Santiago Villanueva, en el escenario de su exposición en Xavier Fiol
Santiago Villanueva, en el escenario de su exposición en Xavier Fiol - Maya Balanya
ARTE

Santiago Villanueva: «En todos está mirar lo bello. Aunque sea de reojo»

«Área reservada» es la propuesta con la que el artista vuelve a Madrid y convierte su escultura en algo más teatral en Xavier Fiol

Madrid Actualizado: Guardar
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La esfera es la forma perfecta. Pero el paso del tiempo, el movimiento, la deforma. De ahí que la propuesta de Santiago Villanueva (Madrid, 1964) para Xavier Fiol Proyectos (su regreso la capital) sea como una gran gota a punto de tocar el suelo de un espacio que se ha dispuesto fragmentado, generando distancia con el espectador. Él defiende esta actitud.

–¿Por qué «Área reservada»?

–Es una licencia que me he permitido en este espacio tan sugerente para apostar por la narratividad en mi obra. La propuesta filtra la potencia de este espacio blanco, casi hospitalario, generando dentro de él entornos por los que hay casi que procesionar. A la obra se la percibe desde la lejanía, como entre neblina, para luego alcanzar cierta alegoría de la vida, que es en muchos casos mi labor.

«Área reservada» hace referencia además a un lugar de reflexión y contemplación. Y tiene mucho que ver con el reservarme el derecho a hacer algo así.

–Estudió arquitectura, de forma que el aspecto escenográfico del proyecto no le es ajeno.

–Pero si he tardado en proponer algo así es porque esto es un juego de dos: artista y galerista. Y no he tenido oportunidades. Los espacios de mis galerías, incluso la de Fiol en Palma, son muy convencionales. Pero este, pensado como «project», da la excusa perfecta. Estoy demasiado encasillado dentro del concepto de «belleza». Parece que con ella no se puedan asumir retos así Y luego está el aspecto mercantil. Los museos dan más carta blanca, pero no las he recibido.

–Su muestra en el Casal Solleric en 2015 le sirvió ya para arriesgar con el espacio. ¿Qué aprendió entonces?

Las obras son como pieles exteriores protectoras. La piel es defensa pero también delatora

–Aquello generó una energía que se perpetúa aquí. Había hecho otro experimento en Mário Sequeira, pero lo de Palma fue diferente al inundar sus espacios. De hecho, realicé una lectura nueva de algunos, y allí expuse una obra medio embalada que no todos entendieron. Cada pieza tiene un aire de instalación. Allí aprendí a potenciarlo.

–Cabe preguntarle por su noción de escultura, en la que lo temporal es la base.

–Para mí, la belleza es una herramienta para expresar lo que ocurre por dentro: esos fluídos internos, más tortuosos y existenciales, y que tienen que ver con el miedo, la muerte, el sexo... Las obras son como pieles exteriores protectoras. La piel es defensa pero también delatora. Y lo existencial tiene que ver con el tiempo. Capturarlo o congelarlo es una obsesión. Desde pequeño me identifiqué con el caracol por su forma de protegerse, por la relación entre lo duro y lo blando y su manera imperceptible de dejar huella.

–Su apuesta por la belleza, ¿ha marcado frontera con los otros?

–Siempre. La belleza está denostada. ¡Quizás Lisson me apoyaría, pero está ya copada! Y he trabajado con otros materiales, pero no he sabido expresarme bien desde ese lado. Me siento un poco fuera de lugar. Pero estoy seguro de que en algún momento llegará mi turno. Porque en todos, en nuestra forma de mirar, siempre hay lugar para la belleza. Aunque sea de reojo.

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