LOLA FLORES

La Lola de Jerez, la Lola mexicana

Alberto Romero lleva a la Biblioteca Nacional la relación de Lola Flores con México, donde la artista adoptó el método de trabajo de Hollywood, fue tratada como una estrella y adaptó su estilo al 'show' americano

Lola Flores y su hermana Carmen, a su llegada a México.

A. G. Latorre

Lola Flores siempre es noticia, incluso cuando se cumplen, casi de manera exacta, 26 años de su muerte . A veces, por una última hora sobre su museo , a veces porque una conocida marca de cervezas utiliza su imagen para grabar un anuncio , la Faraona sigue viva en el recuerdo. En ocasiones, incluso, sorprendiendo con facetas que no muchos conocían. Tal sucedió hace unos días, cuando el catedrático de Literatura Española Alberto Romero acudió a la Biblioteca Nacional a hablar de Lola pero desde una variante que pocos habían tenido en cuenta: su etapa mexicana, que le da madurez como artista, le confiere una nueva manera de entender el espectáculo y le granjea el sobrenombre que aparecerá ligado siempre a su figura: La Faraona .

Lola fue siempre una pionera, alguien que iba abriendo camino y su experiencia mexicana fue la mejor prueba de eso. De hecho, Romero detalla que cuando el Torbellino de Colores llegó al país, España no tenía relaciones diplomáticas con México , «que sólo reconocía al gobierno de la Segunda República ». Así, Lola Flores fue «una especie de avanzadilla, algo similar a lo que ocurriría años después con Raphael y la Unión Soviética, una manera de normalizar mediante el arte».

Pero, sobre todo, fue una avanzada en aplicar las técnicas más modernas de la producción cinematográfica mientras en la España se seguía con un anticuado sistema casi artesanal. «En la temática de las películas no vamos a encontrar nada innovador: eran producciones pensadas para el gran público, con exageradas historias de amor entre charros y gitanas», analiza Romero, «pero sí en la manera de trabajar, muy ordenada e industrial, adoptando el sistema que había en Hollywood ».

De hecho, a Lola Flores, ya en esa época, se la trataba como a una gran estrella al estilo de como se consideraba a los artistas americanos. «Eso significaba también el trabajo a destajo, Lola contaba cuando le preguntaban por esta época que se ponía la bata de cola cuando se levantaba e igual no se la quitaba hasta las doce de la noche», relata el profesor, de cuyo libro, ‘Lola Flores. Cultura popular, memoria sentimental e historia del espectáculo’ se ha publicado una nueva edición recientemente. La artista jerezana abrió una vereda en la cinematografía americana de la que luego se beneficiaron artistas como Paquita Rico y Sara Montiel .

El profesor Alberto Romero, en la conferencia de la Biblioteca Nacional

La artista podía ser casi analfabeta, pero era sumamente inteligente y perspicaz. Tanto que del periplo americano aprendió que si quería triunfar en el mundo del espectáculo, debía abandonar el flamenco más puro («Lola nunca fue una cantaora de silla y guitarra») e incorporar elementos que le dieran más dinamismo a sus actuaciones , como la presencia de una orquesta. «No es que fuera la primera en hacerlo, porque Concha Piquer lo desarrolló incluso antes de la guerra con un espectáculo de variedades en el que había de todo, desde chistes hasta pequeñas piezas de zarzuela, pero Lola le da otro aire, menos sofisticado, tremendamente pasional, que aprovecha la fuerza que ella sabía transmitir en cada espectáculo». Toma elementos del mariachi, de la afectación en la escena. A ella, a su entorno, debemos que arranque un estilo aflamencado, que incorpora elementos del flamenco pero que están más cercanos a la canción popular. Un antecedente de lo que sería, mediado un océano de tiempo, Rosalía .

La conferencia de Romero estuvo acompañadade una cantaora y de un guitarrista

Como también aprendió de su paso por América, en donde aún se recuerda con cariño a la inmortal artista, las nacientes técnicas de promoción. «En esa época, en las entrevistas y en las promociones se preguntaba mucho por la vida privada y Lola, con esa inteligencia que tenía, sabía mentir lo justo para venderse como nadie ». Prueba de esto es el consabido ‘No canta, no baila, no se la pierdan’ que se atribuye al New York Times y que «nunca apareció en el periódico, en donde cuando se cita a Lola Flores es en anuncios... pero se ha repetido tanto que ha calado».

La conferencia del catedrático Romero era una especie de prólogo a las jornadas ‘La escena popular española en el espacio americano: migraciones, relaciones transatlánticas y repertorios compartidos ’ que organizaba la Universidad Complutense de Madrid . Llama la atención cómo por encima de literatos como Alberti o de cineastas también como Luis Buñuel , que desarrollaron una copiosa producción en México, sigue tan presente en el imaginario popular hispanomexicano la figura de Lola Flores. «Alberti es una figura inmensa de las letras y Buñuel, en fin, qué vamos a decir de él... pero se dirigían a un público muy minoritario; Lola, en cambio, se dirigía a todos y a todas las clases sociales, a lo que hay que unir un carisma fuera de lo común», explica el profesor, que añade cómo «aún hoy, además del aspecto artístico, los vídeos de Lola Flores fuera del escenario siguen llenos de fuerza, de humor, de esa gracia que ella tenía y que sabía explotar».

Academicismo y música

Uno de los aspectos más sorprendentes de la conferencia en la Biblioteca Nacional es que la intervención de Romero estuvo acompañada, al cante y al toque, por la jerezana Silvia Troncoso y por el profesor de la Complutense Francisco Bethencourt , que pasaron unas piezas de Lola Flores de la teoría, a los hechos. «Puede sorprender, pero cada vez menos, de hecho, en los encuentros que se realizan fuera del ámbito universitario se suelen incorporar este tipo de elementos audiovisuales para hacer más atractivas las conferencias –explica Romero–; en unas jornadas en la Fundación Juan March , por ejemplo, las explicaciones teóricas se acompañaban de fragmentos de microteatro». El resultado con Troncoso y Bethencourt fue tan positivo que no descartan repetirlo en futuros encuentros.

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