Berta Marsé y las balas que pasan de largo

La autora, hija del escritor Juan Marsé, se estrena en la novela con «Encargo», una historia de amistad, resentimiento y rivalidad

Berta Marsé, fotografiada en Barcelona Efe

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«A veces la fatalidad pasa por tu lado, puedes oírla silbar como su fuera una bala, y por azar te libras», sentencia Berta Marsé (Barcelona, 1969) para intentar explicar de dónde surge «Encargo» (Anagrama), novela con la que hasta ahora cuentista se estrena en la narrativa larga. «Soy cuentista por vocación», matiza Marsé. El azar liberador, una vez más, se ha encargado del resto. «Cuando llevaba unas treinta páginas me di cuenta de que era demasiado para un relato y de que podía seguir; la historia podía alargarse un poco más», explica.

En la primera de esas treinta páginas, marcando el rumbo a seguir, el recuerdo de una noche de 1993 en la que, mientras sacaba al perro a pasear cerca del mercado de Sant Antoni, estuvo a punto de sucederle algo. Algo malo. «Pintaba fatal -recuerda-. Pero me libré». Así que la bala pasó de largo y de aquella noche apenas quedaron un par de líneas escritas en una libreta que, años más tarde, reaparecieron rodeadas de interrogantes.

«A veces la fatalidad pasa por tu lado, puedes oírla silbar como su fuera una bala, y por azar te libras»

Berta Marsé

Escritora

Porque, se preguntó entonces Marsé,si la bala pasó de largo, ¿dónde impactó?. O, mejor dicho, ¿en quién? Una cuestión que intenta responder ahora de la mano de Desi y Yesi, dos amigas de la infancia unidas por un siniestro suceso y hermanadas en la rivalidad, el resentimiento y, claro, la fatalidad. «Es, entre muchas otras cosas, una novela sobre la amistad, pero una amistad muy contradictoria, repleta de envidias, complejos y pasiones», explica la autora. Una amistad, según se mire, condicionada y condicional a la que ponen banda sonora El Canto del Loco, Amy Winehouse y Pablo Alborán. «Arráncame esa cara infame, oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre», que dice y grita Julio Cortázar desde el poema que precede a la novela y que comparte título con la misma.

Baile de géneros

Así, con la envidia y el resentimiento convertidos en carburante narrativo y el barrio de Sant Antoni señalando entre neones el punto de no retorno de la gentrificación, Marsé ha brincado del cuento a la novela con un libro que, apunta, no tiene muy claro cómo definir. «He pensado mucho en el género, pero todavía no lo sé -reconoce-. ¿Es comedia? ¿Es tragedia? Tiene algo de novela negra aunque no lo es: algo de cuento de fantasmas; algo de novela juvenil; también tema carcelario».

Tampoco su padre, el escritor Juan Marsé, debió de ser de mucha ayuda en este punto. «Si le gustaba te decía: «vale sí, me gusta». Y nada más. Si no le gustaba sí que explayaba un poco más, pero siempre era escueto, muy parco», recuerda. Eso sí: con «Encargo» terminada y entregada a la editorial hace más de un año, Marsé padre tuvo tiempo de leer la primera novela de Marsé hija antes de que complicaciones derivadas de una insuficiencia renal se lo llevasen el pasado mes de julio. «Afortunadamente le dio tiempo de leerla», celebra ahora Berta.

Para terminar «Encargo», Marsé tuvo que dejar aparcada una novela en la que estaba trabajando y que, por el momento, seguirá esperando turno. «En pleno confinamiento, que yo pensaba que sería el desierto árido, se ma ha cruzado otra», avanza. Una nueva oportunidad para poner a prueba ese imaginario oscuro e incómodo en el que no faltan generosos manguerazos de humor retorcido. «El humor es importante. Me aferro a él. Además, la historia es una tragedia, por lo que había qué esforzarse con el humor».

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