejación general: aún estamos esperando que quienes tanto afirman querer cambiar las cosas (como Podemos) se pronuncien sobre temas tan espinosos como la compensación por copia privada o el trato de favor a los operadores.

El gobierno actual, a su llegada, decidió desahogar a la parte industrial de la cultura haciendo la vista gorda (de forma discutible) sobre muchas de las obligaciones de ésta para con los artistas. El primer resultado indeseado es que hizo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres en ese sector. Era una medida de emergencia: la idea es que, con un efecto dominó, la reactivación de la parte industrial de la cultura tirara del resto de las iniciativas culturales. Bien, los números de este último año, tanto en cine como en música, muestran que esa reactivación ha empezado. Llega la hora, por tanto, de las medidas de específica política cultural para que ese empuje no se desaproveche.

Es urgente contemplar la excepcionalidad cultural del IVA que se ha practicado en Francia con tan buen resultado. Hay que restablecer también la compensación por copia privada como en el resto de Europa. Las televisiones deben cumplir la ley de propiedad intelectual y el gobierno vigilar (por ley o regulación, si es necesario) que se establezcan y respeten topes claros y justos al retorno de derechos de autor que practican. Hacienda debería empezar a estudiar a largo plazo un proyecto de fiscalidad específica que permitiera repartir la carga fiscal que genera cualquier proyecto artístico en el mismo número de años que ha costado levantarlo (hay películas, discos o espectáculos que tardan dos, o hasta tres años, en ponerse en pie). La Marca España es un gran nombre, pero culturalmente nunca podrá existir si no se le dan herramientas en esta dirección imprescindible. El informe de Promusicae deja una pista: la presencia importante de artistas españoles está en la venta de soportes físicos (vinilos, CDs), mientras que en streaming llenan los anglosajones. Y eso delata que se está perdiendo ya la batalla del futuro.

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