LIBROS

«Terra Alta»: algo más que una novela criminal

Javier Cercas, extremeño afincado en Cataluña, da una giro externo a su producción en su última obra, galardonada con el premio Planeta, pero manteniéndose fiel a sus temas y personajes

Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) J. M. Serrano

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Los seguidores de Javier Cercas habrán comprendido muy bien la necesidad que ha tenido de dar un giro, porque ciertamente su anterior novela, «El monarca de las sombras» , planteaba un cierre que cabía suponer envés del horizonte temático y estilístico abierto en «Soldados de Salamina». Lo que habrá desconcertado a muchos es que el abandono de su peculiar estilo en que los elementos de autoficción se mezclaban con el cervantino modo de construir la urdimbre narrativa, lo haga con la opción de una novela criminal que no solo comienza convencionalmente y podría decirse que de modo bastante acomodaticio a usos muy conocidos, sino, lo que era menos esperable en un novelista de exigencia como Cercas, que lo realice -estoy hablando de sus primeras cincuenta páginas- con un estilo bastante perezoso, casi descuidado, que no parece suyo. Digo esto porque advierto que se tenga paciencia, dado que la novela remonta luego y, aunque no deja nunca de ser una ficción con ánimo de ganar muchos lectores, va girando hacia elementos más reconocibles del estilo personal de Cercas.

De hecho, hay antecedentes en su obra que pueden ser recordados, sobre todo la excelente «Las leyes de la frontera». Aunque parezca que la trama criminal urdida en «Terra Alta» y la protagonizada por El Zarco no tienen mucho que ver, hay un elemento de unión, que radica en la línea de flotación más profunda de la literatura de Cercas: la construcción del héroe como reivindicación personal y la urdimbre moral que acompaña sus vicisitudes. En el fondo, Javier Cercas camina, como es muy visible en la segunda mitad de «Terra Alta», que gana en aliento y espesura, hacia un lugar donde se cruza la literatura narrativa del XIX (con homenaje muy evidente a «Los miserables» de Víctor Hugo ) y el héroe trágico de Sófocles, en la tesitura de decidir quién quiere ser, o mejor quién no tiene más remedio que ser desde la exigencia de su propia biografía. De tal manera que en «Terra Alta» la apariencia de novela negra con investigación criminal, que gustará tanto a tantos, pero que otros muchos escritores podrían hacer y han hecho con no menor calidad y, por tanto, sin necesidad de que Javier Cercas comparezca, termina siendo casi un pretexto para que se desplieguen los temas que marcan la verdadera naturaleza del libro. Casi podré solo enumerarlos, aunque su comentario daría para mucho.

Dilema moral

El primero es la literatura, la ficción, como modelo de vida . Quien había de ser y estaba siendo un desahuciado social se salva leyendo la novela de Victor Hugo, y luego serán otros los modelos recorridos con Olga, en una historia de amor que alcanza muy buenos momentos de la trama: vendrán Camus, Boris Pasternak, Günter Grass, y hasta Perec. El segundo es el dilema moral que la no justicia y la impunidad implican. A este asunto se dará paso con un quiebro narrativo que me ha parecido una de las mejores opciones que el autor toma en el desarrollo de su novela y que le lleva a las fechorías impunes de la Guerra Civil , en una zona, la Terra Alta catalana lindera con Aragón, plagada de víctimas de aquella sinrazón de odios de pueblo, más fuertes que ninguno.

De tal forma que las disyuntivas morales que asaltan la biografía de Melchor Marín y en especial su necesidad de vengar la muerte de su madre, se entrelazan con el problema planteado al final, que me sería imperdonable revelar, y que conducen la obra a otro lugar conectado con su inicio, pero estilísticamente mejor resuelto. Lo hace Cercas con su mejor arma declaradamente sentimenta l, melodramática, moralista como hicieron siempre las novelas donde asistimos a los cambios de fortuna que llevaron desde la felicidad hasta la desgracia y viceversa.

En la literatura de Cercas el héroe nunca puede dejar de ser el resultado de un imperativo moral que le sobrepasa y obliga a tomar decisiones imprevistas. «Terra Alta» ha cambiado en casi todo lo externo (lo criminal, los «mossos d’ esquadra»...), pero si se lee más allá de esa apariencia descubriremos que sigue fiel a la forma interior de sus novelas, siempre en la tesitura de trazar el rostro de un héroe que no quería serlo.

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