Víctor del Árbol, ganador del último premio Nadal, fotografiado en la Costa Da Morte
Víctor del Árbol, ganador del último premio Nadal, fotografiado en la Costa Da Morte - MARCOS BUDIÑO

Víctor del Árbol: «Si hubiese nacido en el XIX sería un escritor existencialista»

El ganador del Nadal viaja a la Costa Da Morte para indagar en las heridas del dolor y la memoria con «La víspera de casi todo»

MUXÍA (LA CORUÑA) Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Sopla el viento como si quisiera arrancar hasta el último matojo de hierba de la Costa Da Morte y sopla, también, un vendaval que agita y sacude «La víspera de casi todo» (Destino), novela con la que Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) regresa de la costa galega con un puñado de personajes magullados y todo un premio Nadal bajo el brazo. Sopla un viento que ahueca capuchas, vuela flequillos y cala los huesos, sí, y queda claro porqué el autor de «Un millón de gotas» escogió precisamente este escenario agreste y escarpado para seguir hurgando en las heridas del dolor y la memoria. «Esto no se llama Costa Da Morte por casualidad: es una tierra que no hace concesiones.

Es desolador y al mismo tiempo maravilloso», asegura el autor barcelonés.

Ahí, en ese «fin del mundo» azotado por los vientos del Atlántico, será donde los personajes de «La víspera de casi todo» tendrán que descubrir si «buscan algo o si en realidad está huyendo». «Es una novela de exilios interiores, de gente con el pasado pegado a los talones», reconoce un autor que vuelve a manejar varios planos temporales para conectar el asesinato de una menor ocurrido en Málaga, la huída a ninguna parte tanto de la madre de la niña como del policía que resolvió el caso, y los Años de Plomo de la dictadura militar argentina. Cuatro historias que acaban dando con sus huesos en la Costa Da Morte para ahondar un poco más en la fosa del dolor. «El dolor me interesa como motor, no como depresión. Sin dolor no existiría lo contrario. La vida mancha, así que vivir es un oficio jodido», asegura.

Al autor de «La tristeza del samurái», queda claro, lo que le mueve es indagar en las contradicciones humanas y arrancarse a narrar «cuando empieza la onda expansiva». Quizá por eso arruga la nariz cuando en la conversación aparecen términos como thriller o novela policial. «Si hubiese nacido en el XIX sería un escritor existencialista», sentencia. Y lo dice convencido de que, en su caso, lo negro no es un género, sino una manera de constatar que «a pesar de que somos material podrido, seguimos mereciendo la pena». «Escribo novela mestiza, no soy consciente del género», insiste. Máxime ahora que, asegura, por fin ha conseguido quitarse de encima la  etiqueta de «policía que escribe». «Ahora ya soy un escritor que antes fue mosso, seminarista y soldador», apunta en relación a esos 20 años que trabajó como agente de los Mossos d’Esquadra mientras escribía títulos como «El peso de los muertos» o «Respirar por la herida» y empezaba a causar auténtico furor en Francia.

La importancia de la memoria

A todo esto hay que sumar una pasión por la historia que le llevó a la Guerra Civil y la URSS de los años 30 en «Un millón de gotas» y que le encamina con «La víspera de casi todo» hacia la dictadura militar argentina, los desaparecidos y aquellos torturadores que consiguieron escapar con total impunidad. «Todas las dictaduras tuvieron en común los desaparecidos, pero en Argentina es un tema mucho más importante que aquí. Lo han tratado de una manera más convincente que nosotros. Aquí parece que es un tema menor, pero hay 200.000 personas que siguen desaparecidas y a las que sus nietos buscan chocando constantemente contra la cerrazón de las instituciones», explica un autor que si valora especialmente la memoria es porque no siempre la tuvo. «Soy de la generación del silencio: en mi casa no se habló de política hasta después del 23-F», apunta. De ahí que le preocupe especialmente lo que pueda ocurrir cuando la historia deje de tener testimonios de primera mano. «Cuando el dolor se convierte en relato deja de estar vivo», asegura.

Ver los comentarios