LIBROS

Las revoluciones nunca empiezan bajo las higueras

La periodista turca Ece Temelkuran analiza en su nuevo libro el auge de Erdogan y la naturaleza de los movimientos populistas

La periodista turca Ece Temelkuran alerta en «Cómo perder un país» del peligro del populismo ABC
Silvia Nieto

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Cuenta la periodista turca Ece Temelkuran (Esmirna, 1973) en su libro «Cómo perder un país» (Anagrama, 2019) que un miembro del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco) de Erdogan le sugirió que endulzara sus columnas políticas durante una reunión en 2006. Para vivir con placidez de su oficio, solo tenía que cobijarse en el abrazo paternal del poder islamista, dispuesto a premiar con prebendas a los hijos pródigos que cejaran en su actitud de combate. «Este movimiento no va de religión. Para serle sincero, yo también miro a las mujeres», le dijo el hombre, confesando su gusto por el «poder y el dinero» y dejando que sus ojos se escurrieran sobre los pechos de la reportera, que hasta ese momento había guardado silencio. Temelkuran, aupada por el nervio roquero que atraviesa su ensayo, reaccionó sin dejarse avasallar y empezó a dar golpes en la mesa, mientras gritaba varios «¡cómo se atreve!» a su perplejo interlocutor. Una pesada campaña de desprestigio castigó su valentía.

El escritor turco Orhan Pamuk recuerda en «La mujer del pelo rojo» (Random House, 2018) que Turquía padece la tensión que resulta de los dos polos políticos que conviven en el país: el otomano e islamista, encarnado por Erdogan y su movimiento, y el laico, con la mirada puesta en Europa y hoy en retroceso. Temelkuran, hija de una «comadre laica» y nieta de una maestra que instruía a niños pobres, es heredera de esa segunda tradición, pero en su orientación progresista. El sesgo de izquierdas, que no solo no oculta sino que expone con desnudez y orgullo, asoma constantemente, desluciendo sus referencias al líder laborista británico, Jeremy Corbyn , al que agasaja obviando sus pulsiones populistas, pero sin impedirle criticar con dureza al chavismo. No se puede contener una sonrisa cuando narra una conferencia del embajador de Venezuela en Ankara. Durante la charla, celebrada en 2007, el diplomático se vio obligado a dar la versión oficialista del inicio de la «revolución», un relato más próximo a las escrituras sagradas del budismo -afirmó que Chávez y sus partidarios se reunieron «bajo una higuera en lo alto de una colina» antes de asaltar el poder- que a un hecho histórico. «En realidad no fue así», le espetó sin rodeos la periodista, tras escuchar su alocución con el gesto «de un ser humano racional enfrentado a un auténtico creyente».

La actitud batalladora de Temelkuran no obvia examen de conciencia. La periodista no tiene inconveniente en señalar las flaquezas de su bando, el de la oposición, en parte responsable del avance del islamismo en Turquía. En los barrios pobres de Estambul donde antaño los estudiantes de izquierdas repartían comida, los camiones del AKP cubren ahora las necesidades básicas. Erdogan, que como un sultán despótico prohibía a los empresarios que fumaran en su presencia, ha convertido los «derechos sociales básicos en una cuestión de caridad política del partido». Los popes intelectuales que creyeron que el AKP abriría grietas en el «sistema» de donde nacería «un movimiento político mejor» lloran hoy sus penas, exiliados. Pero «Cómo perder un país» abofetea la verborrea derrotista. Temelkuran lo tiene claro: « No puede haber comprensión sin acción ».

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